06= Papá Seokmin

1.2K 176 2
                                    

Seokmin era una persona paciente con Joshua, siempre que debían salir a algún lado, era él quien se sentaba a esperar a que su esposo terminara de escoger el outfit perfecto, incluso si todo lo que se pusiera encima le quedara fabuloso.

Aprendió a ser aún más paciente cuando sus once hijos ya eran parte de su vida, así que podría considerarse todo un rey de la paciencia.

Al menos, eso trataba de recordar ahora mismo.

Resoplo. La fila en verdad era larga, pues el drive thru era demasiado usado por todas las personas del rededor, por lo que ahora eran él y sus pequeños contra toda la gente que tenía hambre.

Y rogaba enserio internamente porque los niños pudieran apreciar esa paciencia que él siempre les tenía y le regresaran el favor solo por este día.

—Papá —comenzó Mingyu—, ¿vamos a tardar mucho?

Claro que, no podía tener las expectativas tan altas.

Seokmin suspiro y miro a su hijo, quien tenía un puchero formado en su boquita.

—No cuentes el tiempo, Min —le respondió dulce—. Cuando menos lo esperes ya tendremos nuestra orden en las...

—¡Esto tomara muuucho! —pataleo Seungkwan en otro puchero.

Volvió a suspirar, al menos Minghao solo rodaba los ojos cada que un cliente tardaba en pedir su propia orden.

—Niños. Recuerden que me prometieron ser buenos.

Todos dejaron sus expresiones de disgusto y miraron a su padre al unísono, asintiendo con sus cabecitas.

Papá Seokmin les sonrió sin mostrar los dientes y se giró nuevamente hacia enfrente, mirando unos segundos a su bello bebé quien solo mordía su puñito y lo llenaba de saliva.

Sonrió enternecido y se concentró en la calma que éste le brindaba.

—¡Mira, Vernonie! —gritó Kwan, sacándolo de su ensimismamiento— Ese tobogán es más grande que el del parque... ¡Papá Seokmin! ¿Podemos ir allá? ¡Por favor, por favor!

Los ruegos del pequeño se hicieron sonar y el mencionado torció la boca. Allí había otros niños, hijos de las personas que también se encontraban esperando, sin ninguna supervisión de ellos.

Se mordió el labio, le preocupaba aquello y dejar a uno de sus niños más escandalosos suelto por ahí le provocaba ansiedad en su corazón.

Joshua era quien siempre se encargaba de vigilar que todos estuvieran en perfecta disciplina cuando les soltaba la correa, por decirlo de algún modo.

—Kwanie, no puedo ir hasta allá a vigilarlos, tendrán que quedarse conmigo.

Su hijo detuvo las súplicas y se paró erguido para entornar hacia él esos hermosos ojitos cambiando al modo aegyo.

—Vernon y yo podemos ir solos —insistió, tomando la mano de su hermano—, ya somos niños grandes.

Aquello le sacó una mini risa al adulto.

En realidad, cuatro años eran demasiados para sus casi últimos bebés en crecimiento. Lo consideró un segundo, miró hacia la fila, esta parecía avanzar poco pero no creía que la demora fuera mucha.

Asintió.

—Esta bien, vayan —ambos niños se miraron y prepararon sus pies para correr hacia el área repleta de juegos—. ¡Los miraré desde aquí!

No creía que lo hayan escuchado, pues estos estaban lo bastante lejos como para hacerlo a penas Seokmin les confió el permiso.

Miró a sus hijos restantes con él, mientras avanzaban un par de pasos enfrente.

—¿No quieres acompañarlos? —pregunto hacia Mingyu. Éste negó— Creí que te gustaban los toboganes.

Mingyu solo desvió la mirada hacia el suelo. Volteo a ver a Hao, este descruzo sus brazos y le dirigió a su hermano una mirada más divertida, haciendo que el menor se sonrojara hasta las orejas.

—Mingyu se atoró en el tobogán de la escuela el otro día —dijo rápidamente con una gran sonrisa contenida.

Seokmin parpadeo.

—¿Qué?

—¡Fue vergonzoso! ¡cállate, Hao! —gritó cubriéndose la cara.

El mayor de sus niños presentes estalló en una carcajada.

Seokmin solo acercó a Mingyu hacia su cuerpo, ahí fue cuando se dio cuenta de que su estatura rebasaba por completo su estómago. Abrió los ojos disimuladamente, sabía que pronto estaría rozando con su pecho en altura.

Torció los labios y acarició con más insistencia el cabello de Mingyu, quien le había sacado la lengua a su hermano cuando dejó de reírse por fin.

Estaban creciendo demasiado en tan solo un parpadeo. 








Un voto para la historia es un voto para la ternura de Seungkwan, ujum. 

-Much & Boo

Papá, no olvides 13 para llevar - SVTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora