27. Brutal

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(Isabella's Version)

El camino de vuelta a casa resultó un tanto complicado para Isabella, pues no sólo fueron acompañados por una lluvia torrencial que ocasionó que los veinte minutos de viaje que solían tardar normalmente se convirtieran en cuarenta y contando, sino que también, la indescifrable mirada de Enzo clavándose en ella a través del retrovisor del auto durante todo el camino había sido una tortura gracias a que era un constante recordatorio de cómo sus labios se habían posado sobre su clavícula horas antes, lo cual le ponía la piel de gallina.

Aún no lograba comprender qué clase de extraña fijación había desarrollado por ella, pues parecía que entre más alterada y nerviosa lograra ponerla, más disfrutaba de estar a su alrededor. Si bien, por un momento creyó que aquel tipo de provocaciones terminaron luego de que hubieran hablado para solucionar el tema de Adriana y la pequeña crisis nerviosa que el chico presenció, parecía que se había equivocado.

Era como si el hecho de darse cuenta de que Matías y ella finalmente tenían algo más que una amistad hubiera detonado algo dentro de Enzo y hubiera logrado que se olvidara de cualquier tipo de límite que pudiera haber llegado a marcar con respecto a Isabella y la relación que mantendría con ella, o al menos eso pensaba la castaña mientras se encogía en su lugar ante la insistencia de aquellos ojos cafés por clavarse fijamente sobre su ser.

Y sumado a eso, la respiración de Matías contra su cuello tampoco ayudaba demasiado, pues su cabeza recostada sobre su hombro mientras dormía plácidamente, sin enterarse de la guerra de miradas que se desarrollaba a su alrededor, era el recordatorio de que a Enzo no le importaría pasar por encima de su amigo para conseguir lo que fuera que quisiese con ella.

—Che, ¿por qué tan callados? —la voz de Juani acabó con el contacto visual entre ambos, aunque para Isabella no pasó desapercibido el hecho de que Enzo estaba sonriendo por haber logrado ocasionar algo en ella—. De Enzo lo entiendo, pero vos Isabella normalmente hablas hasta por los codos.

La castaña rodó los ojos, sujetando con delicadeza la cabeza de Matías para sostenerla contra su hombro y así evitar que su sueño fuera perturbado por el brusco movimiento del auto. Al menos en ese momento, podía seguir protegiéndolo de alguna manera.

—Ese eres tú, Juani. Además, llevamos casi una hora en el tráfico, es normal que no tengamos el mejor ánimo del mundo —respondió, cruzando las piernas en su lugar mientras apoyaba su cabeza sobre la de Matías y cerraba los ojos para poder descansar de las constantes miradas.

—No parecías tan cansada en las fotos que publicó Enzo, eh —las palabras de Juani le hicieron reacomodarse en su asiento, abriendo los ojos con sorpresa y logrando que el chico a su lado se quejara entre sueños gracias al repentino movimiento.

—¿De qué hablas, Juan? —preguntó frunciendo el ceño y volviendo a acomodar a Matías en un intento por no despertarlo.

—Eh... yo que sé, pregúntale a ese —él se limitó a encogerse de hombros, señalando con la cabeza al pelinegro a su lado sin despegar la mirada del camino camino.

𝐎𝐮𝐫 𝐂𝐢𝐧𝐧𝐚𝐦𝐨𝐧 𝐆𝐢𝐫𝐥 ; Enzo Vogrincic y Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora