Capítulo 39

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El ojirubi no alcanzó a despedirse de su hermana, ni si quiera pudo tomar alguna decisión sobre lo que debía hacer, estaba demasiado aterrado de perder a la única familia que le quedaba y eso estaba inclinándolo a tomar una decisión egoísta para mantener una de sus fuentes de felicidad a salvo, no obstante su hermana pequeña le impidió sacrificar a personas inocentes y lo obligó a seguir adelante aunque eso implicara morir incinerada. 

— Mierda Nezuko, no no no no — Shiemi apenas pudo llegar al lado de su pequeña cuñada e intentó cubrirla con su cuerpo sintiendo las lágrimas correr por su rostro por la impotencia de no poder ayudarla. — No mueras, por favor por favor, no te mueras — pidió entre sollozos mientras escuchaba los quejidos de la chica; hasta que estos se detuvieron al mismo tiempo el dolor que el lazo con su alfa le transmitía aumentaba de forma sofocante. 

— Lo siento bonita... fui un imbécil contigo... de.. d-de verdad lo siento Nezuko — Sollozó sin poder calmarse, apretando el cuerpo de la demonio contra él, sin caer en cuenta de que este seguía intacto, no hecho polvo como debería esperar. 

—B-Bue...nos d-días... — La dulce vocecita de la chica resonó en los oídos de Shiemi al mismo tiempo que la suave manita de la demonio se apoyaba en su mejilla, sacándolo de su trance y provocando que la mirara en shock. 

— ¿N-Nezuko?... — preguntó sin poder creerlo, mirando el rostro de la pequeña niña, quien estaba completamente curada y radiante, teniendo una sonrisa en su rostro mientras seguía balbuceando saludos hacia el omega. — Oh dios... oh dios, esto.... ¡Tu hermano!... tienes... tú... a-ah 

El pelinegro se sentó en el pasto, mirándola aún sorprendido y solo logrando apuntar en la dirección en donde su alfa se había alejado, aunque el ojirubi estaba a unos metros de ellos completamente destrozado emocionalmente, llorando y recriminándose a si mismo el haber sacrificado a su hermana por no ser lo suficientemente fuerte.

La menor de los Kamado miró a su hermano unos segundos antes de comenzar a caminar hacia él, llamando la atención de los herreros que intentaban socorrerlo y así consiguiendo que su hermano la notara también. 

—Ne... N-Nezuko — El ojirubí quedó mudo al ver a su hermana pequeña, mirándola como si fuese un sueño o una broma, ¿No se suponía que acababa de perderla? ¿Cómo?— G-Gracias al cielo.... y-yo... — Ni si quiera completó su frase, pues solo se lanzó a los brazos de su hermana y comenzó a llorar con fuerza sin querer soltarla— ¡Que bueno! ¡Nezuko está a salvo! 

—¿Final feliz? — Genya se acercó al omega de ojos dispares, mirándolo con una pequeña sonrisa tímida mientras escuchaba los sollozos de su  nuevo compañero de misiones.— me alegro por ellos, su relación de hermanos es preciosa

—Realmente ese alfa bobo tiene suerte — sonrió mientras suspiraba. — Esos dos van a llegar muy lejos... me hubiese puesto muy triste si ella moría... — se levantó con cuidado por sus heridas, sintiéndose algo mareado. — Oye Genya... agárrame 

—¿Qué?... ¡Oi! ¡Shiemi! — el alfa de cabellos azabaches alcanzó a reaccionar apenas cuando el cuerpo del hermano menor del pilar de la serpiente cayó hacia un lado. 

. . . 

—Están todos bien... — Muichiro sonrió aliviado al verlos, sus ojitos permanecían brillando y su rostro estaba algo pálido por el veneno del demonio al que enfrentó, pero se notaba que estaba más recuperado.

—Me alegra que estés bien Tokito-kun... — Kamado sonrió cansado mientras se mantenía recostado en la espalda de su hermana menor, mirando de vez en cuando a su omega, quien estaba inconsciente y era cargado por Genya. 

—¿Y a Nezuko que le pasó? 

—Verás ella... 

No alcanzó a terminar su frase cuando la pilar del amor llegó corriendo hacia ellos para poder abalanzárseles encima y abrazarlos con fuerza mientras lloraba. 

—¡Estamos vivos! ¡Ganamos! — sollozó mientras abrazaba a sus menores con fuerza y seguía murmurando cosas, al menos hasta que notó a Nezuko a su lado y volvió a su estado de emoción de siempre, haciendo preguntas sobre como había pasado esto y comentarios sobre lo feliz que estaba por ver a la hermanita de  Tanjirō  completamente bien a pesar de haber sido expuesta al sol. 

. . .  

Los cuidados que tuvieron que llevar después de eso fueron bastantes, Shiemi iba a tener que guardar reposo por varias semanas antes de poder usar su pierna otra vez, no obstante tuvo bastante tiempo para poder descansar tranquilo pues los demonios dejaron de atacar luego de la invasión a la villa de los herreros y todo estuvo extrañamente tranquilo. 

—¡Haganezuka-san! ¿¡Ya te sientes mejor!? — El alegre alfa estaba recostado en una de las camas de la finca mariposa, tenía vendas en su cabeza y en algunas partes del cuerpo, pero aún así seguía sonriendo animadamente. —Oh, creo que no te sientes tan bien que digamos — el alfa de cabellos burdeos miró al adulto frente a él, quien murmuraba cosas y jadeaba en un claro intento de contener su enojo. 

Shiemi pudo escuchar las quejas del herrero sobre como no pudo sacar el óxido de la katana por culpa de  Tanjirō y como casi lloraba cada vez que pensaba en lo horrible que se veía el acero con distintas tonalidades, algunas más oscuras que otras. 

Cubrió su rostro con las sábanas, dejando escapar un pequeño suspiro e intentando descansar un poco, aunque no lo conseguía con todo el ruido que estaban haciendo su pareja, el herrero y el kakushi cerca de él. Por algo entendía a Genya cuando decía que estaban siendo muy ruidosos. 

—Lo siento... ya no vamos a hacer más rui-... —  Tanjirō se vio interrumpido por los vidrios de la ventana golpeando contra el suelo luego de que Inosuke irrumpiera a través de esta, alardeando sobre un entrenamiento muy especial y difícil con otros cazadores de demonios. Provocando que el omega se quejara por el ruido que hacía su compañero y tratara incluso de levantarse de la cama para poder ir a descansar a un lugar más tranquilo

. . . 

—Quiero que se muera, el idiota que sugirió esa idea merece morir ahora mismo— Zenitsu estaba sentado al lado de Tanjirō mientras hablaba, mirando molesto a su compañero y explicando un poco sobre como estaba siendo el entrenamiento. 

 —Suena genial entrenar con personas más fuertes. 

—¡Maldito positivista de mierda! ¡Si vas a hacer eso nuestra amistad llega hasta aquí, tienes suerte de que tus huesos siguen siendo polvo porque duermes todo el jodido día! — El alfa rubio regañó mientras agarraba a Tanjirō de la cabeza y reclamaba sobre su sufrimiento en el entrenamiento, al menos hasta que le llegó un almohadazo de parte del omega de ojos verdes, quien estaba intentando dormir al lado de ellos. 

—Bajen el volumen, par de alfas ruidosos— murmuró sin mirar a ninguno de los dos, volviendo a esconderse bajo las sábanas. 

—¿Y a ese que le pasa? 

— Solo está cansado, su pierna está sanando muy lento y ocupa toda su fuerza en eso — habló suave mientras miraba de reojo a su pareja, frunciendo ligeramente el ceño porque en cierta forma sabía que algo andaba mal, pero no exactamente qué. —Oh, y Zenitsu... gracias por la técnica que me enseñaste, cuando me enfrenté con la cuarta superior mi pierna no servía y pude alcanzarla gracias a ti, claro que no fui tan rápido como tu, pero eso demuestra que estar en contacto con otros puede ayudarte a mejorar. 

—OWWWWWW, ¡¿Creíste que eso iba a hacerme sentir mejor?! 

—Parece que si, te ves más contento. —Iba a decir algo más cuando su cuervo se lo impidió, irrumpiendo en el cuarto y golpeando su cabeza con fuerza mientras graznaba para llamar su atención. 

—Carta de Oyakata-sama — fue lo único que dijo, ignorando las quejas del alfa por el golpe que le dio antes. 



















































Enamórate de mi [Kamado Tanjirō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora