XXI | Me gustas. Parte 2.

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Paola.

Sus besos, su caricia, todo de él para mí se sentía perfecto, pero mi cuerpo en ese momento no lo estaba viendo así. Mi cuerpo estaba comenzando a sentir un torbellino de emociones, que sabía que no eran a causa del beso, era a causa del Parkinson.

En un momento nos despegamos porque escuchamos algunos pasos y era Paris avisando que ya era hora de cerrar. Nos despegamos por un instante y luego él volvió a acariciar mi rostro, pero. Su caricía no la estaba disfrutando, no por él. Por los tics y temblores que mi cuerpo estaba comenzando a sentir.

—¿Puedes esperarme afuera mientras termino aquí? —le pedí y él asintió en acuerdo.

—Bien, estaré afuera. —acordó mientras se levantaba de la silla— ¿Todo esta bien, Paola?

Solté un suspiro y intenté fingir una sonrisa, no quería preocuparlo.

—Estoy bien. —respondí mientras me levantaba de la silla— Solo debo de terminar de guardar algunos utensilios y quitarme el delantal. —informé.

—Bien. —asintió— Estaré afuera.

En ese momento salió del invernadero y yo intenté hacer juegos de respiracion para controlarme, me tomé las pastillas que debía, pero no sentía ningun cambio.

Intenté ignorarlo, creyendo que solo sí lo hacía me sentiría un poco mejor. Así que, guardé todos los utensilios que estaba usando antes de que Estarling llegará.

Salí del invernadero para dirigirme a la caja registradora, allí estaba Paris terminando de cerrar todo y cuando notó mi presencia me brindó una sonrisa.

—¿Como te sientes?

—Bien por la sorpresa de Estarling, pero... —en ese momento no tuve que decir más porque ella dirigió su mirada a mis manos.

—Oh mierda. —tomó mis manos— ¡Estan temblando mucho! Hasta se sienten calientes.

—Sí.

—¿Le dirás a Estarling?

—No. —negué— Estaré bien. Solo necesito estar tranquila.

—Paola...

—Paris, estaré bien. —afirmé pareciendo muy segura y me despedí para salir al estacionamiento.

Allá estaba Estarling esperandome, me hizo una señal para saber que ese era su auto y entró a él dejandome la puerta abierta. Joder, esta vez me hubiera gustado que su lado caballeroso saliera y que él cerrará la puerta.

Los tics y temblores no me dejarán hacerlo.

Cuando llegué a su auto, entré y me senté en el asiento del copiloto, no sé de donde saqué las fuerzas para poder cerrar la puerta, pero lo hice.

Despues de ello observé a Estarling, él tenía un cierto brillo en sus ojos y sonreí.

—¿Porqué brillan tus ojos ahora? —pregunté y él sonrió.

—Siendote honesto, una parte de mí no lo sabe. —confesó— Pero, otra parte de mí cree que es por ti, lucecita.

—¿Lucecita? —pregunté sorprendida.

Se acercó a mí y acarició mi cabello desaliñado.

—Para mí eres como un faro de luz, ese que los capitanes ven de lejos, esa lucecita les da la señal de que están cerca de tierra firme, osea que están cerca de su destino, su hogar. —se detuvó de hablar y tomó mi rostro con sus manos— Tu eres esa lucecita para mí.

En ese momento dejó un beso en mi frente y me abrazó, se sintió un abrazo calido, especial, lindo. Todo en base a él producía en mi ser sentimientos buenos, sentimientos que no había sentido antes. Pero, ahora el parkinson no los está interpretando bien y me debilita a causa de los temblores, no tengo fuerzas nisiquiera para abrazarlo, no puedo.

Estarling creo que estaba sintiendo los temblores en mi cuerpo así que dejó de abrazarme y me observó, me sentía muy vulnerable en ese momento, no quería que el quiera como lucho con mi propio cuerpo intentando mantener la compostura, pero el parkinson no sabe de eso.

Cerré los ojos y sacudí mi cabeza, sentía como los temblores se hacían más fuertes y estaba sintiendo ganas de llorar. No quería eso, no quería quebrarme así delante de él.

—Estoy aquí para ti, Paola. —comentó en un susurro— No importa lo que pase, no tienes que enfrentarlo sola. —soltó un suspiro y acarició mis hombros— Soy tu soporte, no lo olvides.

—Quiero estar contigo, Estarling, pero tengo miedo. —confesé, con voz temblorosa, sentía como mi voz temblaba tanto como mis manos— Tengo miedo de que esto, mi condición, sea demasiado para ti.

Estarling tomó mi rostro entre sus manos, sus pulgares acariciaban suavemente las lágrimas que comenzaban a formarse en mi rostro.

—Nada podría alejarme de ti. —aseguró— Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

—¿Juntos?

—Juntos.

Él dejó de nuevo un beso en mi frente y comenzó a hacer formas en mis manos, para que me concentrara en ellas y eso me hizo sentir mejor.

En la aceptación y el cariño de Estarling, encontré hoy una nueva fuerza. Una fuerza que me enseñó a no esconderme con él, a saber que sí podemos pedir ayuda, a luchar contra los desafíos que me presente la vida, sabiendo que no estaba sola.



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Hola, andamos de nuevo por aquí en esta serie de capítulos sobre esta confesion, este momento.
Decidí hacerlos así para llevar una continuación y desarrollar este momento tan especial de la mejor manera.

En la tercera parte conoceremos la perspectiva de Estarling y que lo motivó a llegar antes ese día, y como eso fue el motor para este momento. Emocionadas? Yo tambien.

Recuerden que pueden encontrarme en Twitter e Instagram como Iamdrajimenez_

Por allí podremos hablar más sobre esta historia.

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Nos leemos pronto <3

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