Los Antifaces

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Roma:

—¡Pablo!—era el intento de susurro de mamá.

—¡Alex!—papá ya ni siquiera lo intentaba.

—¡No puedes no dárselos!

—¡Sí que puedo!

—¡Se los enviaron a tú hija!

—¡Exacto! ¡Se los enviaron a MI hija!

Abrí la puerta de mi habitación para encontrarme con mamá sobre papá, peleándose por una caja de bombones.

—¿Qué ocurre?—pregunté, aunque era demasiado obvio.

Mamá abrió la boca para hablar, pero papá se la cubrió con su mano.

—Nada, hijita—dijo papá, mientras forcejeaba con mamá—. ¿Por qué no vuelves a dormir? Es temprano y hoy es tu fiesta, no querrás tener sueño a las diez de la noche... ¡Au! ¡Alex!

—Esto es ridículo—se quejó mamá, dejando de pellizcarlo.

En ese momento Sergio apareció con la boca llena de chocolate.

—Esta mañana te llegaron tres cajas de bombones—me avisó—. Y papá pensaba echarlas a la basura.

Levanté una ceja y miré a papá, quien finalmente se rindió.

—Para qué enemigos si tengo a mis hijos—murmuró y ayudó a mamá a ponerse de pie.

—A mi me parece muy lindo todo—dijo mamá con una gran sonrisa mientras le arrebataba la caja de bombones a papá y me la pasaba, él por otro lado, puso los ojos en blanco—. Tan romántico y misterioso...

Mucho misterio no había, ya me imaginaba quién estaba detrás de todo esto.

—Tenemos que mudarnos—escuché que le decía papá a mamá, mientras ella lo arrastraba a la cocina.

Sergio se acercó a mi con una sonrisita y me extendió otra tarjeta.

—La tomé antes de que papá y mamá la vieran—susurró.

—Gracias, Sergio—susurré y le di un abrazo.

—Sí, pero recuerda estas situaciones cuando yo necesite un favor—dijo y solté una risa.




Lo hemos planeado desde que éramos niños, Roma, por favor...

Necesitamos saber.




No podía seguir fingiendo.

Quizás Mateo tenía razón y sí, necesitábamos averiguar qué es lo que sentiríamos una vez que cumpliéramos la promesa, o bueno, una parte de ella, porque habían pasado tantos años y ninguno de los dos la había olvidado.

Quizás tenía que aprender a perdonar.

E intentarlo.

Después de todo...

Solo había sido un beso.





Mamá, mis tías Aurora y Estela me habían llevado a la peluquería y al spa, y, aunque la idea principal había sido que me relajara, yo me ponía más nerviosa a medida que se acercaba la hora de mi fiesta.

IT'S JUST A KISSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora