Afortunada, si tuviera que resumir mi vida no existe una mejor palabra que esa. Mi infancia rodeada de la compañía de mi familia hizo de mí una persona hogareña, cariñosa, confiada y agradecida; esto último estaba apunto de convertirse en mi maldición.
Nunca tuvimos demasiado pero vivíamos bien, jamás me ha faltado nada y mis padres se han asegurado de enseñarme principios y lo lejos que puede llevarte el esfuerzo.
Nunca he sido la más popular entre mis amigas, siempre con buenas notas y actividades extraescolares que me mantienen ocupada y me enseñan el sentido de la responsabilidad. ¿Lo mejor? La cercanía de los míos, haría lo que fuera por mi familia, no imagino una vida en la que no pudiera tocar a los que amo.
Parte de ello se debe a que somos una familia de inmigrantes que llegaron sin nada y se han construido una vida, ladrillo a ladrillo.
Sin embargo una noche y una muy mala decisión, cambiarían todo mi presente y dibujarían un futuro tan incierto como mis sentimientos.
Era víspera de halloween y todo el mundo estaba decorando sus casas, había quedado de verme con mis amigas para presenciar el desfile y después acudir a una fiesta, una muy especial organizada por "mi crush" Finn. Su apariencia de modelo de revista dejaba boquiabiertas a todas, su don de gente lo volvía el más popular y asediado; lo mejor de todo, ya estaba soltero.
La sola idea me ilusionaba pero sabía que haber cruzado palabra con él no era suficiente y aunque me invitó a su fiesta debía bajarme de la nube, lo más seguro era que no me recordara.
Pérdida en mis pensamientos me despertó el sonido del teléfono, voy de camino a tu casa, decía mi amiga, sonreí.
Los últimos detalles a mi disfraz de gótica, comencé a poner los accesorios y solté mi cabello, un par de pulseras, una cadena y un choker, las medias agujeradas, y unas botas de plataforma con varias hebillas darían el toque especial. Una chamarra sobre el pequeño top corto negro y la camiseta de malla negra encima; una pequeña falda y el atuendo estaba completo, sexi pero no demasiado revelador. Ese labial oscuro hacia resaltar mi pelo claro y mi piel palidísima.
Bye, mamá!
—Diviértete— le escuché decir, sonreí.Camino a la fiesta reíamos de lo ridículo de la situación, vestidas así y cantando a todo pulmón una canción de Taylor Swift. El premio al mejor disfraz bien valía el esfuerzo.
Si había algo que disfrutaba era bailar y cantar, era las últimas fiestas antes de terminar el semestre.
Estuvimos en la fiesta por casi dos horas, no tuve oportunidad de acercarme a Finn, sin embargo un amigo suyo amablemente se ofreció a presentarnos, estuvimos bailando y conversando, me tomé un par de copas, me sentí indispuesta y se ofreció a llevarme a casa, subimos al auto con destino a mi casa.De repente detuvo el auto sobre la carretera a un costado de una gasolinera, colocó lo seguros del auto y me asusté, le grité que ese no era el camino, me ordenó que me callara y se abalanzó sobre mí que me encontraba en el asiento de copiloto.
Sus manos frías y húmedas recorrían mis piernas, comenzó a moverlas en mí abdomen le pedí que parara, no lo hizo y grité. Le suplique que me llevara a casa, estaba aterrada, llorando.
Me dio una bofetada y me sometió en el asiento, sollozando me tapaba como podia el pecho, por favor, pero él no se detuvo, desgarró mi blusa de malla y comencé a gritar.No sé en que momento empuñó una navaja y la acercó a mi cara me dijo que guardara silencio y todo sería rápido, sollozando me resigné y dejé de luchar y patalear; cuando de pronto el estallido de la ventana del conductor me sacó de mi trance. Un brazo abrió la puerta del conductor y lo aparto de mí con fuerza, lo lanzó sobre el pavimento. Me arrastraba como pude y intenté abrir la puerta de mi lado, escuché gritos, pero me sentía incapaz de reaccionar.
Lo escuché chillar y suplicar desde afuera del coche, no volveré a hacerlo, para ya, se quejaba y del envalentonado abusador que había intentado hace un momento ultrajarme no quedaba ni la sombra. Los golpes que le propinaban me estremecieron
y comencé a temblar.Abriendo la puerta de copiloto, unos ojos marrones se cruzaron con los míos y me preguntó
—¿Estás bien? ¿quieres ir a un hospital?— yo estaba enmudecida, se quitó la chamarra y la puso en mis hombros para cubrir mi pecho semidesnudo. Se inclinó y me tomó en sus brazos como si yo fuera una pluma y me llevó a otro vehículo.
Alcancé a escuchar como amenazó al tipo y este de inmediato arrancó el vehículo. Tiritaba de frío, cerró las ventanas y comencé a llorar.
—No, no. Por favor— las abrió de nuevo y me preguntó enseguida —¿vives cerca? ¿Puedo llevarte a casa?— sus manos suaves apenas me rozaban el rostro y me ofreció un pañuelo para secarme las lágrimas, encendió el motor y me pidió que lo guiara.
—Estarás bien, te lo prometo. Nadie va a lastimarte ya— el olor de su colonia inundaba el auto, me acercó una botella de agua. Y me aseguró que el tipo que me lastimó lo pagaría caro. Lloré, detuvo el auto y puso sus manos en mis hombros y en un segundo su frente estaba junto a la mía.
— Shhh, tranquila.
El recorrido fue breve y me ayudó a bajar del auto, le pedí que no se fuera hasta que entrara a mi casa, así lo hizo, no sin antes despedirse.
—Jacob— y con una media sonrisa en la comisura de sus labios, asentí con la cabeza y le agradecí. Tomó mi mano y pude notar el enorme tamaño de la suya.
—Gracias! No tengo cómo pagarte. Gracias por traerme de vuelta, por ayudarme— puso su dedo en mi boca y me sonrió, unos hoyuelos en sus mejillas se asomaron.
Bajó del auto y se recargó en el —Anda, intenta descansar, ya estás en casa— asintió con la cabeza.
Lo miré de nuevo por última vez, entonces me percaté de lo alto que era, fue tan gentil conmigo.
Esperó a que yo entrara, colocara el cerrojo y apagara las luces. Luego se desvaneció igual que el sonido del motor de su auto.
Después de una ducha caliente que se prolongó porque me quede llorando e intentando limpiar mi cuerpo de aquellas manos que me hicieron sentir tan sucia. Decidí que lo mejor era no decirle nada a nadie, bueno era un decir. Ya había alguien que lo sabía. Todo pasó tan rápido que no pude ver de dónde salió, si no fuera por él, pensé y de inmediato cerré los ojos queriendo no imaginar el desenlace.
Me arropé y acomodé entre las sábanas, mientras me dejaba embriagar por el olor de su colonia que desprendía la chamarra a un lado de mí cama. La tomé en mis manos y me aferré a ella.
Naufragué en el mismo pensamiento: él.
Mi salvador, y esa fue la primera noche que soñé con él.
N/A Solo quisiera mencionar que si bien en este primer capítulo se hace mención y descripción de un asunto tan delicado como un posible abuso, de ninguna manera estoy haciendo apología o consintiendo estas conductas. Son temas delicados que en futuros capítulos no serán retomados en la historia como parte activa de la narrativa. GRACIAS por leer.
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Forever. You said.
RomanceSiempre hablan de cómo el villano consigue a la chica. pero nunca, de cómo una chica cautiva a un villano. Una mala decisión llevo a un encuentro, que partió en dos mi vida.