Bombones Nuevos

1.4K 127 33
                                    

Mateo:

Me separé, pero no abrí los ojos.

No quería ver su rostro después de comprobar que no había nada entre nosotros, que todos estos años molestos habían sido en vano, creyendo algo que nunca llegaríamos a sentir al final de todo. La decepción se hizo presente al pensar que todo lo que sentíamos no existía más que en nuestras cabezas.

No era real.

Tenía miedo.

Pero tuve más miedo cuando escuché ese:

—Wow.

Abrí los ojos de inmediato y me di cuenta de que la persona que yo había besado no era Roma.

Era Betty.

Y el alivio y el miedo me recorrieron el cuerpo a partes iguales.

El alivio porque no era mi Roma. Eso significaba que aún había una oportunidad entre nosotros, que aún podíamos demostrar que nada había sido una mentira, que cada vez que me acercaba a ella y mi cuerpo reaccionaba era porque había algo entre los dos.

Y el miedo, porque de hecho, no era Roma, era Betty, y yo la había besado.

—Y-yo pensé que no te interesaba—comenzó Betty y se quitó el antifaz. Me había quedado congelado porque no estaba viendo los ojos cafés de Roma, sino los ojos azules de Betty.

Fue duro aceptar finalmente, que yo no quería unos ojos azules mirándome, yo quería esos hermosos ojos cafés.

—Mateo, yo quiero decirte que...

En ese momento vi a Sergio y a Nicolás pasando por nuestro lado con rapidez, iban directos hacia la salida. El primero iba furioso.

Mi pulso se aceleró y me volteé hacia Betty.

—Lo siento—la corté, porque no tenía tiempo para nadie que no fuera Roma—. Realmente lo siento, Betty, yo me confundí... Creí que eras otras persona.

La mirada de Betty se apagó.

—Creíste que era Roma, ¿verdad?

—Lo siento—fue lo único que pude decir y cuando ella asintió, me di la vuelta y comencé a caminar entre todas las personas, que ajenas a todo lo que estaba ocurriendo, no hacían más que bailar y beber de los vasos que los meseros no dejaban de ofrecer.

—¡Hola Mati!—era Gastón, con una gran sonrisa en el rostro, había bebido demasiado—. Por si aún sigues buscando a Roma, la acabo de ver salir por esa puerta—señaló la salida y tuve que sostenerlo para ayudarlo a recuperar el equilibrio—. Me confundí—soltó y puso su brazo en mis hombros—, no iba de naranja, iba de naranja...

Fruncí el ceño.

—No iba de naranja—dije, aún lamentándome, y me solté porque tenía que buscarla, a ella o a Sergio.

—¿Y yo qué dije?—preguntó Gastón.

—Mira, no tengo tiempo para esto—en ese instante aparecieron Zed y Eddy, tambaleándose  también y les lancé a Gastón.

—Wuuu... —dijo Gastón, aterrizando en los brazos de Zed.

Apuré el paso hacia la salida y mi pulso se aceleró cuando vi que el auto de la mamá de Roma estaba saliendo de la casa, estaba alejándose de mí.

El peso de la verdad me cayó sobre los hombros, porque el hecho de que Roma abandonara su propia fiesta, solo podía significar una cosa:

Me había visto besando a Betty.

IT'S JUST A KISSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora