Capítulo 25

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—¡Patética! ¡Tu técnica es simplemente patética! — la mujer estaba de pie en uno de los tejados mirando al pelinegro, quien apenas podía respirar después de haber bloqueado un ataque de frente, estaba adolorido por los golpes que había recibido y se reflejaba en el temblor de sus brazos.

—Ya cierra la boca, chillas mucho. — Levantó su katana nuevamente apuntándola.
—No sé como mis oídos resisten tu voz. — Desvió el ataque que iba directo a su cuello nuevamente y se acercó unos cuantos metros a la chica para para intentar cortarle el cuello, consiguiendo solo cortar una parte de las extensiones de la molesta y filosa faja que adornaba la cintura de la Luna superior.

—¡Son realmente patéticos! ¡Tú y el niño de ojos bonitos! ¡¿De verdad no trajeron a alguien más fuerte?! ¡Me da sueño pelear con ustedes! — Reclamó sin dejar se atacar al pelinegro, quien trataba de llevarle el ritmo lo mejor posible, pues a pesar de ser bastante ágil y fuerte, su cuerpo estaba entumecido y su respiración estaba volviéndose dolorosa por forzarla tanto.

—¡No nos subestimes bruja! — Gritó antes de lanzarse a cortarle el cuello otra vez, deteniéndose de golpe cuando sus oídos recibieron un  molesto ruido que cada vez era más fuerte y cercano.
Su cuerpo dejó de responder unos segundos debido a la impresión al ver como trozos de la misma tela que lo atacaba hasta hace unos segundos ingresaban al cuerpo de la fémina, provocando que se quedara quieta.

Tanjirō, quien estaba a unos pocos pasos de él, reaccionó yendo directo al cuello de la chica, fallando de inmediato pues esta última saltó a uno de los tejados, sonriendo complacida al mismo tiempo que su cabello adoptaba una tonalidad blanca.

—Un pilar ¿Eh? — Sonrió amplio, deleitándose a medida que se enteraba de todo lo que había ocurrido con su "reserva de alimento."
—Me alegro que viniera alguien que si puede darme buena pelea. —se estiró mirando a los dos cazadores, quienes estaban parados en medio de la calle principal.
—Piérdanse, les doy la oportunidad de vivir por ahora, los bocadillos van después del plato principal

—Púdrete bruja asquerosa.

—¡Ustedes! — La voz de un tercero interrumpió el momento tenso que vivían, Un hombre se acercaba a ellos con el rostro contraído del enojo, apuntándolos directamente. —¡Dejen el escándalo! ¡Este distrito funciona porque todos cumplen las reglas! ¡No pueden estar peleando frente a las tiendas de otros!

—¡No se acerque! ¡Es peligroso! — El ojirubi se giró a medias para enfrentar al hombre detrás de él. 

—¿¡Acaso están sordos!? ¡No se expongan! — La voz de Shiemi esta vez iba dirigida a quienes se asomaban por las ventanas o las puertas para mirar el espectáculo que estaban formando. —¡Es peligroso estar aquí! — Repitió con la pequeña esperanza de que la gente entendiera al menos un poco lo que ocurría.

—Ruidoso....— Chasqueo la lengua mientras murmuraba molesta, el cuerpo de ambos cazadores se tensó y el fuerte estruendo producido por la tela golpeando los edificios y a cualquier cosa que se le cruzara inundó el lugar.
El ojiverde reaccionó por poco empujando a una mujer dentro de uno de los tantos edificios para evitar que fuese asesinada, ganando un corte en su espalda de al menos diez centímetros a la altura de la escápula derecha.

Tanjirō se quedó quieto intentando asimilar el dolor que recorría su cuerpo en ese momento debido al corte en su hombro, sumado a la preocupación inconsciente por su menor, a quien aún no lograba divisar entre el polvo levantado por los escombros.

—Estarás bien...solo...debes atar tu brazo con un cordón. — Habló mientras escuchaba los Sollozos y quejas del hombre a sus espaldas a quien se le había amputado una de sus manos en el ataque.

—¡Las ratas son realmente débiles! — Daki rio complacida al ver el desastre que había  causado y sin remordimiento alguno se giró para salir de ahí.

—Oye... Esto es imperdonable— la voz de Kamado interrumpió su caminata, estaba realmente molesto, más aún por las palabras de esa mujer.
—¿Cómo te atreves a hacer esto?

—¿Aún están vivos? — Se detuvo girándose a mirarlo.— tuve suficiente de su patética existencia, la vida de los grotescos humanos no tiene valor en absoluto. Todos pueden divertirse pudriéndose en el infierno.

—¡Necesitas más para matarme... bruja estúpida! — El omega apretó el mango de su katana mientras intentaba regular su respiración para detener el sangrado.

Tanjirō por su parte se quedó quieto sintiendo la ira burbujear en su interior a medida que la mujer hablaba y si bien se sentía un poco aliviado de escuchar la voz de su menor, comprobando que estaba bien, el enojo predominaba.

Shiemi se estremeció involuntariamente al sentir una rabia abrazadora que no era suya, sabía perfectamente de que se trataba, Tanjirō era alguien demasiado amable, eso era cierto, pero esa amabilidad desaparecía cuando tocaban sus fibras sensibles y eso lo había comprobado más de una vez.

La luna superior sonrió complacida ignorando a sus contrincantes al asumir que ya no eran una entretención, pues era tan egocéntrica que no los consideraba una amenaza. Se giró para ir en busca del famoso pilar a quien quería enfrentar, siendo detenida en menos de dos segundos por el ojirubi, quien estaba más que molesto, se notaba en su forma de hablar y en su postura, sobre todo porque se movía como si no estuviese herido en absoluto.

—Por favor salgan de aquí y aléjense lo más posible. — El pelinegro habló al hombre de antes mientras pasaba por su lado, yendo directo al tejado donde estaba Tanjirō para ayudarlo.

Su pecho estaba contraído con un mal presentimiento latente en él.

—¡Deja de hablar estupideces! ¡No recuerdo nada de mi vida humana! ¡Soy un demonio ahora! — Reclamó la mujer colérica mientras le daba un puñetazo al tejado mirando directamente hacia Kamado.—¡Los demonios son mejores, no enferman, no necesitan dinero para comer! ¡No envejecen!  — Sonrió complacida ignorando la presencia del ojiverde. —¡Los demonios fuertes y hermosos pueden hacer lo que sea!

—Bien, suficiente. —Tanjirō se acercó a ella con rapidez sin pensarlo mucho, provocado que la chica riera y la tela que usaba se moviera rápidamente para formar una red sobre el ojirubi.

Mierda, lo va a matar.

Shiemi sintió un nudo formarse en su estómago al ver la escena, la mujer no le prestaba atención y tampoco sabía como intervenir, no iba a llegar a tiempo.
Sus sentidos fueron nublados por la creciente preocupación por su mayor, la opresión en su pecho se volvió asfixiante, la impotencia recorrió sus venas quemando todo a su paso y el grito de advertencia se atoró en su garganta al mismo tiempo que la katana reluciente de su mayor cortaba cada uno de los extremos de la faja y en menos de dos segundos había impactado contra el cuello de la luna superior a punto de cortarlo.


Enamórate de mi [Kamado Tanjirō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora