XII: Eunwoo

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La noche pasó lentamente en la tortura del encierro. Si continuaba en esa prisión, iba a perder la cordura. Estaba desesperado y angustiado. El tiempo era tortuoso porque se hizo eterno para Jimin. Los gritos iracundos con lágrimas derramadas no le hicieron a Seojoon tocarse el alma.

Jimin tuvo calma por algunos momentos, pero volvió a alterarse después de haberle rezado a la Diosa Luna. Volvió a escandalizarse con gritos, lanzando los objetos de la habitación.

Sunmi hizo presencia en el lugar, enfurecida por el escándalo nocturno. Jimin estaba lanzando la ropa del armario en ese momento.

—¡Jimin, ¿qué es este desastre?! —le reprochó.

Jimin la miró, deteniéndose para enfrentarla.

—¡A ti qué te importa! —respondió.

—A mí me respetas, omega insolente —le amenazó la alfa—. Ahora vas a recoger y ordenar el desastre hecho por tu rabieta.

—Si no quiero, ¿qué me vas a hacer?

—Si tú no quieres callarte —intervino Seojoon, ingresando a la habitación—, yo estaré obligado a ponerte la mordaza para detener tu escándalo. Yo estoy siendo muy paciente contigo, Jimin.

Jimin se rio con sarcasmo.

—Usted ya me arrebató mi libertad —le enfrentó—. ¿Quiere callarme? Hágalo sin ningún problema, pero nunca tendrá mi cuerpo.

Seojoon sintió ira intensa, pero la controló. Si quería a Jimin para él, debía tratarlo con paciencia y ternura. Iba a seducirlo con esa actitud amable disfrazando su verdadero deseo perverso de lujuria. No sabía cuánto tiempo esperaría a que Jimin se entregara a él, pero no estaba dispuesto a darle tanto tiempo.

El cuerpo de Jimin sería suyo.

—Señor —dijo Minho desde la puerta—, hay cierto problema con urgencia de solución.

Seojoon miró por última vez a Jimin.

—Jimin, compórtate bien —le advirtió—. Yo no quiero más escándalos en mi presencia.

Cuando Seojoon salió de la habitación, Jimin se lanzó a su cama para llorar.

...

—¡Maldita sea, déjenme pasar! —exclamó Jungkook, tan furioso—. Yo exijo hablar con Park Seojoon.

El enfrentamiento se dio en la puerta de la hacienda de Park Seojoon, Jungkook llegó en su caballo, dispuesto a pelear por Jimin. Los militares de Seojoon estaban impidiéndole el paso con la amenaza de sus espadas.

Si no hubiera sido tan impulsivo, hubiera pensado en llevar sus espadas.

—Ese infeliz secuestró a mi omega y prometido. Yo no voy a mover de este lugar hasta hablar con él.

—Señor, háganos el favor de retirarse —le ordenó uno de los hombres.

—¡Yo no me iré hasta que Park Seojoon dé la cara! —gritó con más enojo.

—Usted no nos obligue a tomar medidas drásticas... —le amenazó otro de los hombres.

Jungkook se bajó del caballo, dispuesto a pelear con esos militares. Cuando ellos le pusieron las espadas en su cuello, no tembló en ningún segundo. Jungkook era muy intrépido y valiente. Iba a salvar a Jimin, sin importarle los riesgos. Era su deber reclamar la libertad de Jimin, porque lo amaba.

—Ustedes hagan lo que tengan que hacer, pero yo no me muevo hasta ver a ese maldito de Park Seojoon.

Al otro lado de la puerta, Seojoon sonreía con maldad. Había escuchado la voz del hombre que amaba Jimin. No le iba a dar la victoria a ese amor. Iba a destrozarlo hasta que Jimin se convenciera de que él le pertenecía.

Bella Luna || KookMin [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora