La peregrinación

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Era necesario moverse, caviló Fiódor al cabo de poco tiempo, pese a que no viera grandes mejoras en sus heridas. Precariamente cerradas y a riesgo de sufrir infecciones, tuvo que admitir que lo mejor era salir de allí, mientras aún pudiera ser dueño de su cuerpo. Al final, les habían reducido a un grupo replegado que no tendría más opción que lamerse las heridas antes de decidirse por salir y ver la luz nuevamente.

—¿Y cómo piensas hacerlo? —se atrevió a preguntarle Sigma una vez que le confió su plan. Si bien le cuestionó, no pudo sostener su mirada. Sin importar qué hubiera visto cuando usó su habilidad en él, no diría gran cosa, se convenció Fiódor cuando se dignó a darle un vistazo y salir de su ensimismamiento.

Sintió aversión, por más de un motivo. Pero, de todos, resaltó el hecho de que, aun cuando había sufrido una herida equiparable a la suya, Sigma ya estaba de pie, sanando con una rapidez que nunca había experimentado en su vida.

—A saber por qué te habrá elegido con lo poco perspicaz que resultas —no evitó decir Fiódor tratando de forzar media sonrisa. Duró más bien poco. La herida en el costado le robaba quejas cada vez más pronunciadas y le tenía sumido en una fiebre continua que le obligaba a mantenerse quieto la mayor parte del tiempo.

Sólo entonces vio a Nikolái. Estaba de pie, una vez más encorvado y mascullando entre dientes mientras escribía quién sabe qué, mostrándose abstraído y ajeno a la conversación que discurría en el mismo cuarto, dentro del cual daba vueltas.

—¿Piensas que, durante todo este tiempo, no me hice de una red valiosa de ayudantes? —dijo Fiódor, tratando de ignorar al otro—. Ah, dentro de un tiempo, todos no serán más que fantasmas con los cuales pensar. Cada rostro, cada nombre...

Tenía una lista prioritaria de la cual ocuparse. Rodarían cabezas, empezando por las de Fitzgerald, Ougai Mori y Yukichi Fukuzawa, y, sobre todo, la de Osamu Dazai que ahora mismo tenía que seguir regodeándose con su victoria.

—¿Lo suficientemente valiosa como para sacarte de aquí sin ser visto? ¿Y a dónde piensas ir exactamente? Con todo lo que ha pasado, estoy seguro de que las alertas estarán en lo alto y la seguridad...

—Al fin una pregunta que importa... —dijo Fiódor, interrumpiéndolo y tratando de sentarse, cubriéndose su torso con la mano vendada. Ahogó una queja y así apretó los dientes, falto de aire—. Para responder, algunos dirían simplemente "regreso a casa".

Supo que Sigma y Nikolái intercambiaron miradas entre sí. Uno con una pizca de escepticismo y el otro de miedo. En cambio, aquello a Fiódor le produjo un breve instante de agrado considerable si se le comparaba con cualquier otro que hubiera podido tener durante los últimos días y así llegó a esbozar un amago de sonrisa.

—Dime, Sigma, ¿qué puede ser más peligroso que un hombre que ya no tiene nada que perder?

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