Capitulo 44

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Blair Potter 

A la mañana siguiente de haber sido el abismo letal y doloroso del mundo me convertí en piedra, no tenía por qué ser vulnerable a sus ojos y le demostraría que yo también podía ser igual que él, distante y fría. Al llegar a la sala común fui a buscar a Nott y le pedí perdón, me da que Daphne tuvo algo que ver porque casi al instante me perdono y los tres fuimos hasta nuestras clases, en medio de una clase de D.C.A.O. Blaise me contó que esa noche habría una "fiesta" hecha por el profesor Slughorn y que se podía invitar a alguien, me preguntó si querría ir con él, no era un plan que me interesara mucho pero sabía que lo hacía con toda su buena intención para olvidarme del resto y pasarlo bien por una noche así que acepté ir con él a la "fiesta" de navidad de Slughorn. 

Como todavía quedaban unas horas para tener que prepararme así que decidí investigar en los libros de hechizos y encantamientos que había cogido de la sección prohibida, fui a mi habitación y aproveche que Daphne no estaba para llenar mi mesa de notas, apuntes y libros de esas notas de aviso de posible muerte. Al abrir el primer libro había mas magia oscura que otra cosa pero no perdía nada en buscar en él, tal vez el mero hecho de mandar una nota de muerte no era lo peor que iba a leer en toda mi vida y tampoco es que fuera a practicar con ella. A las dos horas de mirar y dejarme la vista en los libros me rendí de buscar algo en los libros y me centré en las notas, para ser concreta lo hice en la primera, ya que era la que más información me daba del asunto, no indagaba en la letra sino en las palabras, puede que la letra no pudiera reconocerla pero la escritura, la forma de hablar y escribir si. Lo que más me extrañaba era que si me conocía yo no conociera a esa persona, y ¿por que se tomaba tantas molestias en ocultar su identidad? si me tenía confianza como para salvarle el pellejo ¿por qué no me lo decía directamente y ya? como le gusta a la gente complicarse la vida. Miré el reloj, ya era un poco tarde, debería empezar ya si quería llegar a tiempo. Me levanté de la silla, recogí los papeles y me fui a la ducha, como era una cena de navidad supuse que tendría que ir "elegante" si es que podía encontrar algo apropiado para ello. Al salir del baño vi a Daphne esperando para verme y, como no, se quejo de la ropa que llevaba, pues no era "apropiada para el sitio y el día", yo me defendí diciendo que era lo único que tenía y era verdad, además tampoco iba tan mal. 

–¿Qué tiene de malo llevar unos vaqueros normalitos? —me quejé. 

–Pues de todo, y mira que me encantan los vaqueros pero no para esto, y no creas que voy a permitir que vayas con el pelo mojado y esas ojeras. Venga, ponte esto y ahora sales, ya veras como después me das las gracias... —mientras me daba un vestido sencillo de color ocre y me hacía volver a cambiarme. 

No tarde mucho, al salir Daphne se giro para verme y aplaudió como si yo fuera su obra de arte, luego me sentó para peinarme y maquillarme, yo le dije que no quería nada exagerado y ella tomó nota de ello, principalmente porque sabría que luego me quitaría la mitad de lo que me hubiese puesto. No tardo ni quince minutos y estuve lista, me tomó de la mano y me llevó hasta un espejo que tenía en su parte del cuarto, al verme sonreí mientras ella me miraba orgullosa, el vestido me quedaba realmente bien, no era ni muy largo ni muy corto, perfecto para una fiesta de navidad, los zapatos eran del mismo color que el vestido mientras que mi pelo sin recoger y seco estaba perfectamente colocado mientras que el maquillaje era tan sencillo que apenas se notaba a no ser que me diese la luz, entonces brillaba. Me giré hacía mi amiga y le di las gracias un millón de veces antes de ir a la sala común a esperar a Blaise, el cual ya estaba esperándome, al verme me halago cual galán que era haciéndome reír, en esos momentos agradecía tener un amigo tan bueno como él. De camino a la fiesta del profesor íbamos haciendo algunos comentarios de como sería de extravagante al entrar o simplemente lo exagerado y fino que sería la fiesta, con lo que le gustaba el lujo y lucirse al profesor no era de extrañar que tuviese una fuente de chocolate que se pusiera a danzar por la sala. Ante esas suposiciones y dramatismos por nuestra parte nos echamos a reír. 

𝑬𝑵𝑬𝑴𝑰𝑮𝑶𝑺 𝑨 𝑴𝑼𝑬𝑹𝑻𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora