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¨La suerte de llegar a la villa de los herreros¨

No pude, no pude quedarme.

La señora Ryoshin me había encontrado, ella y su esposo habían quitado la gran piedra de la entrada de la ¨cueva¨pero apenas los vi, no pude quedarme.

Mis pies se movieron solos y me alejaron de esa aldea.

Tenia miedo, tanto que no fue hasta que llegue al siguiente pueblo que me di cuenta que había dejado todas mis cosas en la casa de los señores Ryoshin además de a la ardilla, ni siquiera me di cuenta cuando a no estaba en mi hombro. Pensé en volver, pero mis piernas temblaban, no sabia si por el miedo o por la cantidad de kilómetros que me force a correr y ya estaba anocheciendo y no quería volver a esa aldea,  ya no, definitivamente no quería volver.

Más pensé en el marco de madera  me lo replantee, pero al final no pude.

¿Y si me encontraba con la chica? Muchas personas habrán muerto y otras tantas estarían heridas ¿Y si la señora Ryoshin era una de esas personas? ¿Y si me vio golpeando a esa chica? Ni siquiera sabia por que lo había echo ro en ese momento era como si mi mente solo hubiera una inmensa neblina,  por todos los lirios sonaba estúpido ¿Y si se los contaba y no me creían? ¿Y si me enviaban a la cárcel? o peor ¡A LA HOGUERA!

No quería ¿y que se supone que le diría a los presos ahí cuando me preguntaran  porque estaba ahí? Ah no,  pues estoy aquí por que se me nublo la mente y una vocesita que no era mia, cual pepe grillo me dijo que lo hiciera, lo normal TIPICO.... a todo mundo le pasa.

Esa noche no me atreví a entrar al pueblo, así que me vende la pierna y el hombro heridos con hojas y cuerda entrelazada con tallos, quedándome a unos árboles de distancia entre unos arbustos, ni siquiera me atreví a prender una fogata, así que me dormí en posición fetal mirando las estrellas esperando tranquilizarme, aunque sea solo un poco.

Más cada vez que cerraba los ojos la imagen antes borrosa ahora era clara, el rostro de esa chica siendo golpeada por mi, acompañada por sus gritos me hacia volver a abrir los ojos apenas los cerraba provocándome insomnio. Además de que ya no tenia las cartas, ni mis cosas y el pensar de que los señores Ryoshin las tirarían también era algo que me preocupara, a este punto lo único que tenia claro era que tenia que ir a la villa de los herreros por una nueva caja.

Aunque tambien podía desaparecer y volverme una persona hermitaña no creo que nadie se preocupe de todos modos y ese niño dejaría de molestarme con que le debo dinero. Ese niño, otra vez ya olvide su nombre pero es tan fastidioso y cada vez que me lo encuentro algo malo pasa y se cree mucho, solo porque sabe muchas cosas de demonios y; conoce al patrón y; tiene la tremenda espadota que sacude de un lado a otro wuuuu, ahí si como no, yo tambien podría sacudir mi espadota si tuviera una así de grande.

Tras unos insoportables días de insomnio por fin logre ver la entrada de la villa. A diferencia de otros miembros de la compañía, como nosotros somos pocos y casi nadie nos conoce, podemos entrar y salir sin problemas de esta, aunque a diferencia de los demás nosotros entramos por unos estrechos caminos de las montañas que rodean la villa que gracias a nuestra velocidad podemos pasar de forma rápida y sin contratiempos.

Desde arriba salude al kakushi que estaba en la entrada tal vez esperando a alguien o simplemente cuidando la entrada de quien sabe que, pero este no me devolvió el saludo y quiero pensar por la poca salud mental que me queda, que fue por que estaba muy lejos y ya casi anocheceria y no por que no quisiera saludarme.

Con algo de vergüenza volví a bajar la mano, aunque sabia que no debía sentirlo pues nadie me habría visto y eso era seguro, por lo que volví a centrar mi atención en el camino mirándolo por un par de segundos y poniéndome en posición comencé a correr tratando de dejar todo lo demás atrás.

Suerte {Muichiro Tokito y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora