Narrador Omnisciente
El aire vibraba con anticipación en el estadio de Hogwarts. Las gradas estaban llenas de espectadores ansiosos, sus ojos fijos en el campo donde cuatro enormes dragones rugían y escupían fuego. Era la primera prueba del Torneo de los Tres Magos, y Harry Potter estaba en el centro de todo.
Dentro de la carpa de los campeones, Harry se sentía como si su corazón fuera a salirse de su pecho. Los dragones eran imponentes, y la idea de enfrentarse a uno de ellos era aterradora. Pero no solo eso lo inquietaba, su hermano mayor, ambos habían estado peleados durante meses, y aunque Harry deseaba hablar con él, el orgullo se interponía.
Eros no era el único en las gradas. A su izquierda, Amaltea Black sostenía su mano con ternura. Theodore Nott, observando desde más atrás, no podía apartar los ojos de ella. Amaltea, esa chica rubia, y que parecía odiarlo con cada célula de su cuerpo. Era inevitable.
Leonor, al lado de Amaltea, miraba la carpa con preocupación. Sostenía la mano de Amaltea como si pudiera protegerla de cualquier peligro. Draco, estaba allí por Eros y por ella. Aunque no le agradaba Harry, Draco sabía que esta prueba era crucial para todos.
Pansy, estaba al lado derecho de él. Sus dedos entrelazados con los suyos, dándole ánimos. Pero también estaba preocupada por Harry. Después de todo, él era su cuñado.
Y luego estaba Luna, la hermana de Amaltea, con su sombrero extravagante. Luna sostenía la otra mano de Pansy, creando un círculo de apoyo. Todos allí eran como una familia, excepto Harry. Eros quería a su hermano en ese círculo, pero el pasado y el orgullo se interponían.
James Potter, ausente en ese momento, había causado la brecha entre los hermanos. Sus decisiones habían dejado cicatrices profundas. Pero en ese instante, mientras los dragones rugían y el fuego iluminaba el cielo, Harry sintió que algo podría cambiar.
Y cuando el turno de Harry llegó, todo se descontroló.
El rugido del dragón resonaba en el estadio mientras Harry se acercaba al borde de la arena. El Dragón, Colacuerno Húngaro era una bestia formidable, con escamas negras y ojos como brasas ardientes. Su aliento de fuego podía reducir a cenizas a cualquiera que se atreviera a enfrentarlo.
Los espectadores en las gradas contenían la respiración. Hermione y Ron, más arriba, agarraban los barrotes de la valla, sus rostros pálidos de preocupación. Pero Harry no podía pensar en ellos en ese momento. Su mente estaba enfocada en el dragón y en la tarea que tenía por delante.
El corazón de Harry latía con fuerza mientras se acercaba al nido del dragón. La multitud rugía, y él sabía que no podía fallar. La varita en su mano estaba lista. Respiró hondo y se lanzó hacia adelante.
El dragón lo vio venir y rugió, lanzando llamaradas de fuego. Harry se zambulló, rodando por el suelo para evitar las llamas. El público contenía la respiración. Pero sobretodo Eros, quien parecía que en cualquier momento se desmayaria.
Harry se puso de pie, su mente trabajando a toda velocidad. Debía recuperar el huevo dorado sin ser incinerado. Se movió con agilidad, esquivando las garras del dragón y saltando sobre las llamas. La multitud rugía, y él se concentró en el objetivo.
Finalmente, llegó al nido y agarró el huevo. El dragón lo embistió, pero Harry se lanzó al aire sobre su escoba. Voló hacia la seguridad, el huevo dorado apretado en su mano. La multitud estalló en aplausos y vítores.
En las gradas, Eros miraba a su hermano con una mezcla de asombro y orgullo. Amaltea, al lado de él, tenía los ojos brillantes. Theodore Nott, desde su posición más alejada, apretaba los puños. El había llegado a pensar que Amaltea había llegado a sentir atracción por Eros, pero se sintió absurdo al pensarlo, pero ahora, veía aún más interacción entre ella y Harry, más de lo normal, que hacía su sangre hervir.
Leonor aplaudía con entusiasmo, su preocupación momentáneamente olvidada. Draco, al lado de Nelly, también aplaudía, aunque su expresión seguía siendo neutra, después de haber sido regañado por la Ravenclaw, por haberse reído de Harry en un momento en el que el de Gryffindor sufría. Pansy, al otro lado de Eros, sonreía con alivio. Luna, con su sombrero peculiar, saltaba en su lugar.
Más arriba, Hermione y Ron se abrazaban, sus rostros llenos de alivio. Habían estado al borde de sus asientos durante toda la prueba.
Harry aterrizó con gracia, el huevo dorado seguro en su mano. La multitud seguía vitoreando. Pero en ese instante, cuando sus ojos se encontraron con los de Eros, Harry supo que había algo más importante que ganar la prueba, y que obtener la aprobación de James Potter.
Y eso era tener a su hermano de vuelta.
Lune_black
VOLVIIII
Bueno, este es más como un capítulo de relleno para no dejar sin actualización sin embargo, quiero aclarar que habrá pequeños saltos en la historia...
EL PROXIMO CAPITULO ESTA...(no hay lágrimas...o tal vez si)
Byeeeeeeeeeeeeee