CAPITULO 7

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CAPITULO 7

Aprende rápido.
Serena tan solo lleva aquí una semana y a aprendido lo que a muchos les cuesta.
Sabe responder los correos con una agilidad impresionante, además de que su amabilidad y carisma se ha ganado a la mayoría de los empleados aquí.
Siempre trato de minimizar el trabajo para ella, no quiero que se agobie, suficiente tiene en el embarazo.

—Es hora de almorzar —interrumpí su conversación con aquellas mujeres—. ¿Vamos Serena?

Mi mujer asintió despidiéndose de sus nuevas compañeras y amigas.
Bueno, al menos Serena esta vez aceptó sin ni siquiera dudarlo o pensarlo.
Me ha costado un poco de trabajo poder ganarme su confianza, a veces se cierra en su propio mundo de pensamientos. Quisiera tomarla entre mis brazos y hacerle entender por una vez que no tiene nada de que pensar o de que preocuparse, yo me haré responsable de todo. Pero la entiendo. Tiene sus dudas y temores, así que estoy yendo a pasos de tortuga.
Serena necesita ver mi amor por sus propios ojos.

—¿Tienes un lugar pensado? —le pregunté entrando al ascensor.

—El lugar de siempre —me miró—. Me gusta su comida

Asentí.

—Me imagino que pedirás tu burrito de pollo.

Mi simple comentario hizo que Serena sonriera de oreja a oreja, iluminando por completo mi día.

—Me gusta mucho. El sabor, es lo que me gusta. —se rió—. Pero creo que hoy tengo pensado comer un Sándwich de pavo. La última vez te vi comerlo.

—Debiste pedirme

Sé sonrojó.

—No quería ser una molestia.

—Nena, ¿Cuantas veces te he dicho que tú no eres una molestia para mí? —alcé su cabeza tomando entre mis dedos su mentón—. Todo lo que respecta en ti y de nuestro hijo, no hay nada que me moleste. Por favor cariño, no te limites conmigo, si quieres hacer o decir algo, que no te importe mi opinión. Tú siempre tienes la autoridad en todo, ¿de acuerdo?

Dudó.

—Aún no me acostumbro

—Para suerte de ti, aún tenemos tiempo suficiente para que te acostumbres —me Incliné besando la punta de su nariz—. ¿De acuerdo?

A muy duras penas asintió.

Estando en el restaurante y con nuestros pedidos, Serena me miró. Siempre lo hacía, trataba de leerme pero al parecer le costaba mucho descifrarme.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —habló

—Sabes que si cariño.

—Aún casi no se nada de ti, pero tu sabes lo suficientemente de mi. Quiero... ¿Quiero saber un poco de ti? ¿Por qué eres el directo en jefe de la empresa?

—Por herencia. Soy el mayor, desde pequeños mi padre nos entrenó. Mi hermano y yo estudiamos administración de empresas, pero yo fui el único que logró terminar la carrera.

—¿Tu hermano no?

—No, Seiya se aburrió al segundo semestre. Decidió salirse de la carrera y estudiar algo que de verdad le apasiona.

—¿Y que es?

—El canto.

Serena abrió los ojos con sorpresa. Para mi sorpresa la vi levantarse y cambiar de lugar para estar a mi lado. Ahora si podíamos hablar con tranquilidad sin la necesidad de estar distanciados.

—¿Sabe cantar? —volvió al tema.

—Es el único en la familia con talento —me reí—. Formó su banda, les está yendo bien aún que no suelen ser populares.

—Vaya, es sorprendente. Admito que me sorprendí al verlos, creí que estaba alusinando...

—O que te estaba engañando ¿verdad?

Inmediatamente bajó su mirada con las mejillas rojas.

—Creí que solo... Solo había sido un error de noche para ti.

Me reí tomando su mano.

—Hacerte el amor, jamás será un error de noche para mi.

—Por supuesto que no —se rió—. Me dejaste embarazada

—Y estoy orgulloso de ello —su vientre estaba plano pero se podía sentir la dureza dejando en claro que mi bebé se está fortaleciendo dentro de su mamá.

—Por cierto Darien. La siguiente semana tendré la Semana de revisión, ¿Quieres venir conmigo?

Carajo, ¿Cómo puedo decirle que no quiero ir con ella, sino que deseo y anhelo ir?
No he podido dejar de leer libros de paternidad, de embarazos y empezar a observar cosas en línea para construir la habitación de mi bebé
Esto me estaba emocionando demasiado.

—Me encantaría —le sonreí—. He querido ver a nuestro hijo

—Aún Sigue siendo pequeñito, no será la gran cosa.

—Aún así quiero ver nuestra creación.

Volvió a sonreírme.
Joder, la amaba, aún que dudo que ella me ame en estos momentos.
Aún así no me iba a dar por vencido.

En el paso de los días siempre la esperaba afuera de su casa. El barrio seguía sin gustarme pero por el momento tenía que aguantar, quiero que Serena viva en mi casa. Mi casa es aún más grande que la suya, tendremos cuartos para nuestros hijos, pero por el momento le estaré dando el tiempo y espacio a Serena hasta que acepte vivir conmigo.
Me di cuenta que suele tener antojos cuando trabaja, sus favoritos son las frutas cubiertas con chocolate. En el primer momento que la vi comer con delicia unas fresas con chocolate, me di la tarea de comprar todo tipo de frutas que estén cubiertas, cada paquete estaba refrigerado en mi oficina.

Poco a poco ambos nos fuimos abriendo, ella me habla de su vida, su familia y amigos, mientras que yo también le hablo de mi familia, mis estudios y un futuro.

—Darien...

Alcé la mirada.

—¿Si?

—Tu madre está aquí...

Inmediatamente me puse en pie alarmado.
Mi madre sabía de Serena, pero no le había confesado del embarazo.

—Tenemos una charla muy larga, jovencitos.

Serena me miró, estaba nerviosa. Bien entonces ya somos dos.
De mi madre se puede esperar cualquier cosa, pero si se entera que será abuela, bueno, es preferible tener tapones para los oídos.

Quizás Es El Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora