Alicia fue incapaz de decirle que no. Santiago no merecía sufrir y si le dejaba solo en esos momentos jamás se lo perdonaría. Relegó sus nervios y dividió el problema que se cernía sobre la paternidad de Matías y la de su propia hija.
Dos días eran los que Santiago llevaba viviendo en su casa, haciendo una vida normal, sin mencionar el gran elefante que le deparaba en el hospital.
¿Estaba disfrutando de la situación?
Que el diablo la llevase si osaba decir que sí... Pero no podía negar que amaba ver la interacción entre Santi y Gaby, y que su corazón palpitaba cuando el hombre le regalaba una de sus hermosas sonrisas.
Estaba jugando con fuego...
Porque lo que debería de estar haciendo era allanar el camino para soltar su gran bomba. Ahora que Cristóbal lo sabía, era cuestión de tiempo.
... Y terminaría quemándose.
Pero era muy difícil no caer en esa vida paralela en donde le confesaba a Santi que estaba embarazada y que él era el padre. Ignorar en primera persona las escenas que ahora formaban parte de su realidad, le impedían abrir la boca.
–Hoy en la tarde operan a Matías.
Acababan de dejar a Gaby en la escuela, mostrando de nuevo la estampa de una familia.
–Lo sé –contestó Santi manejando el auto–. Julia me envió un mensaje, aunque no le respondí.
Julia no había dejado de llamarla, primero tratando de averiguar si sabía algo del paradero de Santi y después para mantenerla al corriente sobre la salud de Matías.
A pesar de lo raro de la situación, su amiga no le informó en ningún momento de lo que suponía que Santi no fuera compatible, al igual que hizo Cristóbal, ambos se mantuvieron callados como si ella no pudiera saberlo.
–Me gustaría que me acompañaras.
–Eso no tienes que preguntarlo.
Evidentemente que iba a estar junto a sus amigos en un momento tan delicado.
–Me gustaría que me acompañaras a mí.– Le miró sin comprender, pero dejó que continuara. –Sé que apoyarás a tu mejor amiga, pero hoy necesito no sentirme solo, no quiero seguir compartiendo a las mujeres que hay en mi vida. Te estoy pidiendo mucho...
Alicia negó con la cabeza y tomó su mano.
No era lo correcto y estaba segura de que terminaría lastimada, pero no iba a negarle aquella simple petición.
–Solo tendré ojos para ti –bromeó tratando de relajar el ambiente.
–Qué suerte, porque tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida –contestó Santi, apretando con fuerza la mano que le tendió.
Su corazón se paralizó al escuchar las mismas palabras que resonaron en su dormitorio universitario.
"No te disculpes. Si lo haces sentiré vergüenza al decir que tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida"
Sacudió de la cabeza para que tales pensamientos desapareciesen, aunque cuando Santi aprovechó el agarre de las manos de ambos para depositar un delicado beso sobre la de ella, comenzó a preguntarse si todo se debía a fruto de la causalidad o había algo más.
¿Realmente Santiago no recordaba lo ocurrido quince años atrás?
Negó la posibilidad.
Si lo hiciera, ¿por qué ignorarlo?
Aunque la respuesta pronto llegó a su mente en forma de recuerdo.
[...]
15 años atrás.
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Efecto Mariposa (Mentiras Perfectas)
Hayran KurguSi el simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar una catástrofe sin precedentes al otro lado del mundo... ¿Qué caos podría traer para dos amigos cuando esa misma mariposa decide mover las alas delante de sus ojos?