❤️‍🔥CAPITULO 21❤️‍🔥

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Han pasado dos meses desde que los Lewis me secuestraron, de mi sistema salió el HACOC, mi cuerpo aún tiene pequeñas marcas de ese día, tengo pesadillas, pero cuando abro mis ojos me topo a Damon con la cara llena de preocupación. En estos momentos estamos en una cabaña lejos de toda civilización, solo somos Ehta, el italiano y yo.

-No puedes ser un año mayor que yo- grito cuando el grandulón me cuenta de su último cumpleaños. Él sonríe negando desde que estamos aquí no se ha puesto la máscara, lo veo más relajado.

-Deja de estar descansando y ayúdame-entra Damon a la cocina, no tiene camisa y su cuerpo está lleno de sudor. Tiene un hacha en la mano y cara de pocos amigos.

-Es mi cumpleaños, jefe, déjame en paz-se queja el hombre, más sus palabras son calladas con la mirada que le lanza el italiano. Yo me quedo callada analizando lo que dijo. Ehta sale tomando el hacha.

-Ayúdame -mis ojos viajan hacia Mascherano, el cual estaba subiendo las escaleras. Me ignora para seguir su camino. Yo corro hacia él.

-Vamos Damon -mi voz sale en súplica. Me lanzo a su espalda cuando hace el intento de correr a la habitación.

-Ya sabes lo que quiero, ayúdame- sigue avanzando. Suelta un largo suspiro cuando me aferró más a su cuello. Cierra la puerta del baño al entrar.

-No te debe importar otro hombre que no sea yo -se queja, dejándome en el mármol del lavamanos. Lo tomo antes de que se aleje. Se coloca entre mis piernas.

-Vamos Ehta, es Ehta, le tengo mucho cariño -su cuerpo se tensa. Su mano viaja hacia mi nuca y se aferra con fuerza. Corta la distancia entre los dos.

-No vuelvas a decir eso, Regina, porque no me haré responsable de lo que haré -su voz sale fría y calculadora. Mi intimidad empieza a mojarse. Quiero quitarlo pero pega su miembro más.

-Oh, conejito, estás mojada-habla con un toque divertido. No lo piensa ni un segundo para atacar mi boca. Mi cuerpo se empieza a calentar.

La electricidad entre Damon y yo era palpable, su mirada ardiente recorría cada centímetro de mi cuerpo. Se toma su tiempo para comenzar a deslizar la tela de mi vestido por mis hombros, dejando al descubierto mi piel ansiosa bajo su tacto. Cada roce de sus dedos enviaba un escalofrío de placer por todo mi cuerpo, y mis labios ansiosos buscaban los suyos nuevamente. Su boca baja por mi cuello con una delicadeza exquisita, dejando marcas en el proceso. Cierro los ojos y me dejo llevar por el placer de sus caricias. Sus manos continuaban deslizándose por mi piel, despojándome de toda inhibición. En este momento, somos dos almas bailando en un torbellino de pasión, donde el mundo exterior desaparecía y solo existíamos él y yo, entregados al deseo que nos consumía sin piedad.

-Me vuelves loco -susurra en mi oído, dejando una pequeña mordida en este. Sus dedos bailan en mi intimidad y un gemido es arrancado de mis labios. Una sonrisa juguetona aparece cuando saca sus dedos de mi interior, estaban llenos de mis jugos. Los lleva a su boca con lentitud.

-No hagas eso -tomo su mano antes de que se la lleve a la boca. Su sonrisa no se borra.

-Estás empapada -se defiende con burla. Yo me pongo roja y trato de quitarlo para salir de aquí. Su agarre se hace más fuerte.

-Tú eres el responsable de todo esto, es tu culpa que esté así, es tu culpa que haya follado con un criminal. Toda esta mierda es tu culpa porque te convertiste en una droga para mí- le reclamo. Una carcajada llena de tranquilidad es arrancada de sus pulmones. Abre más mis piernas y me pega a él con rapidez.

-Si yo soy la causa, supongo que depende de mí ser la solución -no me deja hablar cuando baja hasta mi sexo. Callo mis chillidos de placer cuando su lengua juega con mi clítoris. Trato de alejarme pero sus dedos se aferran a mi cadera.

-Quieta, conejito -demanda con un tono de autoridad. Yo me rindo, dejándome llevar por el pecado.

-Aliméntame -sus palabras son suficientes para estallar en un violento orgasmo. Mi cuerpo se tensa, cierro los ojos con fuerza, el aire se me escapa de los pulmones y mi corazón se acelera.

No me deja reponerme cuando me levanta, gira mi cuerpo haciendo que mi espalda pegue en su pecho. Mis piernas se abren de par en par, apoyo mis pies en el mármol. Me sujeta de los muslos, su polla la soba entre mis labios, el espejo me hace tener una vista tan vulgar, Por miedo, cierro los ojos con fuerza.

-Vamos, conejito, mira -su voz está cargada de seducción. Cuando abro los ojos, él no pierde el tiempo y me penetra con ferocidad. La imagen tan pecaminosa que estoy viendo me excita más. Chorreos sin control, haciendo que su polla se deslice con facilidad, él me mira con admiración.

-Oh, Damon, joder -grito presa del placer. Llega más profundo cada segundo y empiezo a ver puntos negros. Mi visión se borra, mis extremidades se tensan, me aferró a sus brazos. Él no para, sube la velocidad, dejándome en un abismo de deseo.

-Dilo -su voz sale entrecortada, sus embestidas son rápidas y profundas.

-Di mi maldito nombre, conejito -su boca viaja a mi cuello donde deja más marcas.

-Damon -gimo sin parar. Sonríe complacido al ver cómo estoy completamente ha su merced.

-De quién eres, conejito, quién es tu dueño -muerdo mi labio con fuerza al saber lo que quiere. Callo mis gemidos, causando su molestia. Sin dejar de penetrarme, me lleva hacia la cama donde pone mis piernas en sus hombros yendo más profundo.

-Solo dilo, conejito -murmura con superioridad. Mis gemidos son expulsados al no aguantar más. Mis ojos se llenan de lágrimas de placer.

-Tú, Damon -grito, sujetando su cuello. Mis uñas se entierran en su espalda. Sonríe con narcisismo.

-Soy tuya, joder -en un movimiento rápido, lo lanzo a la cama poniéndome encima de él. Sonrío con lascivia. Él muerde su labio inferior, tomando mis pechos, los cuales rebotan al compás de las embestidas.

-Y yo soy tuyo, conejito-confiesa lleno de lujuria. Pongo mis manos a cada costado, dejando caer mi espalda al aire. Su mano viaja a mi clítoris, llevando al máximo mi cordura.

Cuando mi cuerpo es llevado nuevamente al orgasmo, mi mente no resiste más. Caigo rendida a sus brazos. Él solo me sujeta, dejando que me sumerja en mis sueños. Es extraño y estúpido sentirme segura en los brazos del enemigo, pero Damon Mascherano no es un enemigo para mí. Él es todo lo que quiero, es el dueño de mis orgasmos como de mi corazón. Al final del día, podré ser una Morgan James, pero soy de un italiano hijo de puta que lleva el apellido Mascherano.

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