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El segundo mes del verano ya comenzó y lo ha recibido una oleada de lluvias.

— ¡Por Dios! ¿Por qué tiene que llover en verano?- se quejó Amy observando por la ventana.

— Así es la naturaleza, llena de sorpresas.- dije dándolo por hecho.

— Oye tú, ¿Qué has estado haciendo estos días?- preguntó.

— Ya sabes lo que he hecho, por eso vine.- la miré.- ¿Y tú qué has hecho?

— Divertirme para eso es el verano.- habló obvia.- Hoy saldría con los chicos, dijeron que te invitara pero ya ves lo que sucedió.- señaló hacia la ventana.

— Otro día será.

— Ya sé acerca tú cumpleaños.- dijo.- ¿Estás emocionada?

— Cumpliré 18 y luego que termine el verano me iré de casa.- tomé entre mis manos un libro.- ¿Debería estarlo?

— ¡Por supuesto! Cuando yo cumplí 18 me hicieron una gran fiesta.- dijo y asentí.

— Fue la primera fiesta a la que fuí.- dije y ella aplaudió.

— Nos divertimos tanto esa noche. Es increíble creer que fue hace dos años.- dijo tomando su teléfono.

— Sí, ya estás vieja.- dije y salí de la habitación dejando a atrás sus quejas.

Baje las escaleras para llegar a la biblioteca, entre en ésta y encendí las luces pero éstas rápidamente se apagaron. Lo volví a hace pero dió el mismo resultado.

— ¿Qué sucede?

Caminé por el pequeño pasillo hasta llegar al fondo de la habitación a dónde están las ventanas. Pero antes de correr las cortinas un escalofrío recorrió mi espalda y me quedé quieta, hasta que comencé a girar.

Las velas se encendieron y allí entre los estantes de libros estaba ella.

— Salvalo.- susurró.

— ¿Usted es la señora Dupoint?- ella dió un paso hacia atrás y asintió.

— Debes salvarlo.- repitió.

— ¿Qué es lo que sucede en el bosque?- indagué y ella comenzó a negar.

— No dejes que nada malo le pasé, él no hizo nada.- insistió.

— ¿Por qué...?

— ¿Leslie?- la voz de Alex resonó en la biblioteca y ella desapareció.

— ¡Espera!- grité y él chico apareció en mi campo de visión.

— ¿Por qué no encendiste las luces?- preguntó. Debajo de la luz de la vela podía ver el parecido con su madre.

— Solo quería dejar el libro y volver a la habitación.- me excuse.

— Vayamos por algo de comer.- dijo y se dió la vuelta.

Dejé el libro y lo seguí.

— ¿Cómo te fue?- pregunté tomando asiento en la isla de la cocina.

— Muy bien, aunque el vuelo de regreso fue un poco molesto.- dijo sonando su nuca.- Hay pastel de chocolate ¿Quieres?

Él sirvió dos trozos y los sirvió en un solo plato.

Comenzamos a comer y no pude evitar lo que sucedió el otro día en la biblioteca con el pelinegro. Tragué saliva y me alejé a buscar agua.

— ¿Me podrías servir un vaso también?- asentí y me acerque de nuevo.- Está delicioso.

Si como tú”.

[Verano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora