Capítulo XI.

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Amanecí con resaca y lo único que quería era arrancarme la cabeza

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Amanecí con resaca y lo único que quería era arrancarme la cabeza. Tomé una ducha y luego un analgésico, no iba a dejar que su presencia arruinara mi domingo.

El plan era aprovechar lo que quedaba del fin de semana pasándolo junto a mis padres.

Estábamos en medio de una plática mientras desayunabamos cuando sonó mi teléfono.

Sonó una vez, dos veces, luego tres y el nombre de quien-no-debería-ser-nombrado iluminaba la pantalla.
Respiré profundo y respondí:

—¿Dónde estás?— sonaba molesto, qué raro.

—En mi planeta la gente normal saluda primero!

—Necesito hablar contigo.

—Pero yo no, bye!

Sonó dos veces más y decidí apagarlo. Si realmente quería hablar, tendría que esperar a que regresara a SU casa.

Los invité al cine y vimos una de esas romcoms que tanto le gustan a mamá. Con todo esto ya no había pasado tanto tiempo con ellos y lo estaba disfrutando bastante, hasta que regresabamos y un Bentley deportivo nada discreto se aproximó a su aparcadero.

Bajamos del auto y para mi disgusto en seguida de nosotros descendió del otro vehículo una figura conocida.

Esperé que mis padres entraran a la casa porque lo vi aproximarse, crucé los brazos con frustración.

—¿Qué haces aquí?

—¡Me colgaste!

—¿Y no podías esperar? Les habia dicho que estabas de viaje.

—¿Podemos hablar?

—Ves es justo lo que molesta, ¡porque siempre todo tiene que ser cuando tú quieres y cómo tú decides!

Se dió la vuelta y colocó los brazos detrás de su cabeza, con evidente frustración.

—Lo que TÚ temes es que yo te diga que no voy a seguir con esto ¿no?— Sólo verlo me revolvió el estómago.

—Lo siento si anoche... fui brusco contigo- volvió la mirada hacia mí con esa expresión de cachorrito regañado.

—Se te está haciendo costumbre pedir disculpas ¿no?

—Aunque no lo creas no hago esto a menudo.

Permanecimos en silencio unos momentos y antes de que lo invitaran a entrar, le respondí.

—Si quieres que te acepte la disculpa, como las otras diez veces anteriores, haremos las cosas a MI manera.

Nos despedimos de mis padres y subí al auto.

Mataba tiempo revisando las redes sociales, se había vuelto mi única manera de saber que hacia el resto de la gente que me rodeaba. Era vergonzoso aceptar que mi vida se había reducido a los días con Jacob.

Forever. You said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora