Capítulo 2

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—¿Puedes dejar de mirarme así? — Murmuró molesto mientras se cruzaba de brazos y trataba de ignorar la mirada insistente de Tanjirō.
—¡Ya! ¡No me agradas! ¡Que aceptara cuidarte a ti y a ese demonio es solo porque Oyakata-sama lo pidió! —caminó por la finca de la pilar de Insecto siguiendo al kakushi que llevaba en sus brazos al joven alfa.

Le incomodaba y molestaba la mirada del más alto, gracias a todas las malas experiencias que le había tocado vivir a su corta edad, no estaba dispuesto a conocer gente nueva y mucho menos a un alfa.
Para él, los alfas eran seres malos y crueles, sin sentimientos verdaderos, seres que solo se guiaban por su instinto y actuaban por bien propio, aprovechándose de su fuerza corporal y su estúpida "Voz".
El único que valía la pena a su parecer, era su hermano mayor, pues era el único que lo había protegido sin importar nada, ni su propia vida.

Lo primero que hizo cuando se aseguró de que Kamado estaba en el cuarto en donde pasaría las siguientes semanas recuperándose, además de ignorar los gritos de un chico rubio con aroma a vainilla y chocolate blanco, fue salir a tomar aire fresco, tenía calor y su uniforme estaba volviéndose incómodo. Pasó sus manos por su rostro, perdido totalmente en sus pensamientos, el aroma a roble con un toque muy suave de anís que poseía Tanjirō estaba mareándolo, dudaba que su celo se hiciera presente en esos días, pues hace menos de un mes que había llegado y no sería normal que se adelantara tanto, por lo menos agradecía a la pilar de insecto por darle el inhibidor, así podría controlar un poco su aroma hasta que estuviera encerrado en su nueva habitación.

Ahora que lo recapacitaba bien, nunca antes se había sentido así ante la presencia de un alfa, mucho menos ante el aroma de uno, le eran desagradables, algunos demasiado ácidos, otros muy fuertes y otros demasiado "aburridos" para su gusto, no obstante, el aroma de Kamado era único, lo hacía sentir extraño y no le desagradaba, incluso se atrevía a decir que era el único aroma que le gustaba.

"Los destinados suelen reconocerse al encontrarse por primera vez, sus aromas se complementan y nunca más pueden volver a separarse"

—Ugh... No es posible... — murmuró molesto y muy en el fondo asustado mientras negaba varias veces, su mente comenzó a asociar algunas cosas y eso lo asustó de sobremanera, negó nuevamente golpeando sus mejillas de forma suave, repitiéndose que de seguro el golpe que se dio con la estantería esa mañana al intentar robar los dulces de su hermano lo estaban afectando, él juró de pequeño nunca jamás tener un alfa, no dependería de nadie para ser feliz y mucho menos dejaría que alguien más le quitara su libertad, menos la persona que se supone es su "destinado".
Muy en el fondo tenía miedo de no poder cumplir su juramento y volver a repetir la misma historia.

—¡Ugh! ¡Deja de pensar idioteces! — Gritó mientras tiraba suavemente su cabello, sentándose en el piso y abrazando suavemente sus piernas, pasando su mirada por el amplio jardín, no quería admitirlo, pero estaba asustado de lo que podía pasar en el futuro.

Podía escuchar en el fondo los gritos del extraño que había visto hace unos minutos, no pudo identificar si era un alfa, beta o un omega, pero sin importar cual de las tres opciones fuera ya no le caía bien, mejor dicho le exasperaba que fuera tan gritón y llorón.

—oye chico — La voz de la niña que los había recibido lo distrajo, al girarse, pudo comprobar que no estaba para nada contenta.
—Será mejor que entres, el alfa que llegó contigo no ha parado de preguntar a donde fuiste y si sigue así no va a curarse nunca.— quería reírse por las palabras ajenas, sin embargo se quedó en silencio repasando lo dicho por la fémina una y otra vez.
—Y apresúrate por favor. —Finalizó Aoi dejando escapar un pesado suspiro y de paso sacándolo de su burbuja.

—La verdad no me importa que es lo que le pase, pero lamentablemente debo cuidar que no se mate antes de cumplir su "objetivo" — murmuró levantándose para poder caminar hacia el cuarto en donde descansaba el trio de jóvenes cazadores.

—¡Tanjirō! ¡La medicina es horrible! ¡Me picaron unas arañas feas y casi me convierto en una también! — el chico rubio de antes seguía chillando, era increíble como sus cuerdas vocales aguantaban tanto, si no recordaba mal, el extraño no tenía apariencia de omega, mucho menos de beta y su aroma no ayudaba, pues era demasiado dulce, definitivamente Shiemi no sabía que mierda era el rubio, estaba confundido.
—¡Oyeeee! ¡Tanjirō! ¡No me estás escuchando! ¡Casi muero ahí!

—¡Ya cállate! ¡mis oídos sufren por tus gritos y reclamos! ¡¿Acaso no sabes que hay más pacientes que necesitan descansar?! ¡Ya no te moriste! ¡Deja de llorar o te daré una buena razón para hacerlo! —Gritó Shiemi abriendo la puerta corrediza, mirando con cara de pocos amigos a Zenitsu, quien chilló nuevamente.

—¡Es un demonio! ¡Un demonio! ¡Definitivamente es un demonio! ¡Tiene cara de serlo! — Volvió a chillar, recibiendo una almohada en el rostro, la cual había sido lanzada por Shiemi, quien ya estaba cansado.

—Si no cierras la boca de verdad vas a desear haberte convertido en una maldita araña. — Advirtió por última vez recargándose en la pared para mirarlo, ignorando la presencia del Alfa de cabellos burdeos quien lo miraba atentamente, casi como si estuviese contemplando algo maravilloso y nunca antes visto.

—Y tú deja de mirarme o me importará una mierda que tengas la mandíbula partida en dos y te golpearé — amenazó apuntando al joven de aretes, quien se sonrojó ligeramente y desvió la mirada.

"¿De verdad es un alfa?" "Que Patético"

Pensó el ojiverde rodando los ojos antes de suspirar pesadamente.

—Escúchame bien, tengo mis reglas y espero que las cumplas o de verdad vas a verme enojado y no quieres eso. —comenzó mientras acomodaba su haori, mirando fijamente al Alfa. — primero, no te me acerques más de lo debido, no abrazos, no palabras amables, No somos amigos y no quiero que seamos amigos. Segundo, odio los gritos, odio a quienes lloran y patalean como si fueran bebés en especial si son omegas. Tercero, odio a las personas inútiles, asi que por favor, hagan algo por su vida de vez en cuando y cuarto, odio a los alfas — finalizó mirando amenazante al ojirubi y al rubio, notando además la presencia de un tercer cazador, quien al parecer estaba dormido y tenía una especie de máscara de Jabalí.

—Pero... Tu eres un omega, ¿Por qué odiarías a un alfa? — Tanjirō intervino algo confundido, sin malas intenciones, pues como su crianza había sido casi "perfecta" y envidiable no conocía la otra cara de la moneda, la que debían vivir los omegas hombres que nacían en familias conservadoras o de pocos recursos.
Tuvo que cubrir su nariz cuando el aroma de Shiemi se volvió amargo, demasiado para el gusto de cualquiera, si bien vivían en una época en donde el omega era solo un juguete sexual que no tenía ni voz ni voto, todos sabemos que los padres de Tanjirō lo criaron bien y le enseñaron que no debía aprovecharse de su fuerza, que todos merecían el mismo respeto sin importar su "jerarquía", no obstante, eso no lo salvaba de, como todos, desconocer algunas realidades.

—Me olvidaba de algo. —Sonrió como si fuera el ser más inocente de la tierra— odio que por ser un estúpido omega me traten de menos o débil, no necesito un alfa, son asquerosos y crueles, además puedo patearle el trasero a uno sin ningún problema y si no quieres una demostración cierra la boca.

Cualquiera hubiese dicho que era un omega despreciable y que nunca conseguiría un alfa que lo amara, pues no era sumiso, mucho menos dulce, tenía una lengua realmente afilada, no temía a meterse en problemas y lo más relevante a ojos de la sociedad, era un chico, sin embargo a Kamado le fascinó que el pequeño omega con aroma peculiar fuera tan decidido a defender lo que creía y sobre todo, porque sabía que en el fondo Shiemi no era alguien malo, su aroma lo delataba completamente, el olfato que poseía Tanjirō lo ayudó siempre a saber que sentía la gente y ahora estaba leyendo al pequeño omega como si de un libro se tratase.

Enamórate de mi [Kamado Tanjirō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora