"𝑇𝘩𝑒𝑟𝑒'𝑠 𝑡𝘩𝑖𝑛𝑔𝑠 𝐼 𝑤𝑎𝑛𝑛𝑎 𝑠𝑎𝑦 𝑡𝑜 𝑦𝑜𝑢, 𝑏𝑢𝑡 𝐼'𝑙𝑙 𝑗𝑢𝑠𝑡 𝑙𝑒𝑡 𝑦𝑜𝑢 𝑙𝑖𝑣𝑒..."
Donde Juani le consigue trabajo de maquillista a su prima mexicana en un proyecto en el cual participa con otros dos de sus mejores amig...
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(Isabella's version)
Luego de pasar los últimos diez minutos de su vida observando por la ventana de su habitación en espera de Juani, Isabella se resignó y fue a recostarse sobre su cama sin poder disimular ni un poco lo fastidiada que se sentía. Se suponía que el chico llegaría hace una hora, pero aún no había rastro alguno de su presencia. Hacía más de dos años que no se veían y aun así, él había decidido llegar tarde al único día de su apretada agenda que podía dedicarle a su prima.
La castaña suspiró mientras observaba su teléfono con la esperanza de que Juani le hubiera escrito, lo cual aún no había sucedido. No podía evitar sentir cierto rastro de tristeza y decepción; la realidad era que se había comenzado a sentir desplazada desde que la vida del chico dio un completo giro tras el éxito repentino que la nueva película en la que participaba estaba teniendo al dar tanto de que hablar. Por supuesto que se alegraba de que su primo estuviera cumpliendo sus sueños, pero también se sentía algo abandonada.
Muy a pesar de que ambos vivían en países diferentes, siempre habían sido muy unidos, por lo que en cuanto él se enteró de que visitaría México durante la promoción de su película, no dudó ni un segundo en decirle a Isabella que lo primero que haría al llegar sería visitarla, cosa que claramente no estaba cumpliendo.
Pero, justo cuando estaba a punto de enviarle un mensaje en el cual maldecía cada segundo de su existencia por ilusionarla y luego atreverse a no aparecer, el timbre de la casa sonó.
Tardó algunos segundos en procesarlo, pero una vez lo hizo, la castaña no lo pensó y salió corriendo escaleras abajo en dirección a la puerta, la cual abrió con una increíble velocidad para después proceder a lanzarse a los brazos del chico que se encontraba detrás de esta con el dedo aún en el timbre.
—¡Juaniiiiiii! —Exclamó mientras envolvía los brazos con bastante fuerza alrededor del chico, apretujándolo entre estos—. Creí que me odiabas y te habías olvidado de mí.
—Pues me parece que tú eres la que me odia, ya que te confundiste de argentino. —La respuesta de su primo le hizo abrir los ojos para percatarse de que el chico al que se suponía que estaba abrazando se encontraba de pie frente a ella con una sonrisa burlona y el cabello chino cayéndole sobre el rostro.
La mirada de Isabella se centró en la persona desconocida a la que estaba abrazando, dándose cuenta de que, en efecto, no se trataba de su primo. Entre la confusión que invadía su mente, trató de identificar de quién se trataba, pero estaba segura de que nunca lo había visto en su vida.
—No quiero ser grosero ni nada ya que no sé qué clase de costumbres tienen aquí, pero ¿ya me sueltas? —Las palabras del desconocido lograron que sus mejillas se enrojecieran ante la vergüenza mientras ella retrocedía, rompiendo la cercanía que accidentalmente había creado.
