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9:10 AM | 11/03

Lentamente me desperté y pude darme cuenta de que no estaba en mi habitación. Estuve unos segundos recalculando y preguntándome a mi misma: ¿Qué hacía en la habitación de Tom?. Hasta que mi mente por fin funcionó y recordé el día anterior.

Suspiré y volví a acomodarme al escuchar unos pasos que cada vez se escuchaban más cerca.

La manija se giró, permitiendo que la puerta pueda abrirse y dejarme ver a un Tom con cara de dormido, pero con una bandeja en sus manos.

Sonreí y me senté, era la primera vez en mucho tiempo que me traían un desayuno a la cama.

Por encima de la bandeja podía apreciar unas galletas con chispas de chocolate, pero había un olor que no me convencía para nada.

Mi cara cambió por completo, mi sonrisa desapareció y al parecer el se dió cuenta de eso, miró la bandeja para buscar algún error que había cometido, pero por su mirada pude entender que para el todo estaba perfecto.

— ¿Pasa algo? - preguntó

Me quedé en silencio por unos segundos, no sabía si tomarme eso fingiendo que me gustaba o simplemente decirle que odiaba el café.

Sonreí y traté de responder lo más amable posible. No quería que se sintiera mal o algo así por rechazar la mitad del desayuno que me había preparado.

— Olvidaste que no me gusta el café. - reí levemente

Dejó la bandeja en una mesa pequeña que estaba a un lado de la cama, llevó una de sus manos a su frente y habló.

— Es verdad, lo siento.

Sinceramente no creo que haya sido la gran cosa, pero el se veía avergonzado y rápidamente intentó arreglarlo.

— Espera, te traeré otra cosa. - habló de nuevo

Reí al ver lo apresurado que salió de la habitación, me dió algo de ternura saber que quería verme disfrutar un desayuno hecho por el.

A los pocos minutos regresó con una taza llena, esta vez el olor me fascinaba por completo, pude distinguir fácilmente que era té.

De verdad no puedo explicar lo mucho que amo el té, si fuera por mi, sería mis tres "comidas" diarias.

¿Lo mejor de todo? Estaba a la temperatura perfecta.

— Es el mejor té que me han hecho.

El solo rió y se sentó a mi lado para verme comer. Sé que es algo extraño que hagan eso con alguien, pero en este momento lo veía tan atractivo que no me importaba que tan raro sea.

— ¿No vas a comer? - pregunté

— No tengo hambre.

De repente un silencio se apoderó del lugar. Yo seguía comiendo y el viéndome sin desviar la vista.

Quizá era un poco incómodo, pero solo para mí, ya que el parecía estar contento de tener esa vista

Pero no se mantuvo así por mucho tiempo, volteó al escuchar una notificación que provenía de mi celular, incluso su movimiento fue más rápido que el mío.

Aún sin decir nada, tomé mi celular y tenía un mensaje de Ámbar, prendí este para poder leerlo.

· "¿Vas a la escuela mañana? Necesito hablarte sobre algo serio."

Arrugue las cejas al leer su mensaje, sinceramente ella nunca solía hablarme sobre cosas serias.

Decidí que le respondería después y volví a dejar el objeto a un lado. Mi vista volvió a Tom, quién me miraba algo extraño, como si estuviera esperando a que le dijera quién había sido la del mensaje.

— Es Ámbar, supuestamente tiene que contarme algo en la escuela.

El solo asintió, pero no cortó el contacto visual en ningún momento, ahora sí me resultaba algo incómodo, ya que lo notaba algo raro.

— ¿Tienes algo que decirme? - pregunté

— No, nada.

Lo miré un poco confundida e intenté acabarme de una vez el desayuno, quizás así dejaba de verme.

Fue lo que pasó, terminé de comer y el se encargó de llevar las cosas otra vez a la cocina, incluso escuchaba cómo las lavaba.

Aproveché que estaba sola para levantarme y dirigirme a la ventana. Me apoyé en esa misma y miré todo el alrededor, arrugué las cejas al ver que Nick estaba en el jardín de mi casa. Era chistoso verlo desde ahí, estaba cerca asi que podía apreciar su cara de preocupado.

No había forma de que pudiera verme, pero de igual manera me escondí un poco entre las cortinas. A continuación se subió al coche y desde ahí pude escuchar lo fuerte que cerró la puerta.

No solo se le notaba preocupado, sino que también enojado.

Pegué un pequeño salto del susto al sentir unas manos frías en mi cintura, claramente sabía de quién se trataba, ya que este habia soltado una risa ante mi reacción.

Aún así ninguno dijo nada, ambos nos quedamos viendo cada esquina de la cuadra.

Aunque ese silencio no duró mucho, ya que el rompió el hielo.

— En realidad, si tengo algo que decirte.

Me dí vuelta para mirarlo y no dije nada, dando a entender que podía seguir hablando.

Se veía nervioso, por unos segundos mantuvo la mirada baja, pero luego volvió a mirarme

— Bueno, más bien es una pregunta.

— Tom, ¿Puedes decime de una vez?

El suspiró.

— Estuve pensando en nosotros y... Quiero saber si en verdad me amas, quizás me estoy ilusionando.

Quedé helada ante su pregunta, ¿Acaso era una broma?

Todo este tiempo creí que yo era la ilusionada, la que se entregaba para no perderlo y creía que podía hacerlo cambiar.

Pero ahora veo que quizás no sea así, quizás me quiere de verdad, incluso creía que ya éramos algo.

— Si, te amo como no tienes idea.

El sonrió y me acercó más a el

— Entonces, ¿Somos algo?

El ambiente se puso algo tenso e incómodo para mí, pero sabía que para el no.

De repente pensé bien las cosas, ¿Sería correcto estar con un mayor de edad?

Además, ¿Qué se supone que responda a esa clase de pregunta? Eso ni siquiera se pregunta.

— Bueno... Supongo que sí.

Recibí un abrazo por mi respuesta, pero no correspondí.

Nunca me había sentido así a su lado, así de rara.

Es como si me hubiese percatado de su edad, acciones e intenciones, pero dejé de pensar en eso cuando recibí un beso suyo en mi frente, amaba ese tipo de contacto.

Apoyé mi cabeza en su pecho y por fin lo abracé. No es que sea facil de convencer, pero quizás se merece una oportunidad, o mejor dicho, una segunda.








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⏰ Última actualización: Jul 11 ⏰

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𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙥𝙧𝙤𝙛𝙚𝙨𝙤𝙧 ; Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora