16: El Rey y el Caballero

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El cuerpo del caballero reposaba sobre una camilla con la sabana roja debajo de él. Tenía puesta aquella armadura con diferentes rayones de cada batalla a la que había participado, su espada reposaba sobre él mientras sus manos estaban colocadas sobre la empuñadora.

Lo único que no tenía puesto era su yelma, esta estaba colocada a un lado de su cabeza.

Su piel ya era pálida, su pelaje perdía su brillo, su cuerpo helado.

El rey miraba aquellos ojos rojos carmesí cerrados. El rey se mantuvo serio ante todos, aunque sus ojos delataban cuan quebrantado estaba por haber perdido a quien más amo en toda su vida.

A su lado, lo acompañaba su esposa compartiendo el silencio al igual que el dolor, no de la misma forma que él, pero si el dolor de haber perdido a un amigo.

Nadie más estaba con ellos, ni siquiera los soldados, todos ellos se encontraban fuera del templo protegiendo cada parte de esta misma y que nadie más entrara por órdenes del rey.



– Gracias por volver a acompañarme en otro momento así. – decía finalmente el rey con un gran suspiro.

– No hay nada que agradecer. – decía la reina consorte mirando al rey.

– Uno de esos malditos bandidos clavó una flecha con la ayuda de la ballesta... Por la espalda. – decía entre dientes y con total enojo – Un completo cobarde disparando por la espalda a un auténtico caballero. No merecía una muerte de esta forma.

– Aquel cobarde sabía de lo que Shadow era capaz de hacer que su mejor opción fue matarlo de esa forma. – suspiraba ligeramente – Jehan mencionó que terminaste con aquel cobarde.

– Lo hice... Y a pesar de ello, no me sentí nada bien...

– Por supuesto que no... Te dejó un gran vacío... – ponía su mano sobre el hombro de su esposo – Lamento tanto que hayas perdido a quien más amaste...

– Gracias, Vanny... Espero poder salir pronto de esto.

– Lo lograrás. Estaremos contigo.

– Sí... – suspiraba ligeramente – ¿Podrías dejarme a solas con él, Vanny?



La reina consorte asintió ligeramente con la cabeza y caminó hacia las grandes puertas del templo. En cuanto llegó a estas, bastó con tocar una vez y estas fueron abiertas por los soldados que estaban al otro lado del templo.

Miró por última vez al rey dejando escapar un gran suspiro y salió del templo ordenando que cerraran las puertas.

En cuanto el rey escuchó las puertas cerrarse, un gran suspiro salió de él lleno de tristeza y sus ojos liberaron las lágrimas posando sus manos sobre aquella camilla y apretaba con fuerza la tela roja.



– Debimos irnos en cuanto pudimos... – le decía al difunto caballero – No me dejes, por favor... Shadow, no me dejes... – rogaba hincándose y encorvándose – Te necesito... Te necesito, Shadow... A mi lado...



En todo el templo se escuchaba el lamentar del rey, en cada rincón se escuchaba el eco de su tan doloroso llanto.





























Al paso de algunas semanas, era más que notorio el cambio que el rey había tenido. Ahora era más que serio, casi todas las noches bebe vino hasta caer casi inconsciente a la cama y perderse de su realidad.

Casi todos sus deberes eran realizados por su esposa y reina consorte con la ayuda de su más leal consejero que han hecho un excelente dúo. A pesar de que la reina consorte se ha mantenido ocupada, su preocupación por su esposo, a quien aún ama persiste y crece cada día más.

Secretos tras la corona ~ ShadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora