CAPITULO 3

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CAPITULO 3

Una cosa si tenía en claro, la mujer que me a tormentado en estos meses iba hacer mi jodida secretaria. No era una broma ni tampoco una alucinación, su nombre estaba ahí. Serena Tsukino, 27 años, soltera y con 7 semanas de gestación.
Desde que leí su curriculum, tuve que releerlo un millón de veces trazando cada detalle y llegar a mis propias conclusiones.
Si ella está embarazada ¿Hay probabilidad de que ese bebé sea mio? Haciendo cuentas, esas sietes semanas concuerdan aquella noche en la que la conocí.
Con la cabeza hecha un lío, entré al elevador con la información de que aquella mujer a la cual creo llamar el amor de mi vida, ya se encontraba en la sala a mi espera.

Llámenme loco, pero estaba emocionado de volver a verla, en descubrir si ese bebé es mio, y atarla a mi vida por siempre.
Joder, estoy perdiendo la jodida cabeza.

El número siete se hizo presente en la pantalla del elevador, seguido de cinco segundos para abrir sus puertas. Alzando la mirada me encontré con esos ojos azules tan preciosos pero a la vez tormentosos. Fue una impresión de la buena al verla, pero no puedo decir lo mismo de ella.
Sus ojos se abrieron de par en par luciendo sorprendida pero al igual asustada. ¿Me reconoce?

—Eres tú —hablé con una sonrisa de la cual delataba mi felicidad—. Joder, Serena al fin te encuentro.

Mis pasos para acercarme a ella fueron rechazados cuando ella misma retrocedia por automático. En un instante sus piernas dejaron de obedecer, así que cuando empezó a tambalearse y estar a punto de caer, me lancé hacia ella atrapando su cuerpo entre mis brazos.

Esa sensación de explosiones recorrieron todo mi cuerpo, la misma sensación que tuve al tocar su mano por primera vez en aquel bar.

—Hola. —volví hablar deseando tener una respuesta de su parte, pero no había nada. Su boca se encontraba abierta de la impresión, sus ojos seguían abiertos pero su cara era más pálida de lo que recordaba—. ¿Te encuentras bien?

—Darien...

Seiya y Galaxy se apresuraron al ver la escena.

—¿Que ha sucedido? —Seiya me miró para después mirar a la mujer que sostenía en mis brazos—. Esta pálida

—Bastante —apoyó Galaxy.

Serena no dejaba de mirarme a mi luego a Seiya, y lo repitió un par de veces más.

—Y...yo... —tartamudeo—. Esto...no...

—Tranquila, necesitamos llevarte a un lugar seguro, estas demasiado pálida nena

—¿Nena? —preguntaron las tres personas en este círculo.

Ignorando las preguntas no lanzadas en voz alta de mi hermano, traté de ayudar a Serena a ponerse en pie, pero ella solo tardó un par de segundos en mantenerse ergida porque al solo mirarme directamente a los ojos, su cuerpo se desvaneció.

—¿Que le pasa? —Seiya me preguntó en el instante en que tomé el cuerpo inconsciente de Serena.

—La llevaré a mi oficina

—¿Oficina? No, es mejor llevarla a enfermería. ¿Cómo puedes llevarla a tu oficina?

Lo ignoré, al subirme al elevador, las otras dos personas no se quedaron atrás y decidieron venir detrás de mi para sacarme más información. Todas las preguntas que me hacían las ignoraba, ahora me preocupaba más la mujer que sostenía en mis brazos.

Ella está embrazada.
Me recordé a mi mismo. ¿Porque no pensé en ello en el instante que quise acercarme alegremente a ella?

Acomodé a Serena en uno de los sofás que había en mi oficina, tratando de que su cabeza estuviera cómoda en un cojin.

—¿Que se supone que harás? —cuestionó Seiya detrás de mi.

—Trae un poco de alcohol del botiquín que está en el cuarto de baño, y trae un té.

—Yo...yo iré —Galaxy salió disparada hacia el cuarto de baño trayendo en seguida el botiquín de primeros auxilios, después se marchó por el Té.

—Esto es una jodida locura —Seiya negó.

Hice que Serena oliera un poco de alcohol para que reaccionara pero por el momento no había afecto en ella.

—Nunca has ayudado a una mujer como lo estás haciendo con ella.

—Joder, si solo vas a molestar sal de aquí —demandé—. Por favor sal de aquí.

Seiya suspiró saliendo de aquí y dejándome solo.
Seguía sin reaccionar, esto me estaba preocupando. Sabía que las mujeres embarazadas suelen tener mareos y desmayos ¿verdad? ¿Es normal que no reaccionen de inmediato? Talvez debo llevarla al hospital.

Con su mano entrelazada con la mía, la observé toda su belleza.
Es hermosa sin duda, sus pequeñas pecas sobre sus mejillas y nariz, el cabello rubio como la seda del sol. Y el collar que llevaba en su cuello, el mismo collar de aquella noche. No había duda, esa mujer de la cual me obsesione estaba aquí, embarazada de mi posible hijo.
Inmediatamente acaricié el vientre aún plano de mi mujer, y como estúpido loco sonreí.

Ella estaba aquí de nuevo, y está vez no la voy a dejar ir.

Quizás Es El Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora