Capítulo 12 - En los infiernos

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–Julia.

Ella era el motivo por el cual no acompañó a Santi al hospital y el porqué respondía a sus mensajes con palabras vagas.

–Ali, necesito hablar.

No podía, porque ya no era capaz de continuar mintiendo.

–Por favor –suplicó–. Eres mi mejor amiga.

Cerró los ojos y sabiendo que iba a arrepentirse, se hizo a un lado para que la mujer entrase.

–¡Tía Julia!

Esperaba que la presencia de Gaby facilitase su marcha temprana, pero ambas se enfrascaron en una conversación donde el tema principal fue el joven Matías.

–Muchas gracias, linda –Julia acarició el rostro de Gaby y depósito un beso sobre su cabeza.

Las cosas iban a cambiar tanto...

El miedo a lo desconocido, el romper la vida plena que su hija llevaba y la relación tan amorosa que mantenía con las personas que la rodeaban, le hacían dudar de si merecía la pena. Si lo mejor no sería cortar cualquier incipiente relación con Santiago y dejar las cosas como estaban.

Gaby merecía saber quién era, pero... ¿No la dañaría?

–¿Mamá?

Sacudió la cabeza.

–¿Qué sucede?

Se había abstraido por completo de la conversación.

–Le comentaba a la tía Julia que necesito estudiar, por lo que con permiso las dejaré a solas.

Gaby era así de considerada. Tenía un detector natural para saber cuando los adultos necesitaban hablar... En esos momentos deseaba que fuera una adolescente más entrometida. Su hija subió las escaleras, encerrándose en el dormitorio para unos segundos después escuchar el sonido de su música favorita.

–Gaby es una niña ejemplar.

Julia sonrió con dulzura y tomó asiento en el sofá, esperando que la imitase.

Suspiró pesadamente no tenía otra opción.

–Sé que estás enojada conmigo y que Santi te contó lo peor de mí, pero yo estaba muy confusa y elegí la que consideré la mejor opción.

Esa opción fue la peor de todas, pero quién era ella para ajusticiarla.

Sí, la vida podía haber sido muy distinta, quizás mejor, quizás peor... No lo sabía. Lo único de lo que era consciente era del presente.

–Yo no la puedo juzgar. Soy la menos indicada, pero sí entiendo el dolor de Santi.

Así que como entendía que se pudiera enojar con ella por ocultarle a Gaby. Ella no era ni mejor ni peor que Julia, porque tal como había dicho su amiga; también eligió la que consideró la mejor opción.

–Agradezco tanto que estés cuidando de Santi, temía que estuviera vagando por las calles, durmiendo en cualquier sitio, sin comer... Gracias, amiga.

Bajó la vista porque le avergonzaba pensar que estaba disfrutando de cada segundo que Santiago pasaba con ella y que la anoche anterior habían cruzado los límites de la amistad.

–¿Nunca dudaste? –Preguntó cambiando de tema. No podía volver a mirarla si no dejaban de pasar por su cabeza las imágenes de lo acontecido la noche anterior. –Sobre la paternidad –murmuró mirando hacia las escaleras, deseando que Gaby no decidiera volverse una chismosa en esos momentos.

–Mentiría si dijera que no.

Cuando descubrió que estaba embarazada, la duda sobre la paternidad de Gaby jamás existió. Felipe llevaba varias semanas fuera del país para no coincidir con su concepción, aun así le hizo creer que el embarazo se había producido antes de su marcha y que el nacimiento de Gaby se había retrasado.

Efecto Mariposa (Mentiras Perfectas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora