CAPITULO 12

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CAPITULO 12

—¡Noooo!

Me sobresalte escuchando un grito detrás de mi.
Darien me miró con los ojos abiertos, parecía asustado pero ¿porqué?

—¿Que estas haciendo mujer?

Con grandes pasos se acercó a mi quitándome de mis brazos la caja.
Su rostro de asustado se volvió de alivio.

—¿Por qué me gritas?

Darien suspiró dejando caer la caja vacía.

—Pensé que estabas cargando una caja pesada —me miró—. No puedes cargar nada pesado amor.

—Solo quería mover las cajas vacías, Seiya las dejó ahí antes de irse esta mañana, no me gusta ver la habitación así.

Lo vi maldecir, seguramente a su hermano pues Seiya ayudó con armar la cuna junto con una repisa pero después de terminar salió corriendo porque tenía una cita con su prometida, dejando cajas y plástico en la habitación de la bebé.

—Esta bien, yo limpiaré la habitación

—Pero ¿que no tienes una junta? Debes irte

Lo pensó. Seguía siendo su secretaria estando en casa. Así que sabía todo lo que él debía hacer el día de hoy, hace media hora tuvo una videoconferencia con un grupo que quieren comprar un porcentaje de la compañía. Y en cuarenta minutos tiene una junta en la empresa. No podía dejarla pasar.

—Tendré tiempo

—Se hará tarde Darien, puedo Limpiarlo yo sola.

Negó yendo a recoger los plásticos.

—No tardaré

—Pero tu trabajo, los harás esperar

—Que esperen —se encogió de hombros—. Mi familia está primero

Dicho eso me miró deslizando su mirada a mi vientre hinchado.
Con siete meses de embarazo, esta bebé ha querido ser el centro de atención. Toda la familia está feliz con su llegada y nos han llenado la casa de muchos regalos. En especial los señores Chiba quienes no dejan de enviar cada día regalos. Mientras que mi padre y Samuel se encargan de enviar cosas de uso personales, como pañales, toallas humedas, cosas que la bebé utilizará.
Por otra parte la situación con mi madre sigue estando pendiente de un hilo. A veces nos visitan pero ella no suele contribuir mucho en las conversaciones, aún que a veces suele ablandarse cuando la conversación se sitúa en la bebé, espero que eso ayude a mejorar la situación con mi madre.

—Puedo hacerlo sola

Volvió a negar.

—No puedes esforzarte demasiado, mejor toma asiento y come un poco de las galletas que mi madre a enviado.

La mención de galletas hizo que cierta jovencita se retorciera por las deliciosas galletas.
Darien al ver mi rostro hambriento sonrió.

—Están en la cocina.

No tuvo que decirlo dos veces, salí corriendo escalera abajo encontrando las galletas justo donde deberían estar. Calenté leche y las empecé a devorar dejando aún lado a que Darien se le estaba haciendo tarde para ir al trabajo.
Poco tiempo después, Darien apareció con el cabello revuelto, las mangas de su camisa estaban sobre sus codos, lo que hace unos instantes era una hombre de negocios, ahora parecía mucho más atractivo y despreocupado. Me gustaba verlo de esa manera.

Quizás Es El Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora