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A Taehyung se le cayó el corazón a los pies. La comida que llevaba estuvo a punto de seguir el mismo camino cuando giró en redondo otra vez, para encontrarse cara a cara con el capitán del Maiden Anne; pero fue el primer oficial quien apareció al otro lado de la puerta. En un principio pareció recorrerlo de arriba abajo con unos ojos escrutadores. Aunque en realidad, esa mirada no fue más allá de un mero reconocimiento.

—¡Vaya, si eres un mequetrefe...! Me extraña no haberlo notado cuando te contraté.

—Tal vez fuera porque estaba usted senta...

La palabra se le ahogó en la boca, porque él le sujetó el mentón entre el pulgar y el índice para moverle la cara de un lado a otro. Taehyung se puso pálido, pero él pareció no percatarse.

—Ni un pelo de barba —comentó en tono claramente despectivo.

Él volvió a respirar y a duras penas logró dominar la indignación que sentía en su papel de Tae.

—Solo tengo quince años, señor —señaló Taehyung con tono razonable.

—Demasiado delgado, para quince años. ¡Pero si es más pesada que tú! —Con los dedos le palpó el antebrazo—. ¿Dónde tienes los músculos?

—Todavía estoy creciendo —le espetó Taehyumg, que estaba poniéndose furioso ante semejante examen; su anterior nerviosismo se fue transformando en una rabia contenida—. Dentro de seis meses no podrá usted reconocerme.

Cosa absolutamente cierta, pues por entonces ya habría abandonado su disfraz.

—Es cosa de familia, ¿no?

La expresión del joven se tornó precavida.

—¿El qué?

—La estatura, chico. ¿De qué otra cosa voy a hablar? No será de las facciones, ciertamente, porque tú y tu hermano no os parecéis en nada.

Y se echó a reír con una carcajada resonante.

—No sé por qué lo divierte eso, señor. Es que somos hijos de diferentes madres.

—Ah, ya me parecía que había algo diferente, sí. Conque las madres... ¿Por eso tú no tienes acento escocés?

—No sabía que para este trabajo tuviera que contar la historia de mi vida.

—¿Por qué te pones tan a la defensiva, pequeño?

—Basta, Woo —interrumpió otra voz grave, que encerraba una clara advertencia—. No es cuestión de ahuyentar al muchacho, ¿verdad?

—¿Y adónde podría huir? —rio el primer oficial.

Amable y tirano - KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora