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JASON

Antes de electrocutarme, ya estaba teniendo un día horrible.

Me desperté en los asientos traseros de un autobús escolar sin saber dónde estaba, y tomado de la mano de una chica a la que no conocía. Esa no era necesariamente la parte horrible. La chica era linda, pero no sabía quién era ni lo que estaba haciendo él allí. Me incorporé y me froté los ojos, tratando de pensar con claridad.

En los asientos situados delante había varias docenas de chicos y chicas, escuchando sus iPod, hablando o durmiendo. Todos parecían más o menos de mi edad... ¿Quince? ¿Dieciséis? Bien, eso sí que daba miedo. No sabía cuántos años tenía.

El autobús avanzaba con estruendo por una carretera llena de baches. Por las ventanillas pasaba el desierto bajo un radiante cielo azul. Estaba seguro de que no vivía en el desierto. Intenté hacer memoria... Lo último que recordaba...

La chica me apretó la mano.

"¿Estás bien, Jason?"

Llevaba unos vaqueros desteñidos, unas botas de montaña y un forro polar. Tenía el cabello color chocolate cortado de forma desigual, con finos mechones trenzados a los lados. No llevaba maquillaje, como si no quisiera llamar la atención, pero no le daba resultado. Era muy linda. Sus ojos parecían cambiar de color como un caleidoscopio: marrones, azules y verdes.

Le solté la mano.

"Esto..., yo no..."

En la parte de delante del autobús, un profesor gritó:

"¡Está bien, yogurines, escuchen!"

Era evidente que era un entrenador. Llevaba una gorra muy calada en la cabeza, de forma que solo se veían sus ojos pequeños y brillantes. Tenía una perilla fina y cara avinagrada, como si hubiera comido algo podrido. Sus musculosos brazos y su pecho abultaban bajo un polo de vivo color naranja. Su pantalón de chándal y sus zapatillas Nike eran de un blanco inmaculado. Del cuello le colgaba un silbato, y llevaba un megáfono sujeto al cinturón. Si no hubiera medido un metro y medio, habría dado mucho miedo. Cuando se puso de pie en el pasillo, uno de los alumnos gritó:

"¡Levántese, entrenador Hedge!"

"¡Lo he oído!"

El entrenador escudriñó el autobús en busca del ofensor. Entonces sus ojos se fijaron en mi y su entrecejo se frunció aún más.

Me sobresalté. Estaba seguro de que el entrenador sabía que aquel no era mi sitio. Me iba a llamar y a preguntar qué estaba haciendo en el autobús... y yo no tenía ni idea de lo que iba a decir.

Sin embargo, el entrenador Hedge apartó la vista y carraspeó.

"¡Llegaremos dentro de cinco minutos! Quédense con su compañero. No pierdan las hojas de ejercicios. Y si alguno de ustedes causa problemas en esta excursión, mis preciosos yogurines, los mandaré personalmente de vuelta al campus a la fuerza."

Cogió un bate de béisbol e hizo como si estuviera golpeando una pelota.

Miré a la chica que tenía al lado.

"¿Puede hablarnos así?"

Ella se encogió de hombros.

"Siempre lo hace. Estamos en la Escuela del Monte. «Donde los alumnos son los animales»."

Lo dijo como si fuera un chiste que nos hubiéramos contado antes.

"Ha habido un error." dije "Yo no debería estar aquí."

ᴇʟ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴘʀᴏғ  ᴇᴄɪ́ᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora