Primer día de clases

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Dino saltó con euforia de su silla. Su papá Shua le había indicado terminar su desayuno antes que todos mientras alistaba el almuerzo de sus hermanos en sus respectivas bolsas de papel.

Subió las escaleras lo más rápido posible, pasando por el primer baño de la casa, en donde se hallaba Seokmin tratando de peinar los rebeldes cabellos de Mingyu, de forma que estos no estuviesen disparados por doquier.

—Te dije que podía hacerlo yo mismo...

—Tonterías —le respondió a su hijo. Suspiro—. Ese aún es mi trabajo.

Mingyu continuó bufando por la cantidad exagerada de gel que su papá estaba depositando en su cabeza.

El más pequeño del hogar continuó su camino hasta su habitación, la cual ya era compartida con Seungkwan y Vernon.

Este último veía con confusión los botones de su camisa. Parecía ser que uno de ellos estaba sobrando.

—Nonie ¿otra vez? Ven aquí, te ayudare.

Seungkwan mantenía un puchero en su rostro mientras desabotonaba toda la camisa de su hermano y acomodaba todo en su lugar.

Al terminar, una sonrisa fue puesta en sus labios.

—¿uh, Dino? —miro hacia la cama de su hermano menor— esa es tu ropa, debes ponértela.

El pequeño contemplo el suéter negro con franjas pequeñas en el cuello, un pantalón gris y una camisa muy, muy blanca.

Se miró a sí mismo con su pijama de dinosaurios y suspiro antes de hacer caso a la indicación.

Joshua se disponía a llamar por tercera vez a los gemelos cuando, al pasar por la puerta de sus hijos menores, encontró a su bebé haciendo lo que le pareció la cosa más extraña para este papá.

Dino estaba vistiéndose para su primer día de clases.

Se quedó parado en el marco de la puerta, solo observando con detenimiento como sus manitas intentaban meter el estrecho cuello del suéter por su gran cabeza.

Frunció sus labios, pues sentía que en cualquier momento lloraría allí mismo.

Es decir, se trataba de su bebé. Su último hijo por fin partiría al mundo escolar.

¿Siquiera alguien pensaba en lo injusto que eso era?

Antes de que lograra derramar una lágrima, su brazo fue sujetado por su esposo.

Este lo llevó hasta la puerta del baño junto a su habitación y le susurro.

—¿Estás loco? Dino no puede verte así.

—Pero...

—No —Seokmin le apuntó con el dedo—. ¿Recuerdas lo que pasó en su primer día de guardería?

—No hubo un primer día de guardería.

—¡Exacto!

Joshua bufó rodando los ojos.

Seokmin había tenido la idea de inscribir al bebé Dino en una guardería. Ésta tenía un funcionamiento de tres horas como máximo para los bebés, pues la estimulación era más que suficiente para su buen desarrollo. A Seokmin le había parecido maravilloso.

A Joshua no.

Para él fue una muy mala, terrible, horrible idea.

Al dejar a Dino en los brazos de la cuidadora, Joshua intentó despedirse de él, pero terminó llorando frente a él, lo que ocasionó un llanto desesperado por parte del bebé. Esto los obligó a no soltarse por el resto del día y a desechar por completo el depósito de la inscripción.

Papá, no olvides 13 para llevar - SVTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora