FOUR⁴

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Los ojos azul oscuro del próximo líder del clan Zen'in observan la figura de la adolescente de uniforme verde, preparando los respectivos bentos de ellos para clases. Eran las 4:15 a:m y Kagome ya se encontraba despierta. En la mente del infante no comprendía porque ella ponía tanto empeño en cuidarlos; no le molestaba con sinceridad, al cambio le gustaba la presencia de la chica aunque no lo admite de forma directa. Era extraño ya que nunca conoció a su madre biológica, luego al crecer con la madre de Tsumiki nunca sintió ese sentimiento maternal, era todo lo contrario.

Se sentía como un intruso en esa casa e inclusive a tantos años de vivir ahí. Lo seguía sintiendo de esa forma; pese a ser un niño pequeño comprendía las cosas que sucedían a su alrededor. Desde el momento que vió la ausencia de la señora Fushiguro, comprendió que los abandonó a su suerte y Tsumiki al ser la mayor cargó con esa responsabilidad por un periodo corto; hasta la llegada de la azabache a la casa.

¿Conocía a Kagome?. Conocer era una palabra bastante amplia bajo el concepto de Megumi pero... Si conocerla implica: llevarlos a clases, pasar por ellos, hacerles comida los tres tiempos, a veces ella iba directo al trabajo y dejaba el almuerzo preparado, ayudarlos con las tareas, comprarles juguetes, acariciarlas, peinarlos, arroparlos, darles muestras de afecto sin solicitarlos y simplemente... Tener su atención. Entonces, sí, conocía a Higurashi Kagome.

Desde atrás de la pared que conducía a las escaleras la vio una vez más para subir e ir a descansar o al menos intentarlo. Ya que en su mente pasaban las palabras de ese hombre... Que sin necesidad de convivir más con él, su sexto sentido decía que era problemático, para su vida, la de Tsumiki y la de Kagome. Aunque le costará aceptarlo, tenía que dejarlo entrar al tener todo el conocimiento acerca de sus poderes.

No recordaba con exactitud cuando comenzó a ver las maldiciones; tal vez desde que nació. Sin embargo desde que tiene uso de razón las veía en todos lados, inclusive en la casa. Era difícil aparentar no verlas, a veces las escuchaba hacer ruidos, gemidos o golpes a las paredes. Le causaba repulsión al pegarse a su hermana o a su "madre". Las sensaciones provocadas por esas cosas, no eran agradables y no sabía porque él de tantos niños en el mundo, lograba verlas.

El ambiente de esa casa cambio desde la llegada de la adolescente y eso Megumi lo aceptó sin duda alguna. Las maldiciones desaparecieron sin dejar rastros, en ciertas ocasiones cuando la chica no estaba las veía intentar entrar por la puerta trasera o por la ventana. Sin embargo con el mínimo toque se evaporaban, sin dejar rastros alguno.

No era tonto, sabía que Kagome era alguien diferente, pero... Al mismo tiempo no quería indagar en la vida de ella, al ser tan dulce y amable con ellos. Pero la curiosidad de un niño es tan grande, que esa era una de las tantas razones por las cuales Megumi, vivía pegado a la sacerdotisa.

──  ¿Megumi-kun?. ──  el niño vió como la puerta era abierta. ── Ya estás despierto, ve a bañarte para que desayunes.

Megumi asintió viendo fijamente a la chica.

── ¿Sucede algo?. ──  ingresando por completo a la habitación, para arrodillarse a la orilla de la cama. ── ¿Tienes fiebre?, ¿Te duele algo? O ¿Quieres decirme algo?.

── ... ¿Vas a ir con ese hombre?.

── ¿Te refieres a Gojo-san?. ──  él asintió. ── Bueno... Te seré sincera, no quiero hacerlo pero eso sería egoísta de mi parte.

── No lo sería. Si él no entra a nuestras vidas, todo continuará igual. ──  murmura sintiendo las manos de la fémina en las mejillas, dándole ligeras caricias.

── Pero tú tienes que aprender sobre tus habilidades, puede que sea molesto todo esto de los clanes y escuchar a gente que no conoces hablarte con normalidad. ──  habla con un tono dulce.

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