C A P Í T U L O 18

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Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí como poco a poco el sueño me iba abandonando, no quería despertarme, estaba más que cómodo y caliente arropado entre esas suaves sábanas, con el cuerpo de Gemini tan pegado al mío, su pecho contra mi espalda mientras uno de sus brazos me sostenía firmemente por la cintura. Sí, no es que haya tomado o me haya drogado, estaba más que consciente de lo que había pasado la noche anterior y no quería volver a la realidad a preocuparme en ello.

Al final, abrí muy perezosamente los ojos, mi vista terminó de ceder y observé ese lado destruído de la pieza, con la luz de la mañana entrando por las ventanas rotas. Aguantando las protestas de mi omega por quedarnos en cama en los brazos de quien él consideraba, su alfa, me acordé que tenía poco tiempo, pronto el celo volvería a nublarme los sentidos y si no era mi olor el que despertaba a Gemini, sería yo rogándole que me haya suyo de nuevo, como si mi parte trasera no estuviera ya moldeada para él por todas las veces que lo hicimos durante la noche y gran parte de la madrugada.

Con cuidado, agarré la muñeca de la mano de Gemini y aunque este protestó todavía dormido, me moví con cautela para lograr sacarme su brazo de encima. Parándome de la cama, lo primero que hice fue buscar mis bóxers y mi pantalón, no era buena idea tomar un baño.

Observé mi celular y solté un sonido parecido a un gruñido al observar las diez llamadas perdidas de Mark, y un par de Love. Estaba intentando realmente no pensar en lo que había pasado la noche anterior, no quería que mi mente o los malos pensamientos me dominen y termine llorando al pensar que la unión que sentí durante la noche fue sólo nuestro lado animal garchando. Ambos en celo, no había mucho que razonar. Soltando un largo suspiro, presioné el botón para devolver la llamada de Mark y puse el celular cerca de mi oreja.

"¿Nattawat?" Escuché la alarmada voz del amigo de Gemini.

"Sí." Caminé por el enorme penthouse buscando el baño, tenía que confirmar lo que mis recuerdos me decían.

"Oh, santo Dios ¡Estás vivo! Hombre, te estuve llamando como cincuenta veces, ¿dónde estuviste? Estaba considerando llevar a la policía al penthouse para saber si había un cadáver por ahí."

"Sí, que gracioso, Mark." Suspiré, al fin encontrándome con el gigantesco baño, intentando no admirar detalles, me puse frente al espejo, confirmando lo que recordaba. "No me mordió..." Murmuré más para mí que para Mark, aunque claramente él pudo escucharlo.

"¿No? Bueno, eso es sorprendente considerando la situación de los dos, quizás simplemente su alfa no te quiere o Gemini es el único alfa no posesivo de la historia mundial."

Claro, no me mordió el cuello, lo demás estaba hecho un desastre entre tantas marcas de propiedad rojas por cada lugar de mi abdomen e imaginaba que la espalda igual. Si lo pensaba, todavía sentía sus cálidas mordidas devorándome y robándome hasta el último aliento, me sorprendió no desmayarme durante la noche.

Mierda.

"Mark, escuchá." Volví lentamente hacia la pieza de Gemini.
"Necesito salir de acá, él ya está bien y yo no. Quiero ir a mi casa."

"Sí, por eso mismo te llamaba, no sabía si deseabas quedarte con él o..."

"Mi casa, Mark. Ahora."

"Está bien, está bien." Él suspiró. "Vestite, te voy a mandar un mensaje cuando el auto esté en el primer piso, ya sabes que no tenés nada de qué preocuparte."

"Sí, gracias." Iba a cortar, hasta que me acordé de otro detalle importante. "Esperá, esperá."

"¿Qué pasa?"

The Perfect Omega; GeminiFourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora