En este punto Alaia creía que el universo le estaba gritando en la cara que Oliver no era para ella, cada intento que había hecho para poder declararse fue en vano, siempre eran interrumpidos por alguien o algo, estaba comenzando a pensar que lo mejor sería rendirse e ignorar al pelirrojo lo más posible, sin tener contacto alguno ¿Pero a quién iba a engañar? Un segundo lejos del chico le rompía el corazón, la pregunta de si estaba enamorada no paraba de rondar su cabeza, tal vez era una palabra muy fuerte, pero ¿Cómo podría saber si lo estaba? Nunca se había sentido así con nadie más.
Nunca se hubiera imaginado estar así de tonta por un chico, ella no era así, en los últimos años se había vuelto irreconocible, fría, pero desde que volvió Oliver a su vida todo había cambiado, la había vuelto blanda y eso en parte le gustaba, pero tenía miedo de salir lastimada, tenía miedo de volver a confiar.
— ¿Me estás escuchando ángel?— dijo Dalia mientras le chasqueaba los dedos frente a la cara de su amiga, sacándola así de su viaje astral.
— ¿Qué?— soltó sorprendida Alaia —perdón rubia, tengo mil cosas en la cabeza— habló desanimada y dejó salir un suspiro pesado.
— Si ya veo, mira que vos solés estar en la luna, pero hoy parece que te tomaste un viaje de ida sin vuelta— dijo con una pequeña risa para subirle el ánimo a su amiga —¿Por qué estás así ángel? No me digas que es por el corto de cerebro de Oliver porque me mato acá.
— Pero si hasta hace unas semanas lo amabas y poco más y querías que me casara con él— dijo haciendo una mueca de confusión por el cambio repentino de imagen sobre el chico.
— Estás hablando en pasado ángel.
— ¿Y ahora te cae mal?
— Pero es que como para no, ese chico es más lento que un caracol con muletas, no te roba un beso ni aunque tenga todo el tiempo de la vida, tampoco es que yo sea la más valiente del mundo, pero lo de él es impresionante.
— Bueno, yo también tuve oportunidades y tampoco me atreví a hacer nada, es que me muero de vergüenza cuando lo tengo enfrente Dalia— dijo Alaia mientras tomaba un almohadón de su cama y se lo ponía en la cara para ocultar el rubor que había comenzado a darse en sus mejillas.
— Pero vos sos mi amiga ángel, aunque si querés te reprocho lo que vos no haces, yo no tengo problema.
— No, gracias— trató de decir Alaia, pero las palabras no se habían escuchado muy bien gracias a que seguía bajo la almohada.
— ¿Por qué el tiempo de los heterosexuales es tan lento? Con mi novia en este punto si fuéramos ustedes ya estábamos casadas y con un perro— Dalia estaba cansada de escuchar los lamentos de su amiga, alguno de los dos tenía que atreverse a hacer algo de una vez por todas.
— Cuando quieras deja de restregarme tu relación perfecta, pero tu tranquila— dijo la pelinegra con notorio sarcasmo y claramente en broma, en realidad estaba muy feliz porque su amiga encontrara el amor.
Dalia había conocido a una chica de Italia llamada Alice, tenían tantas cosas en común que parecía que estaban hechas una para la otra, era obvio que Alaia estaba feliz por su amiga, sabía que la rubia se merecía a alguien que la ame tal y como es, pero también era verdad que estaba un poco cansada de tener que soportar a su amiga hablando todo el día y toda la noche de ella, más aún cuando ella deseaba estar así con Oliver, aunque no lo iba a admitir, aún era muy pronto.
— Hablando de eso ¿Te dije que se cortó el cabello? Está tan bonita — dijo emocionada Dalia por poder hablar de su novia.
— Me lo dijiste unas cuatro veces desde que entraste a la habitación— dijo con un tono seco ya un poco harta pero aún bromeando.
De la nada ambas amigas sienten como alguien golpea lentamente la puerta de la habitación desde la parte de afuera.
— ¿Sí? ¿Quién es?— pregunta Aláia gritando un poco hacia afuera, ambas amigas escuchan como una voz masculina grita "Soy yo majestad" y de inmediato reconocen que se trata de Daimon, así que Alaia se para de la cama para ir a abrir la puerta.
Cuando la pelinegra abre la puerta se encuentra con el rubio quién lucía algo cansado.
— ¿Estás bien Daimon? ¿Pasó algo?
— No majestad, solo subí muy rápido las escaleras— dijo rápidamente y sin aliento, cuando el chico retomó el aire pudo seguir hablando — señorita abajo esta su hermano con un chico que dice conocerla, pide por favor que baje.
— Medio hermano Daimon— le corrige fríamente —y diles que ya bajo por favor, gracias por venir a avisarme.
— De nada majestad, la veo abajo— suelta para comenzar a bajar las escaleras, Alaia entra a la habitación y cierra la puerta para darse vuelta y ver a Dalia mirándola con una cara pícara.
— Tú siempre dices que no tienes ningún chico interesado en ti, pero por lo que acabo de ver a ese chico que acaba de irse le brillaban los ojos al mirarte.
— ¿Qué? ¿Daimon? Estás loca rubia, él sí que es solo mi mejor amigo.
— Mm si claro, bueno si tú no lo quieres y lo mío con Alice no llega a resultar yo lo pido.
— Lo que tú digas rubia, debo bajar ¿Me acompañas?— dijo sin darle importancia mientras terminaba de cepillar un poco su cabello.
— Claro que sí, no me quiero perder del chisme.
Alaia bajo las escaleras junto con Dalia aunque esta venía un poco más atrás que ella, al llegar al último escalón se encontraron con Tomás y a su lado había un chico alto, de cabello castaño y ojos color hazel, los cuales miraban a la reina con firmeza mientras le regalaba una sonrisa coqueta que dejaba ver la perfecta dentadura del chico.
— Hermanita él es Máximo ¿Lo recuerdas?— dijo presentando a su amigo, quién seguía mirando a Alaia con atención.
— Me temo que no— Alaia estaba igual de confundida que de extrañada por el comportamiento repentinamente amable de su medio hermano.
— Estuvo en mi fiesta de cumpleaños hace unos meses.
— Solo llegamos a saludarnos de lejos, es una lástima que no la haya podido apreciar como se debe majestad, es mucho más preciosa aún de cerca— habló por fin el chico con una voz gruesa y tomando su mano lentamente para luego depositar un beso en los nudillos de esta.
A Dalia solo le faltaba una cubeta con pop corn y estaba presenciando literalmente una telenovela, abrió grande la boca con sorpresa soltando un grito agudo detrás de Alaia y le pegó un empujón para que esta diga algo, pero para sorpresa de todos Alaia se quedó embobada sin razón en los ojos del chico que tenía enfrente y tomaba su mano.
Daimon, quién también estaba mirando toda la escena con una cara de ganas de vomitar sentía que alguien miraba desde la puerta de afuera del castillo así que fue a ver si había alguien y se llevó una gran sorpresa cuando vio que Oliver había estado viendo todo desde que Alaia bajo las escaleras hasta que se quedó mirando al tal "Máximo", el chico estaba vestido con una camisa formal y tenía un ramo de flores de color amarillo muy alegre en su mano, pero su cara demostraba todo lo contrario a la alegría, si Daimon pensaba que estaba triste, Oliver se quería morir.
— Parece que ahora somos tres en la competencia— dijo palmeando el hombro del pelirrojo y mirando a Alaia riendo tímidamente con Máximo.
Oliver sentía como el corazón se le caía al piso, sin dudas la peor sensación del mundo.
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UNA PRINCESA DIFERENTE
Roman d'amourElla se guiaba por la razón, él por el corazón, ella era como un témpano de hielo, él la chispa que podía derretirla, ella decía que no tenía debilidades, pero era la debilidad de él. Alaia y Oliver se habían conocido a los cinco años, y once años f...