peligro.

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En el momento en el que mis pies se pegaron al suelo no supe que más hacer.

Cuando mis dedos se volvieron alfileres, mis piernas madera y mi torso cerámica; quise llorar. Pero no pude, las lágrimas ardían como lava siempre que intentaba.

Mi cara se volvió piedra, y mis labios rubíes.

Beberé de tu cuerpo para vivir, mi mejor vitamina.
Pero está asegurado; me voy a intoxicar en el intento.

Cuando tus ojos se mezclaron con los míos, supe que había encontrado un escape. Los tuyos color zafiro, mientras que los míos eran color esmeralda.
Quise quedarme pero tus palabras, afiladas como espada, tenían otros planes para el fin de semana.

Tus palabras fueron hostiles, sin escapatorias de evitarlas. Y ese día me di cuenta; tus ojos ya no me daban refugio, ya no.

Jugabas con fuego, siempre era tu favorito, y el mejor porque, claro, nunca tuviste miedo a quemarte. Pero nunca te diste cuenta de lo peligroso que era y que, a quien terminaste quemando, en realidad, fue a mi.

Pensamientos transparentes de una mente complicada - poemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora