Capitulo 35

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Blair Potter 

Después de todo lo sucedido con Sirius, la orden, Voldemort y Harry apenas tenía habla, no se donde estaba, ni quien me estaba llevando del hombro, aun seguí asimilando todo lo que había pasado en el Ministerio hasta que noté una luz cegadora ante mi que me hizo cerrar los ojos y, sin darme cuenta apreté la mano de, que cuando bajé la mirada para comprobar de quien era, Harry estaba en tal estado de shock que no se había percatado de ello. Miré a mi alrededor, muchas cámaras intentaban sacarnos fotos a mi y a mi hermano, al lado de Harry estaba Dumbledore llevándonos lejos de ellos. Era asqueroso, aprovecharse de la muerte de un ser querido con tal de hacer noticia, ¿a ellos que más les daba quien habría muerto?. Tal vez a ellos no les importara pero a mi si, la única familia que nos quedaba había muerto y yo no había podido hacer nada. 

No se en qué momento fue que llegamos a Hogwarts pero, al llegar a la puerta del colegio vi a mis amigos, me miraban preocupados pero yo solo les dirigí una corta mirada de indiferencia y seguí a mi hermano, al cual aun seguía agarrada de la mano, temía que si me soltase se fuese de mi lado al igual que Sirius, del cual lo último que escuche de él fue como se reía de aquella situación donde su vida terminaría intentado salvarnos a nosotros. Llegamos al despacho de Dumbledore y nos hizo entrar por individual pero como yo no podía soltar a Harry me dejaron entrar con él, y no es que no pudiera, es que no quería, no tenía  tanta fuerza para quedarme sola, no ahora. 

No oí mucho de lo que Dumbledore dijo, entendí alguna que otra frase suelta y se que se trataba de que se avecinaban tiempos oscuros y difíciles para todos, sobre todo para nosotros. También llegué a escuchar que en algún momento tendríamos que hacer sacrificios por el otro pero yo no estaba dispuesta a perder a alguien más, y menos a mi hermano, si uno de los dos tenía que vivir para contarlo no sería yo, lo tenía tan claro que deje que, por primera vez después de lo ocurrido mi boca hablara. 

 – Estoy dispuesta a sacrificar mi vida y no me importaría tener que morir para ello. —cuando lo dije ambas miradas se posaron sobre mi y sentí que tenía que respaldar esa frase tan fuerte. —Ya lo hice una vez, no hay nada de nuevo en ello. 

Harry protestó pero yo tenía la mirada clavada en Dumbledore y él en mi, lo cual me daba mucha intriga por saber lo que estaba pensando. 

– Eso es una acción muy valiente por tu parte Blair, pero tanto valiente como estúpida... Aunque la admiro por ello. —eso me hizo ponerme a la defensiva. 

– ¿Estúpido? ¿arriesgar la vida cree que es algo estúpido? pues no opino lo mismo, no opino que Sirius hiciese algo estúpido por nosotros. —espeté. 

– Blair, basta —oí como mi hermano se ponía serio y supe que había hablado demasiado. 

– No he dicho eso en ningún momento, Blair, pero lo que pasa es que no puedes morir, por el simple hecho de que te necesitamos viva... —dijo Dumbledore intentando calmarnos a ambos. 

La conversación, o lo que fuese eso, no duro mucho más así que enseguida pude irme y encerrarme en mi cuarto a patalear y llorar como una loca, no conseguía asimilar todo lo de hoy y solo quería dormir y olvidar, sobre todo lo último, quería olvidar hasta en donde estaba y viajar, lejos, tan lejos como a otra galaxia. No se cuanto tiempo paso desde mi berrinche pero cuando estuve tan cansada como para parar me tumbé en mi cama y abrí los ojos no podía sentir nada, ni un sentimiento afloraba en mi, ni siquiera un pensamiento lo bastante   impactante como para hacer reaccionar a cualquiera, excepto a mi, que solo pestañeaba aburrida mirando al techo de la habitación, parecía que estaba siendo victima de mi imaginación y parecía que me estaba viendo morir. Incomodo, lento, agonizante y doloroso, si abría la boca para decir lo que sea no podría, notaba una cuerda de zarzas alrededor de mi garganta que me impedía hablar o tan siquiera algo tan fácil como tragar, sentía los ojos llorosos pero si soltaba una lágrima más me escocería, a primera vista mi cuerpo estaba relajado pero no estaba nada relajada, al contrario, tenía todas mis extremidades tensas y empezaban a dolerme por ello, de la herida ya ni hablamos, de tanto que me dolía me costaba moverme pero tampoco es que le pusiera remedio y mi corazón iba a mil, creía que en algún momento saldría de mi pecho, iba tan rápido que hasta me asustaba, me costaba respirar y cada vez me dolía más todo, de pronto los párpados empezaron a pesarme y temía que si cerraba los ojos me quedara sola y sin saber muy bien que me estaba pasando, intenté moverme pero me dolía mucho la herida, busqué con mi mano donde tenía las vendas y las noté húmedas, me estaba desangrando y no tenía ninguna forma de llamar a los otros, el miedo comenzó a invadirme y entre borrosas visiones acabé en el suelo, creí que me quedaría ahí y para cuando Daphne volviese ya sería tarde pero, por un ojo medio abierto vi como la puerta se abría y dos pares de pies aparecían, hasta ahí recordé antes de cerrar los ojos del todo. 

𝑬𝑵𝑬𝑴𝑰𝑮𝑶𝑺 𝑨 𝑴𝑼𝑬𝑹𝑻𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora