–¿Cómo es posible?
Alicia no podía creer que Santiago estuviera allí. Tomó el rostro del hombre entre sus manos, analizando cada pequeña expresión y gesto que le dijera que era real y que Santiago había recorrido medio mundo para verlas.
–Grité, lloré, hablé con un policía que le gustaba el chisme, me endeudé y ahora soy una persona ilegal en Londres.
Alicia le miró sin comprender.
–¿Mi papá es un delincuente?
La carcajada de Santiago ante la pregunta de Gaby fue la vitamina que necesitaba.
–Aún quedan personas buenas en el mundo, pero debo de acudir pronto a la embajada y regularizar mi situación. También debo de explicar a Cristóbal el porqué tiene que solicitar un crédito para pagar a los empleados el próximo mes.
La historia que estaba contando Santiago era cuanto menos surrealista y de un riesgo extremo. Pagar a un policía para que le expidiese un pasaporte y le consiguiese un boleto de avión, volver a pagarle para que cuando llegase a Europa, otro policía, al que también tuvo que pagar, ignorase su falta de visado.
–¡Pudieron detenerte!
–Lo sé, pero estaba dispuesto a asumir el riesgo. Además, lo difícil fue conseguir entrar en la habitación. Para esto último fue Julia la que habló con tu contacto en Londres y me facilitase una llave de la habitación.
–¿Julia?
Sin duda, la parte más rocambolesca de toda la historia era que Santiago y Julia hubieran colaborado.
–Me dio un muy buen consejo –confesó Santiago–. Mucho mejor que los consejos de Cristóbal.
Estaba sin palabras. Feliz por tener a Santiago junto a ella, sin embargo, abrumada por toda la situación.
–¿Papá, le pedías consejo al tío Cris? ¡Hasta yo misma sé que sus consejos son nefastos!
Esta vez la que soltó una gran carcajada fue ella. Gaby tenía toda la razón, ahora entendía por qué de algunas malas decisiones de Santiago... Volvió a fijar la vista en el hombre frente a ella, sin poder soltarse por miedo a que no fuera real, pero sentía tanto temor... Y el silencio que inundó la estancia cuando las risas terminaron, la estremeció.
–¿Saben? Necesito descansar, estaré en la otra habitación.
Gaby volvía a mostrar signos de esa inteligencia emocional que muy pocos adultos poseían. Sabía perfectamente donde estaba su lugar y cuando era el momento para que se llevase a cabo una conversación en la que ella no debía de participar.
Unas horas antes hubiera deseado parapetarse con su hija para no quedarse a solas con Santiago, pero el hombre había recorrido una larga distancia y asumido un riesgo por el cual podía haber acabado en prisión.
Santiago merecía ser escuchado.
Gaby y su bebe merecían que su papá fuera escuchado.
No pudieron soltarse de su agarre, ni siquiera cuando su hija cerró la puerta de la habitación y les dio intimidad.
–Soy imbécil.
Alicia se apresuró a negar con la cabeza.
–La imbécil soy yo, la más boba...
Santiago puso un dedo sobre su boca para que no continuara.
–No permitiré que te insultes cuando el que no supo lidiar con la situación fui yo. No debí de imponer un castigo a Gaby sin consultar y mucho menos huir al ver como no estábamos de acuerdo. Tampoco te dije lo orgulloso que estaba por tus éxitos, la felicidad que me causa que tus mariposas estén siendo reconocidas por todo el mundo... Pero sobre todo, de lo que más me arrepiento es de imponerte y obligarte. Te amo y te respeto, así como todas tus decisiones, y si tú me lo permites, te acompañaré estos meses en tu periplo por Europa.
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Efecto Mariposa (Mentiras Perfectas)
Fiksi PenggemarSi el simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar una catástrofe sin precedentes al otro lado del mundo... ¿Qué caos podría traer para dos amigos cuando esa misma mariposa decide mover las alas delante de sus ojos?