8: Primer aniversario del otoño

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El castillo yacía bajo lo que parecía ser una noche eterna. El Caballero del Viento se mantenía firme frente a las puertas de la habitación de los reyes. Su armadura resplandecía bajo la luz de las antorchas que iluminaban el pasillo, y su espada descansaba en su cintura, lista para ser empuñada en cualquier momento.

El mercenario cuidaba a su lado las puertas de la habitación real, sin embargo, se le veía algo inquieto y sus orejas solían agacharse con la mirada fija en la puerta entreabierta, escuchaba con atención los gritos de dolor que provenían del interior de la estancia real. Eran gritos que resonaban en su corazón.

Los gritos de la reina consorte cortaban el aire como un cuchillo afilado, anunciando el dolor y el esfuerzo de un parto doloroso. El mercenario apretó los dientes, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que su deber era proteger a la reina consorte en todo momento, incluso en los momentos más difíciles como este, pero ¿Cómo combatir contra la propia naturaleza?

El Caballero del Viento permanecía en su posición, vio cómo el gran maestre entraba y salía de la habitación, acompañado por ayudantes que llevaban jarras de agua caliente y paños limpios. El caballero observaba con respeto y admiración el trabajo de aquellos que asistían a la reina consorte en su momento de necesidad, sabiendo que cada movimiento era crucial para asegurar el bienestar tanto de la madre como del futuro heredero del reino.

A medida que pasaban los minutos, los gritos de la reina llenaban más y más el pasillo con su agonía. El mercenario apretó el puño con determinación, prometiéndose a sí mismo que permanecería vigilante hasta que el peligro hubiera pasado y su reina estuvieran a salvo.

Finalmente, después de lo que parecieron horas interminables, los gritos cesaron y un silencio tenso se apoderó del castillo. El caballero y el mercenario se sentían un poco tensos, sus corazones latiendo con fuerza en sus pechos mientras esperaban ansiosamente cualquier señal de que todo había salido bien.



– Felicidades, mi rey y mi reina. – hablaba el gran maestre, al mismo tiempo que los llantos del bebé sonaban – Es una niña muy sana.



El caballero dejó escapar un suspiro de alivio y a la vez preocupación, pues la situación ahora se entornaba más peligrosa al no dar a luz a un varón.

~ 1 año después ~

Los Lores y Ladies estaban en el gran salón del castillo rodeando a los príncipes compartiendo sonrisas y risas a la pequeña princesa que estaba en los brazos de su padre.

Una pequeña eriza blanca, bellos ojos cafés de largas pestañas como su madre. Aquel tan reconocible fleco de tres puntas completamente café que compartía color con su única beta.

Era el festejo de su primer año de edad, por supuesto, quien estaba más que orgulloso era el mismo rey que arrebató con cuidado a la pequeña princesa de los brazos de su padre para poder cargarla con mucha felicidad y presumir a su nieta ante todos.



– ¿Ven lo hermosa que es mi nieta? – presumía el rey – La niña más hermosa en todo el mundo. – sonreía con orgullo – Agradecido con los Dioses que permitieron que mi nieta naciera con la misma belleza que su madre. Y que naciera en el perfecto clima de otoño.



Verena miraba con mucho cariño a su pequeña hija, una gran sonrisa estaba en su rostro mostrando a una madre feliz. Por supuesto, el príncipe también estaba muy feliz de haber tenido a su pequeña niña.

Susurró a su esposa y ella asintió suavemente con la cabeza, entonces el príncipe se apartó de todos y se dirigió hasta donde su leal caballero estaba de pie cerca de las grandes puertas del gran salón.



Secretos tras la corona ~ ShadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora