THREE ³

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Gojo Satoru.

Era un hombre de dones extremadamente fuera de lo común, la habilidad nata con la cual nació hizo un cambio completo en el mundo de Jujutsu, nacer en uno de los tres clanes más prestigiosos hizo que creciera sin conocer la palabra carencia, escuchar todos los días las expectativas de la sociedad en él, aprender a controlar aquellas habilidades que lo hacían ser especial. Y si bien Satoru de niño no era nada comparado con Satoru adulto; seguían existiendo ligeras características de personalidad de ese niño.

Arrogante, burlesco, antipático, grosero, lengua larga, no media bien lo que debía decir y en qué momento decirlo, siendo el rasgo más característico de su personalidad el: egocentrismo.

Los seis ojos era el poder con el cual nació y le dió el título de: soy el más fuerte. Nadie logro vencerlo, hasta la llegada de cierto hombre exiliado del segundo clan más fuerte: Zen'in. Como tal despertó un poder que los demás tenían miedo de conocer; era algo que hacía estar en un gran pedestal, ganando más reconocimiento, entonces....

¿Eres fuerte por ser Gojo Satoru? O ¿Eres Gojo Satoru por ser el más fuerte?

La redundancia de esas palabras marcó un antes y un después en la vida de Satoru, y cada vez que recordaba una duda carcomía su mente. Sin embargo los pensamientos del albino están más centrados en una persona en particular, los seis ojos no podían mentirle y sin embargo, sentía que sus ojos fallan en ese momento. Era como si los lentes impidieran al rasgo de él ver más allá de la fémina a espaldas suyas en aquella sala.

Higurashi Kagome.

Fue así como aquella niña se presentó delante suyo; a simple vista resultaba ser una humana normal y corriente, nada extraño vieron los seis ojos; pero algo en su interior le gritaba que esa chica no era nada comparado común. Por lo cual no aparto la vista, centrando en analizar cada acción que realizaba.

Había entrado a la casa de los Fushiguro en dónde conoció a la niña Tsumiki, la hermanastra de Megumi, diría que era una niña alegre, animada y optimista o al menos en el tiempo que ella habló, eso notó. Un contraste enorme con el azabache; serio, cortante, frío en el hablar. Oh, claro, también tenía una mirada penetrante.

Otra cosa a notar era el ambiente de esa casa. Extraño, sería la forma más fácil de describirlo; los niños fueron abandonados y emociones de ese tipo más por parte de Tsumiki, daría vida a maldiciones de grado 4 o 3 por lo mucho, sin embargo en ese lugar no había nada, absolutamente nada. Al cambio, era un ambiente... Puro. Algo que nunca había sentido, era tan relajante y ese toque de pureza rodeaba esa casa junto a otra al lado izquierdo.

── Entonces... Kagome-chan. ──  escuchando un ligero "Hmh" de la mencionada. ── ¿Desde cuándo estás cuidando de los niños?.

── Ya con hoy, se harían dos semanas. ──  concentrada en cortar los vegetales de la cena.

Claro, sin bajar la guardian. Si bien ella logra captar todas las intenciones del hombre sentado en aquel sillón que daba a la sala. La costumbre de viajar en una época donde la guerra era difícil de esquivar; la hizo mantenerse en todo momento en alerta a cualquier intruso o energía desconcertante.

── ¿Y eres...?.

── Estudiante de secundaria.

Gojo alzó una ceja sorprendido ante esa respuesta: ──  Entonces tienes 15 años ¿No?. Bastante joven para cuidar de unos niños como si fuese tu responsabilidad.

Ella apretó con fuerza el mango del cuchillo al oír esas palabras con un tinte de burla. Si, era consciente de ser una chiquilla en esos instantes. Pero su mentalidad de madurez existe y eso es más que suficiente para saber que la decisión que tomó sin duda alguna fue la mejor.

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