XI | La Paz de una simple conversación.

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28 de Enero, 2020.

Estarling.

Días han pasado desde que me enteré de que Angie y Marcus están juntos y cómo lo han ocultado a nuestras narices sin que nos diéramos cuenta. No sé exactamente cómo debería sentirme ante esta situación, ni cómo he logrado actuar de manera tan relajada con Angie estos días sin mencionarle nada al respecto.

Paola y yo coordinamos vernos hoy en su trabajo para iniciar la conversación y al mismo tiempo coordinar algunas cosas necesarias.

—Estarling, ¿todo bien? —preguntó Ashely al entrar en mi habitación con una taza de café.

—Sí, todo bien. Solo sigo pensando en todo lo que ha pasado recientemente. —respondí y en ese momento, Ashely se sentó a mi lado, entregándome la taza de café.

—No puedes imaginar cuánto lamento que estés pasando por esto. —dijo en voz baja— Pero, lo que más lamento es ver cómo seguían con el juego. ¿Pensaban que nunca se darían cuenta?

—Pero lo hicimos. —recalqué— En unos minutos me reuniré con Paola. Debemos coordinar cómo haremos esto.

—Sé que estarán bien —asentí ante su comentario mientras tomaba el café—. Estarán bien porque se tienen el uno al otro.

—¿Realmente crees eso?

—Sí. —respondió rápidamente— Puede que la conexión entre ustedes crezca, claro. —casi me ahogo con el café por su comentario, ella soltó una risa—. Pero, estarán bien.

—Disfrutas haciendo comentarios así mientras estoy bebiendo café. —reproché y ella continuó riendo.

—Es que me encanta ver tu expresión en el momento. —respondió disfrutando de la situación— Pero, en serio, Estarling. —su tono de voz cambió— Sé que estarán bien. Si trabajan en equipo, lo harán bien. Estoy segura de eso.

—Gracias, tonta.

—De nada. —me brindó una sonrisa—. Sigue preparándote; yo saldré a comprar algunas cosas que faltan en la despensa. —se levantó de la cama y se alejó— Estarling. —cuando mencionó mi nombre, la miré fijamente— Estarás bien, no te preocupes.

—Te quiero. —dije porque es cierto. Ashely siempre sabe decir lo correcto en el momento adecuado, y no sé cómo, pero siempre todo lo que me dice se cumple; su instinto es muy acertado.

—Yo también. —respondió saliendo de la habitación.

Terminé de tomar el café mientras revisaba algunas cosas del trabajo en mi celular. Al terminar, tomé mis llaves y salí de la habitación. Cerré la puerta y en unos segundos, ya estaba en el estacionamiento encendiendo el auto.

Salí de allí y enseguida estaba en la carretera. La floristería quedaba cerca del asilo donde están mis padres, pero mi fecha de visita no era en este día; sin embargo, pronto iré.

Mientras iba por la carretera, puse mi playlist de música clásica y una sensación de paz inundó mi sistema. La música siempre tenía ese efecto en mí; además, la música clásica es especial para mí por mis padres, por mi familia.

Al acercarme al asilo, me detuve un momento y pude ver el jardín; allí estaban mis padres, disfrutando de lo que sea que estuvieran tomando mientras hablaban con otros pacientes. Una sensación de felicidad invadió mi ser al verlos riendo; su felicidad es la mía, y me alegra verlos tan bien, aunque no estén conmigo.

Seguí por la misma calle y ya me encontraba frente a la floristería. Me estacioné y salí del auto. En ese momento, la presencia de Paola se hizo evidente. Ella estaba ayudando a un cliente a acomodar un arreglo de flores en el asiento trasero de su auto, y un cierto brillo se veía en su rostro. Se notaba que disfrutaba de su trabajo.

Por Primera Vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora