⌂ 24 : segundo extra.

121 13 0
                                    

Chenle se la pasaba de arriba abajo con sus gatitos, y eso en cierta parte le hacía feliz porque eran tan chiquitos y lindos que le daban ganas de jamás soltarlos.

Cosa que, tenía que hacer en algún momento.

Seguían sin tener nombre, y comenzaba a creer que jamás tendrían uno porque todo se basaba en; uno, dos, tres y Juan. Pero eso no parecía importarle a los padres.

Gatito uno era tierno, gatito dos era tierno con cara de amargado, y gatitos tres era dormilón y tierno. Y Juan era todo menos eso, él era más juguetón y siempre hacía roaw como perro.

Mucho tiempo con Jungwoo cambia a los animales.

Ser mamá era difícil. Ahora estaba queriendo cambiar de rol con Jisung porque no quería sentir esa opresión fea en su pecho cada que recordaba que sus hijos debían irse.

Menos cuando Jisung huía de todo eso porque decía que tenía que ser fuerte por los dos.

Mentira, gran mentira.

Hablemos de los hábitos de Chenle; los cuales no estaban siendo los mejores desde hace unos días, ya que todo se trataba de sus mocosos y el amor que podía darles siempre que podía con la excusa de que se tenían que acordar de él siempre. Y era lindo como aquellos gatitos que se seguían refugiando en su pecho, el cómo pedían mimos, y que sólo se dormían hasta que recibían su besito de buenas noches seguido de una lamida por parte de Jisung.

Pero de todos modos eso no cambiaba el ahora.

¡Aquí, aquí!

El escándolo del gatito café fue ignorado, haciendo que se dejara caer de panza al piso helado tratando de no hacer notar su tristeza con ello. Uno de los gatitos se acercó y besó su nariz, pero eso no importó, porque de la misma forma como regresó, se fue con sus hermanos.

Chenle comenzó a pucherear cuando los gatitos comenzaron a caminar lejor del nido, sabía que ellos tenían que divagar, conocer el resto de los lugares de la casa, pero eso no quitaba que le lastimaba que lo estuvieran dejando de lado.

Aunque principalmente era porque ya no necesitaban de él.

Y eso le hacía más daño.

Otra vez aquí.  ― Chenle ignoró la voz del gato, él solo estaba ahí viendo como sus gatitos intentaban subirse al sofá, pero sabía que no podía ir y ayudarlos, ellos debían de hacerlo por sí solos, porque Chenle no estaría para siempre y eso es lo que más le dolía.

Nunca nadie le dijo que ser mamá sería tan duro, de ser así le habría pegado a Jisung antes de todo.

Es que ve,  ― los señaló con la nariz mientras Jisung se dedicaba a acariciar su espalda. ― Ya no necesitan de mí.

Cariño, ellos sólo necesitaron de ti por tres semanas. Ahora tienes que dejar que ellos se vayan.

 ― Pero no quiero.

Yo tampoco, ― admitió. Era raro que lo hiciera porque esos últimos días se había puesto más ansioso con la idea de que sus hijos se fueran, pero de todos modos eso no quitaba que también le dolería no ver a sus gatitos nunca más. ― Pero ellos no iban a ser eternos en nuestra vida, tenía que llegar el momento donde se fueran.

Chenle se aplastó más en el piso, había tenido ese tema ayer por la noches con Haechan y se había sentido igual de mal que hoy, es que la sola idea le lastimaba aunque sabía que esta no sería para siempre.

< que ellos se vayan no quiere decir que no los volverás a ver, siempre que quieras podrás. >

Chenle recuerda haber maullado con tristeza, porque ¡¿Cómo iría a ver a sus mocosos cuando Haechan no le entendía ni un poco de lo que decía?!

Lele, bebé, aprovecha que siguen aquí... ― Chenle no quería, se negaba a eso, pero Jisung le miraba tan bonito que no podía decirle que no aunque le estuviera doliendo.

Tenía que hacerlo de todos modos, no era una opción por más que quisiera que lo fuese.

Cerró sus ojos recostando su cabeza en el piso, y al poco rato sintió unos besitos en su nariz, los cuales comenzaron a ser más donde las pequeñas risas de sus bebés tomaban lugar en la sala.

Trató de alejar todo tipo de pensamientos feos, pues los tenía ahí y debía de aprovechar eso.

Por ello los encerró entre sus patas, haciendo que los menores se quejaran pero sin irse, ninguno se fue, ellos sabían que su mami no se encontraba bien.

Por ello los encerró entre sus patas, haciendo que los menores se quejaran pero sin irse, ninguno se fue, ellos sabían que su mami no se encontraba bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
gatitos 𖦹 𝙅𝙄𝘾𝙃𝙀𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora