La Kiss List

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Roma:

—Hoy es el día, Betty.

—Vienes diciendo eso desde que tienes diez años y, ¿adivina qué? 

Me apoyé sobre mi escritorio para acercarme hacia la pantalla del computador, donde mi mejor amiga de toda la vida, Betty, terminaba de pintarse las uñas.

—Vas a cumplir dieciséis y tu kiss list está así, mira—dibujó un cero con sus dedos—. Acéptalo muñequita, Lucas está fuera de tu radar.

Me mordí el labio ligeramente para contenerme. 

Lucas era el hijo de unos de los mejores amigos de mis padres, tenía dos años más que yo y era mi amor imposible (por ahora). Había estado guardando mi primer beso para él, pero aún no se había dado el momento indicado para ambos o eso es lo que me aferraba a creer.

Betty creía firmemente que yo no le atraía, pero yo estaba segura de que sí. Aunque sonara un poco absurdo y asquerosamente romántico, lo sentía en mi corazón.

Y yo no aceptaba un no tan fácilmente.

—Hablas como si fueras una experta, mi queridísima Beatrice—comencé a pasar mis dedos por mi cabello para darle un poco de volumen—. Tu Kiss List solo tiene dos nombres y uno de esos nombres es Mateo González—levanté ambas cejas y sonreí cuando ella volteó los ojos—. Yo no me jactaría de eso...

—Tú solo lo dices porque odias a Mateo—se colocó sus gafas y comenzó a llenar su mochila de libros—. Pero no puedes negar que es uno de los chicos más guapos de la escuela, si no es que es el MÁS guapo.

Mateo González también era uno de los hijos de los mejores amigos de mis padres.

Pero a diferencia de Lucas, el chico más guapo que yo había visto nunca, con sus risos dorados y sus ojos verdes y su preciosísima personalidad tan amable y caritativa, Mateo era el chico más odioso que yo había conocido nunca, tenía el cabello negro,  los ojos azules, íbamos a la misma clase y siempre iba de amargado por la vida.

Me había molestado desde el jardín de infantes. Por supuesto que no me caía bien.

Tomé el brillo labial y abrí la boca para hablar, pero el sonido de alguien tocando mi puerta me interrumpió.

—Adelante—contesté y oculté el brillo en mi mochila.

—Cariño, se hace tarde para el instituto—era mi papá, con una gran sonrisa.

Yo sonreí al ver que tenía el rastro del labial de mamá en la mejilla.

Le hice una seña con mi dedo.

—¿Qué?—se llevó la mano a la mejilla y vio el color en sus dedos—. Ah, es que tu mamá se acaba de despedir porque tenía que salir temprano, así que hoy te llevo yo.

—De acuerdo, pa—respondí.

—Date prisa, porque tengo que pasar a dejar a Sergio antes—mi hermanito menor.

Una vez que papá cerró la puerta, me giré hacia Betty.

—¿Acaso vas a negar que Mateo es guapo?—preguntó ella, con una sonrisita.

Tomé mi labial y me lo puse frente al espejo.

 —Pues para gustos, los colores—respondí antes de colgar con la carcajada de Betty de fondo.




Mateo:

IT'S JUST A KISSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora