□ 11. Obsesiones

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Esa mañana, Mina despertó con un sentimiento agridulce

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Esa mañana, Mina despertó con un sentimiento agridulce. Abrir los ojos y notar la ausencia de Chaeyoung le hizo consciente del frío que hacía en la habitación. Con algo de pesar, se levantó de aquel viejo futón y siguió su nariz hacia el aroma en la cocina. Pensó que tal vez sus hermanas prepararon algo, pero grande fue su sorpresa al encontrar un simple pero bonito desayuno.

Notó aquel papel con una linda pero desprolija caligrafía. Rió suavemente y la leyó, era de Chaeyoung. Su corazón dió un saltito en su pecho y una sonrisa se pintó en su rostro ¿Se había tomado el tiempo de hacer todo esto?

Aún así, algo le hacía ruido. "Una amiga vendrá a quedarse por un tiempo, y necesito organizar algunas cosas" ¿Quién se suponía que era esa tal amiga? Es decir, Mina no quería sonar celosa, pero una parte de ella quería ser la única en la vida de Chaeyoung; su única amiga; la única en la que piense.

Sacudió la cabeza. No debía pensar en esas cosas, Chaeyoung podía tener una vida aparte y no había nada malo en eso ¿Verdad? Sí, así es. Para no pensar en eso, después de tomar su desayuno y despertar a sus hermanas para que la ayuden a limpiar y luego se vayan a su casa, Mina se dispuso a trabajar.

En el estudio, Mina intentaba sumergirse en su trabajo, desesperada por encontrar una distracción que la liberara de los pensamientos obsesivos que la acosaban. A pesar de sus esfuerzos, cada línea de código que escribía parecía llevarla de vuelta a la imagen de Chaeyoung y la sensación de sus labios casi rozándose. La intensidad de su deseo se mezclaba con la incertidumbre sobre esa "amiga" que entraría en la vida de Chaeyoung.

Entonces, decidió recurrir a sus rituales, a las acciones que normalmente la tranquilizaban. Golpeó la mesa dos veces, toc toc, pero el eco retumbó en su mente, recordándole la tensión que sentía. Luego, procedió a verificar que todo estuviera cerrado, desde las ventanas hasta las puertas, pero esa sensación de seguridad que solía encontrar en estos actos parecía eludirla hoy.

Restaba una opción: llamar a Momo y Sana. Marcó los números con un nerviosismo palpable mientras esperaba que respondieran. La voz alegre de Momo resonó a través del teléfono, seguida por el tono animado de Sana. Trató de mantener una conversación normal, pero sus pensamientos seguían regresando a Chaeyoung.

─ Chicas, ¿cómo están? ¿Hicieron un buen viaje de regreso? ─ preguntó Mina, forzando un tono de voz casual.

─ ¡Mitang! ¡Fue genial! Nos reímos mucho. ─ exclamó Momo. ─ ¿Y tú? ¿Cómo estás?

─ Bien, bien. Solo trabajando un poco. ─ respondió Mina, intentando sonar despreocupada.

─ Oye, ¿Chaeyoung está contigo? ─ preguntó Sana, con ese tono juguetón que Mina empezaba a asociar con asuntos complicados.

─ No, no está aquí. ─ contestó Mina, sintiendo una punzada de desilusión ante la simple pregunta.

─ Pues, deberías invitarla, ya sabes, para que no estés sola en tu departamento, si sabes a lo que me refiero. ─ sugirió Momo con un tono sugerente, provocando que Mina soltara un suspiro frustrado.

ᴛᴏᴄ ᴛᴏᴄ | ᴍɪᴄʜᴀᴇɴɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora