― Es que estoy acostumbrado a él, siempre ha sido lindo.
― Yo lo sé, Chenle, no tienes que repetirme lo mismo todo el tiempo. ― con su nariz comenzó a dar pequeños golpes en la pansa hinchada del gatito con orejitas caídas. ― Él pidió que no pensaras en él, recuerda que debes estar bien por los gatitos.
― ¡Estoy bien, sólo lo extraño poquito!
― Tienes todo el día ahí tirado, ni siquiera has ido a comer lo que Jaemin trajo, y Jeno ha estado mirándote desde la silla hace quince minutos con preocupación porque no te mueves. ― Chenle alzó su cabeza comprobando que era cierto lo que Jisung decía.
Chenle agachó aún más sus orejitas y se volvió a tirar a la manta, aquella mantita que había traído de casa y que conservaba el olor de su hogar y Haechan.
Jisung se sentó frente suyo y con su patita tocó la del menor. ― Cuando vivía con la señora Lee, ellos tuvieron que viajar, su ex esposo enfermó, y no había nadie quien pudiera cuidarlo. Entonces Haechan y ella se fueron, nos dejaron en casa por una semana, ya que el señor Choi es alérgico al pelo de gato.
― ¿Y no estuviste triste? ― la voz de Chenle fue baja, mirándolo como si de un bebé con pucheros se tratara.
― Sí, algo, pero cuando regresaron fue muy agradable. La señora Lee llegó repartiendo amor y nos dio pescado por una semana, fue muy lindo, por eso te digo que no te preocupes, cuando Haechan regrese él te dará todo el amor que ambos necesitan.
Chenle sorbió sus mocos y asintió, se levantó lento, sentándose delante de Jisung. ― ¿Y tú? ¿Todo está bien?
― Estas conmigo, Chenle, no me importa lo demás si estás tú.
Chenle le dejó un besito en su boca, para después reír e irse de ahí lo más rápido que su pansa le permitía.
Jeno veía todo con ojos cansados, y terminó por caer dormido una vez que vio a Chenle moverse.
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