Alaia era una chica muy inteligente y además conocía muy bien a su amigo pelirrojo, ella sabía que algo le había pasado, intento preguntarle en varias ocasiones, pero solo obtuvo respuestas cosas como "no me pasa nada" o "estoy bien lía" por parte de él, cuando Oliver estaba triste se le notaba muy fácil, pues él era un chico que la mayor parte del tiempo solía estar muy feliz o incluso podríamos decir que entusiasmado así que no fue muy difícil para Alaia notar que algo le había ocurrido, pero se dio cuenta de que él realmente no quería hablar del tema por lo que le dejó de insistir, los jóvenes se llevaban cada vez mejor y sentían que debían recuperar todo el tiempo perdido entre ellos.
Hablaban tranquilamente mientras apreciaban frente a ellos un pequeño lago muy llano, que no dejaba de brotar agua, Alaia en silencio se dedicaba a admirar como los colores cálidos que atrae consigo el atardecer hacían que sol se comenzara a esconder en el horizonte, pensando que Oliver también estaba admirando ese paisaje, pero lo que ella no sabía era que él no miraba el cielo, sino que la miraba a ella, el pelirrojo estaba concentrado en contar cada pequeña peca de su cara, las cuales se extendían desde su nariz a sus maquillas, simplemente le parecían lo más hermoso que alguna vez había visto, ella apreciaba su vista perfecta, pero para él, ella era la vista perfecta, y por primera vez en la tarde Oliver decidió hablar.
- ¿En qué piensa?
- Puedes tutearme, ya te lo dije- lo mira.
- Perdón lo olvidé, entonces ¿En qué piensas?- Si bien Oliver no se había acostumbrado a tener este tipo de relación con ella después de tanto, sin dudas que le encantaba.
- En que serías un gran modelo.
- ¿Cómo?- ¿Había escuchado un cumplido hacia él o estaba volviéndose loco?
- No te muevas, vuelvo enseguida.
Apenas la de ojos azules termina de decir eso, se para y corre con prisa hacia el interior del castillo, luego de unos minutos donde Oliver se estaba aburriendo sin tenerla allí para molestarla, Alaia vuelve con un caballete en una mano, con un bolso bastante manchado de lo que parecía ser pinturas de diferentes colores en la otra y con una sonrisa en su cara, mirándolo con emoción, a Oliver le encantó ver esa sonrisa en su cara, ya que le recordaba a como le sonreía cuando eran niños, después de tanto, esas sonrisas volvían a ser dedicadas a él.
- ¿Qué vas a hacer?
- A tomarme un café ¿Quieres uno?- Dijo con clara obviedad.
Oliver no entendía absolutamente nada, pero nunca se podía saber que pasaría cuando se trataba de Alaia y eso lo sabía muy bien.
- ¿Qué te parece que haré? Ven, ponte como te diga- La chica comenzó a armar el caballete donde puso un lienzo que estaba nuevo y luego de eso comenzó a sacar la tabla con pinturas que tenía el bolso.
- ¿Vas a pintarme? Vaya, sabía que estabas enamorada de mí, pero no pensé que llegaras al nivel de acosadora.
- Cierra la boca o haré que te encierren en el calabozo, haz una pose que sea fácil de pintar, rápido vamos.
- Lo que tú digas lía- Oliver se enderezó e hizo una pose bastante simple donde solo estaba quieto mirando a Alaia con una pequeña sonrisa en su cara.
- No te muevas.
Oliver posa para ella y se queda quieto viendo como la joven frente a él comienza a pintar, el tiempo comenzó a pasar y al chico ya le molestaba el silencio así que comenzó a hablar sin parar sobre todo lo que podía encontrar a su alrededor, claramente que hablara y se moviera tanto molestaba a Alaia la cual no podía pintar tranquila.
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UNA PRINCESA DIFERENTE
Roman d'amourElla se guiaba por la razón, él por el corazón, ella era como un témpano de hielo, él la chispa que podía derretirla, ella decía que no tenía debilidades, pero era la debilidad de él. Alaia y Oliver se habían conocido a los cinco años, y once años f...