9: Largo sea su reinado

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Al día siguiente, el príncipe corría tan rápido como podía junto con la princesa con la angustia desbordando por sus cuerpos.

Entraron de inmediato casi azotando las grandes puertas de la habitación real y se adentraron hasta el fondo de la gran habitación moviendo las cortinas de la cama que colgaban desde el techo.

El rey estaba recostado en su cama, el ojo izquierdo vendado al igual que sus costillas. Sin olvidar las diversas heridas esparcidas por todo su cuerpo.

Se le veía muy cansado, muy débil y su respiración era algo lenta a la vez que pesada.



– ¿Padre?... – llamó el príncipe sentándose a un lado de la cama junto con su esposa.



Poco a poco, el rey abrió despacio el único ojo que estaba bien y miró hacia su hijo. Una ligera sonrisa se le formó al comprobar que era su hijo.



– Mi muchacho... – decía casi en susurro, pero con mucha felicidad – Aquí está mi muchacho... – reía ligeramente.

– Si, padre... – sonreía muy ligero con un gran suspiro lleno de preocupación – Aquí estoy...

– Verena... – llamaba también con felicidad al verla – Tan hermosa y radiante... – acercaba su mano hacia ella.

– Majestad... – sonreía ligeramente tomando la mano de su rey con mucho cariño.

– ¿Dónde está mi nieta?... – la buscaba por todos lados soltando despacio la mano de su nuera.

– Está con Avril, majestad. – respondía la princesa – Sigue dormida.

– Oh... Claro... – volvía a acomodarse en la cama – Aún es temprano...

– Padre, ¿Qué fue lo que pasó? – preguntaba el príncipe mirando cada herida en su padre – Eres el mejor cazador...

– Un siervo... Primero escapó antes de que pudiera... Preparar mi ballesta... – suspiraba con pesadez – Se escondió... Y logró lastimarnos a todos... Sus cuernos tan... Tan afilados como una espada... Traté de detenerlo... Él ya está muerto... – reía ligeramente – Yo lo estaré pronto...

– No vas a morir, padre. – decía entre dientes y tratando de contener sus lágrimas – Traeré a los mejores maestres del todo el maldito mundo.

– Para que algo nuevo... Llegue... Algo viejo... Debe irse... – cerraba poco a poco su ojo suspirando con pesadez.

– Padre...

– Sabías que este día... Llegaría... – sonreía ligeramente con pesadez – Mi lugar estará en... En excelentes manos... Contigo como rey... Y Verena... Como reina consorte...



Sonic permanecía en silencio, solamente miraba a su moribundo padre en sus últimos momentos.



– Cada uno de ustedes... Tiene a un leal y audaz protector... Que juraron dar sus vidas por la de ustedes... – decía el rey – Si ellos tienen que... Pelear por ustedes... No sean como yo y dejen que los defiendan...

– Si, majestad... – respondía suavemente la princesa.

– Sobre todo.... Protejan a mi bella Daila... – pedía – No debe quedarse jamás sola...

– Haremos lo que sea por protegerla. – prometía la princesa.

– Gracias... Por prometerlo... – sonreía gentilmente – Verena... Quisiera... Hablar a solas con mi hijo...



Verena asintió con la cabeza, se puso de pie y caminó hasta salir de la habitación.



– Es una... Grandiosa mujer... – admiraba el rey – Eres... Digno de ella...

Secretos tras la corona ~ ShadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora