⌂ O4 : el amor es extraño.

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Señor Jaemin, su perro me cae gordo.

Él no te entiende.

Es feo y cabezón y me ha lamido las mejillas con su lengua sucia, pégale. ― puso su patita encima del pie de Jaemin y este no pudo evitar chillar y tomarlo entre sus brazos; prácticamente Jaemin tenía una debilidad grande por los gatitos, en especial con Chenle. ― Aún no le ha pegado.

― ¿Puedo quedarme con Lele? ― preguntó de lo más inocente el de cabello rosado con sus mejillas sonrojadas. ― Tu gatito es tan suave.

¡Señor, el perro! ― maulló con más fuerza mientras empujaba con su cabeza en pecho del mayor, fallando, otra vez, en ser atendido.

―No, ya tienes tres gatos en casa y un perro.

― Puedo tener otro, a Jeno no le molestará.

― A Jeno no le molesta nada que tenga que ver contigo, así que cállate y deja a mi hijo en paz.

Jaemin le miró con un puchero y se alejó sin siquiera soltar al gato que estaba a punto de dormir por las caricias en sus orejitas.

Jisung se acercó al poco rato, ignorando los ladridos del perro que venía detrás suyo oliéndole la cola.

Lele, Lele, Lele. ― se calló en cuanto vio sus ojitos cerrados y los pequeños ronroneos salir de su cuerpo, más cuando veía al lindo Jaemin darle amor sólo como él sabía.

Jisung podía amar a Haechan, pero no podía compararse con el que le tenía a Jaemin, el chico que le da caricias y le dice que es bonito.

El chico que conoce desde hace años y siempre piensa en él.

Más el pescado, oh dulce pescado.

― ¡Sungie! ― Jaemin lo tomó entre sus brazos, y Jisung solo alcanzó a cerrar sus ojos, de disfrutar las caricias y el cuerpo pegado de Chenle al suyo. Amaba eso, sí.

― Te comportas muy repulsivo cuando estás con ellos.

― Soy un amor y ellos desean mi amor, Hae.

― Por eso los gatos son así, por tu culpa. ― Jaemin le dio una vista de su lengua y le sonrió.

― En realidad los gatos ya son mimosos de por sí, yo solo les doy lo que merecen. ― el mayor rodó los ojos y tomó a Jungwoo en sus brazos, el cual no tardó en lamer sus mejillas y recostarse en su regazo. ― Tú eres igual con Woo.

― El perro apenas y me quiere.

― Le pisaste la cola más de una vez, por obvias razones te tiene algo de miedo.

― Mira, cállate.

¿Por qué hablan tanto? ― preguntó Chenle sin abrir sus ojos, mientras recargaba su cabeza en la del gato mayor. ― No me gusta.

A ti no te gusta nada.

Me gusta Haechan. ― dijo dejándose caer mientras reía. ― Pero él no me quiere así.

Yo sí.

Ji, tú me quieres porque no conoces más gatos.

En realidad te quiero porque me dejas besarte. Y aunque hubieran más gatos, te seguiría queriendo.

¿Por qué?

Eso del amor es complicado, mejor cállate y déjame darte mimos.

Chenle no dijo nada, se dejó hacer, y sonrió, se sintió bien en su interior todo eso.

Chenle no dijo nada, se dejó hacer, y sonrió, se sintió bien en su interior todo eso

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