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El día que juró no beber nada que contuviera una sola gota de alcohol se despertó con una sonrisa en los labios y el cuerpo lánguido y
satisfecho.

Un poco confusa al notar sobre su cintura un brazo fuerte, abrió los ojos y se dio cuenta deque no estaba en su habitación, sino en una muy diferente, con pósteres de chicas en bikini y banderas de equipos de baloncesto que adornaban las paredes, mientras el suelo era un caos de ropa revuelta.

Miró bajo las sábanas que envolvían su cuerpo y comprobó que estaba desnuda, y el pánico la invadió cuando a sus espaldas escuchó unos suaves ronquidos.

Poco a poco tomó aire y se concentró en recordar lo que había sucedido la noche anterior, para saber con quién demonios se había acostado antes de llevarse el susto de su vida al verlo.

Bien, la noche había comenzado con Juanjo Bona, habían bailado abrazados y muy cariñosos hasta que tropezaron con la detestable de Chiara, que bailaba entre dos pechugonas lascivas, entonces sin saber por qué se sintió furiosa y comenzó a beber como si la vida le fuera en ello.

Si la noche había comenzado con Juanjo, lo más seguro es que fuera Juanjo con quien se había acostado, así que se daría la vuelta, le desearía buenos días, le explicaría que estaba demasiado borracha como para recordar nada y seguirían con la relación de amigos, tal vez como algo más si llegaba a recordar si la noche había sido satisfactoria o no.

«Pero... un momento» objetó su mente
confusa.

Recordaba a un Juanjo apaleado y arrojado a la piscina, y haber sido cargada al hombro por una cavernícola, también recordaba una conversación que su hermana Martina mantuvo con la cavernícola y después...

¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Mierda, se había acostado con Chiara y había sido plenamente satisfactorio!

Giró cuando escuchó la voz que confirmaba sus sospechas, dispuesta a gritar, pero quedándose muda cuando vio su torso desnudo y su sonrisa de satisfacción en los labios mientras repetía alegremente.

—Buenos días, Vio—

Chiara sonreía sin dar crédito a que Violeta estuviera aún en su cama, pensó en repetir lo sucedido la noche anterior, pero por su bonita cara de espanto sospechaba que, si intentaba ponerle una mano encima, acabaría hecha mierda de un golpe.

Ella la miró confusa, como en estado de shock, cuando ella le dio los buenos días, se levantó llevándose la sábana consigo enrollada en su cuerpo, y mientras recogía su ropa del suelo, lamentaba una y otra vez en voz alta.

-a¿Qué he hecho?, ¿Qué he hecho?—

Chiara se apresuró a ponerse los pantalones y un top, e intentó hablar con ella antes de que se encerrara en el baño de su habitación, pero llegó tarde y definitivamente su conversación fue con la puerta.

—Violeta, no nos acostamos— dijo Chiara pensando que la calmaría.

—¿Y entonces por qué estoy desnuda?—
quiso aclarar en tono acusador.

—Porque hicimos otras cosas...—intentó
explicar Chiara.

—¡Qué!, ¿Qué cosas?— preguntó histérica desde el baño —No, no me lo cuentes, prefiero no saberlo. ¿Cómo pudiste seducirme, Chiara?
¡Estaba borracha!—

—Vio, yo no comencé la seducción, fuiste tú, y yo traté de resistirme, pero no soy de piedra,¿Sabes?—

Ya claro, a ver, ¿Qué fue eso que hice que te tentó tanto como para que tú, toda una dama, no pudieras resistirte a mí?— quiso saber Violeta mientras salía del baño totalmente vestida en busca de sus zapatos.

Mi perfecta señoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora