Aitana
—Mujer del diablo. Quitame estas malditas esposas en este momento si no quieres…
—¿Si no quiero que…?
Me coloque delante de él y Dustin no dudo en fulminarme con los ojos.
—Sueltame mujer del demonio.
Negué con la cabeza, y él maldijo
—Decidi que esté sera tu castigo por esposarme a tí.
—Te juro por lo más sagrado que tengo que si no me sueltas en este preciso momento te matare con mis propias manos.
—Creo que tendrás que matarme con tus manos porque por nada del mundo te quitare esas esposas.
Dije mientras me colocaba las botas de montar.
—Este día encerrado aquí te ayudara a reconsiderar el hecho de esposarme a tí, cariño. -inquirí para después lanzarle un beso.
A lo que él respondió con una de sus tipicas miradas fulminantes.
Qué se joda por lilipendo.
Camine hacia la puerta y justo antes de tomar el pomo de la puerta escuché la voz de Dustin.
—Te lo abvierto Aitana.
—Y yo te abvierto que tendras un excelente día para pensar en la descabellada idea de esposarme a tí. Y ni se te ocurra llamar a Hugo o a Norma, porque ellos tienen el día libre. Así que tendrás la casa para ti solo cariño. Puedes grirar todo lo que quieras.
—No estoy para relajos Aitana. -verbalizo él mientras forcejeaba para soltarse de las esposas. —Tengo mucho trabajo que hacer.
—Debiste pensar en que yo tenia mucho trabajo que hacer cuando decidiste esposarme a tí. Pero no lo hiciste así que yo tampoco pensaré en la infinidad de trabjo que tienes por realizar.
Él se removió en la cama y yo sonreí.
—Nos vemos cariño.
Dije estas palabras y Dustin gruño.
—Cuando logré quitarme estas esposas tendrás que huir de mi porque te voy a matar.
—Perro que ladra no muerde.
—Pues este perro te va a morder Aitana. Muy duro.
Soy yo, ¿o esas palabras estuvieron cargadas de doble sentido?
—Por el momento no me voy a preocupar por lo que me vas hacer Dustin. -tras estas palabras abri la puerta. —Nos vemos al finalizar el día cariño.
—Vete al mismísimo infierno, mujer del diablo.
Me lleve una de mis manos al pecho para aparentar estar ofendida.
—Pense que era tú mujer.
—Mi mujer no sería una auténtica diabla como lo eres tú.
—Me alagan tus palabras, cariño. Y al mismo tiempo esto te da a entender que no puedes meterte conmigo, porque cuando quiero puedo ser una auténtica diabla. -el rodó los ojos y se atrevió a lanzarme una de las almohadas. —Ah, y otra cosa. El diablo no es mi esposo, el ed mi aprendiz.
Luego de decir estas palabras abri la puerta y sali con rapidez de la habitación.
Que se joda ese maldito.
En pleno pasillo encontré a mis dos ángeles.
—¡Mamá!
—¡Mami!
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¡Heredero a la vista! [#2 de la saga Heredero]
Romance¿Qué mejor que estar rodeada de la naturaleza para olvidar sus penas? ¿Qué mejor que ver desde lejos al prospecto perfecto para ser el padre de su hijo? ¿Qué mejor que drogar, violar y tomar el esperma de ese candente hombre? Todo había resultado fá...