La huida

40 5 2
                                    

Durante un momento, y pese a la explosión de dolor que lo invadió por entero desde las entrañas, llegó a creer que, por el contrario, había sido Sigma quien alertó a Nikolái de las intenciones de Kamui, como ahora lo hizo Nikolái con él de las de Dazai, a través de un intermediario. Habían perdido, se dijo, notando su carne retorcerse bajo el peso del arma. No tenía la menor idea de qué habían usado, pero lo que supo claramente fue que le habían destrozado el cuerpo con ella.

El vampiro se quedó allí, manteniéndola hundida en él, quieta.

Con los oídos pitando y el corazón bombeando con tal fuerza que pensó que iba a terminar por ensordecerlo, Fiódor se giró para ver la mirada triunfal de Dazai, acercándose con una evidente cojera. A su lado, Nikolái le dedicó una mirada de tal desconcierto que tuvo que creer que fue sincero. Pese a todo, la herida y el odio burbujeante, solo menguado por su confusión, pudo ver al otro con claridad.

De alguna manera había tenido que llegar allí con Sigma, al igual que lo había hecho el ejecutivo de la Port mafia, de modo que bajó la cabeza, en clara señal de resignación.

Sus palabras le supieron a veneno, como el que le corría por las venas, se recordó, una vez que tragó con pesadez para conseguir articular esa petición que salió en un hilo de voz. Hace tiempo que no se oía a sí mismo hablando en su idioma natal, pero ahí estaba. Pidiendo lo que se había negado a decir cada vez que le habían acorralado.

Estuvo seguro de que Dazai lo entendió tan bien como lo hizo Nikolái, pero el detective no fue capaz de impedirle moverse. Apenas cerró los ojos, pensando que cedía a su herida, Fiódor se sintió envuelto por un remolino, dejando atrás el helicóptero que podría haberse vuelto su sepultura si Nikolái no le hubiera sacado de allí.

A partir de entonces, su entorno se volvió rápidamente brumoso, entre un salto y otro, reparando en la debilidad progresiva y aplastante de la herida. Notaba el arma, el sabor desagradable que le llenaba la boca, hasta que se halló tumbado bajo un cielo estrellado. Poco importaba dónde hubieran llegado.

—¿Lo tienes? ¿lo has tomado? —preguntó de pronto, notando su consciencia reducirse a una fracción de lo que solía ser y que únicamente le permitía saber que se moría y que no estaba solo. O lo estaba, entendió. Finalmente, ¿Dios le había dejado a su suerte?

—¿Qué cosa? —escuchó que preguntaba Nikolái. Le oyó distante y agitado, como si una parte de sí estuviera procesando lo que había hecho.

—El maletín... —si fuera sincero consigo mismo, diría que no pensaba que morirse fuera un precio a pagar justo si con ello acababa con la vida de Dazai, pero frente a la opción que de que siguiera vivo, la prefería.

—Sí.

Sonrió. Así que, al final, no estaba solo.

—Ese perro morirá —sí, moriría, viendo con impotencia cómo le abandonaban las fuerzas de forma irremediable mientras comenzaba a desangrarse. Se sentiría desconcertado y, momentos antes, iría a darse cuenta de su error: haber creído que podía estar a su altura.

—No lo hará.

Fiódor llegó a girarse, usando lo que le restaban de fuerzas. Atisbó la figura encorvada de Nikolái que se llevaba las manos enguantadas a la nuca, mascullando como había hecho segundos antes de que Kamui lo atravesara con su vieja espada de comandante. Solo entonces Fiódor supo claramente que había estado rezando todo ese tiempo.

—¿Por qué...?

—No fui capaz... Era una treta para hacerlos moverse... —dijo Nikolái.

El consuelo que había sentido frente a la posibilidad de la muerte de Dazai, rápida pero dolorosa, se fue como lo hizo su lucidez y de aquel modo fue que se había salvado la vida de aquel idiota una vez más. Fiódor habría querido alargar su brazo, estrujar su cuello entre sus manos hasta sofocarle, deleitándose con el inevitable chasquido que sonaría, sumado al estertor propio de un moribundo, para que, así, finalmente pudiera hacerle pagar por todo, pero, al final, se vio sumido en una oscuridad completa.

Abandonado en un maremoto de negrura.

EL BUFÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora