Narrador Omnisciente
La tarde se desvanecía en tonos dorados sobre los muros de Hogwarts. Draco Malfoy, con su característico porte altivo, esperaba en la entrada del colegio. Su novia, Nelly, debía salir pronto; ambos tenían planes para visitar Hogsmeade. Sin embargo, antes de que pudiera vislumbrar a Nelly, una lechuza blanca descendió con gracia y dejó una carta en sus manos.
El sello era inconfundible: el emblema de los Malfoy. Draco rompió el sello y desplegó el pergamino. La caligrafía elegante de su madre, Narcissa, se deslizaba sobre el papel.
"Querido Draco,
Espero que te encuentres bien y está carta llegué lo más pronto posible a ti. Tu padre y yo hemos estado observando tus amistades y tus elecciones últimamente. Kara Parkinson nos ha contado acerca de tu reciente relación con la chica de Ravenclaw, Lupin, y no puedo evitar preocuparme por ti.
Debo advertirte, querido hijo, que ella no es la compañía adecuada para alguien de nuestra estirpe. Su sangre no es pura, y su linaje no carece de la nobleza que mereces. No olvides de dónde vienes, Draco. No te mezcles con aquellos que no comparten nuestra grandeza.
Amaltea, tu prima, es otro asunto. Aunque comparte nuestra sangre, su parentesco con los Lovegood la hace diferente. Son excéntricos, inadecuados para nuestra familia. Mantén las distancias.
Pero hay más. Pansy Parkinson, esa muchacha está involucrada con Eros Evans. Perseus Parkinson no está contento con esta relación. Debes advertirle a Pansy que se aleje de Eros. No permitiremos que nuestra sangre se mezcle con la de los inferiores.
Draco, sé que esto es difícil para ti. No quiero que rompas corazones, pero debes proteger nuestra herencia. Si no puedes hacerlo por ti mismo, piensa en tu padre. Lucius tomará medidas si no sigues nuestras indicaciones.
Cuídate.
Con amor, Narcissa Malfoy"
No podía decirle esto a Nelly; no quería romper su corazón. Pansy, por otro lado, estaba demasiado feliz con Eros. No podía separarlos.
Sin embargo, el secreto pesaba sobre él. Cuando volviera de Hogsmeade, buscaría a Eros. Tal vez, encontraría una solución. Draco no podía permitir que su familia se desmoronara, pero tampoco podía sacrificar el amor y la felicidad de aquellos a quienes apreciaba.
Se debatía entre el deber y el corazón, entre las advertencias de su madre y los latidos de su alma. El destino de los Malfoy dependía de una balanza, y él debía encontrar el equilibrio perfecto.
Draco dobló la carta con cuidado y la guardó en su túnica. El papel crujía bajo sus dedos, como si llevara consigo un secreto prohibido. Las palabras de su madre resonaban en su mente, una advertencia que pesaba más que el oro de Gringotts.
No olvides de dónde vienes, Draco. No te mezcles con aquellos que no comparten nuestra grandeza.
Draco cerró los ojos, tratando de encontrar respuestas en la oscuridad. ¿Cómo podría proteger su linaje sin romper corazones? ¿Cómo podría seguir su corazón sin traicionar a su familia?
Entonces, como si el destino mismo lo hubiera escuchado, Nelly apareció. Su cabello negro caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos brillaban con una luz que Draco no podía resistir. Llevaba una bufanda de colores vivos, y su sonrisa era como un hechizo.