Solo él

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Pov Kara: 

Gritos ahogados, aterrorizados, agonizantes se oían de fondo; suplicas, llantos, imploraciones en todos los idiomas. Seguí avanzando sin importarme nada más que el pequeño pelinegro aprisionado a mi cuerpo, oyendo sus sollozos, los cuales me dolían más que todas las heridas abiertas

Vi cuando una luz plateada cegadora resalto, iluminando la acera, permitiéndome vislumbrar los rostros aterrados de quienes aún se mantenían en pie, viendo cuerpos esparcidos por todos los sitios, oliendo el hedor que desprendían al ser carbonizados

Sabiendo lo que seguía a continuación nos arrojé al piso, protegiéndolo con mi cuerpo, sintiendo cada una de mis extremidades arder, la sangre correr como durante todo este tiempo, oyendo el estruendo ensordecedor segundos después

Sentí temblar al pequeño, abrazándolo más fuerte para intentar transmitirle calma, cerrando los ojos al sentir el impacto de las esquirlas atravesarme como pequeñas dagas incrustándose en mi piel

La mezcla de calor y frío acompañaba cada fragmento metálico, como si el mismo infierno se desatara en cada herida; sin embargo no me importaba, solo debía salvar al pequeño inocente, lo puse en riesgo por mi imprudencia, por no pensar, subestimando la inteligencia de mi maldito coronel

-Aunque me cueste la vida, salvare la tuya – susurre en su oído, aprisionándolo más fuerte, esperando que cesaran las detonaciones – no te abandonare

Sentí un dolor desgarrante en mi hombro y pierna izquierda que se sumaba a la herida abierta en mi vientre, al observar note vidrios atravesándolo de lado a lado, pero era lo menos importante ahora, debía mantenerlo a salvo, era lo único en mi mente, por eso me incorpore como pude cuando cesaron las detonaciones, corriendo hacia la base

-Tengo miedo – dijo con voz temblorosa, sollozante

-No tienes porque, peque – lo abrace más fuerte, incrementando la velocidad, sintiéndome temblar – te protegeré aunque me cueste la vida, lo juro

- ¿Serás mi mamá? ¿tú me cuidaras? ¿no me dejaras por ser una carga? – se separó conectando sus ojos azules con los míos al momento de cruzar la barrera, donde finalmente estaríamos protegidos, o al menos eso creía

-Mi única carga seria abandonarte, cuidare cada uno de tus pasos, estaré a tu lado – caí de rodillas debilitada, pero no lo solté, no podía hacerlo, nunca lo haría – puedo ser tu madre, amiga o salvadora, lo que prefieras – caí de espaldas, observando todo nublado – ten por seguro que tú, siempre serás mi pequeño protegido, pero ahora por favor ve con ellas

- ¡Señorita! – oí lejos, todo era negro, borroso, sin embargo vislumbre tres siluetas que me tranquilizaron momentáneamente – por favor, no me abandone – lo último que sentí fueron dos pequeñas manos en mis mejillas, apretándome con fuerza

- ¡Mamá! – desperté sobresaltada incorporándome, respirando agitada, sin comprender bien donde me encontraba - ¿mamá? – enfoque la vista encontrando a mi pequeño observándome cauteloso

-Yamal – me senté erguida sin quitar mi vista de la suya - ¿esas te parecen formas de despertarme? – seguía mirándome, intentando disimular la sonrisa - ¿dónde está mi beso de buenos días? – me abalancé hacia el aprisionándolo en un abrazo, llenando su rostro de besos, deleitándome con su preciosa risa

-Ma, ma, mamá – hablo entre risas, intentando liberarse, sin éxito

-Sabah al-khayr ya, amir – hable en árabe, besando su frentecita

-Shhh – coloco su dedito en mis labios, observando a todos lados – a ella no le gusta que hablemos así

-Ella no está y aunque lo estuviera no me importa, tú eres mi prioridad, amir – bese su naricita dándole la vuelta, haciéndole cosquillas, oyendo su preciosa risita - ¿qué hacemos hoy, hijo?

ChoqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora