capítulo 20

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— ¿Qué tal te cayeron mis primos?—le pregunté a Jake mientras caminábamos con las manos entrelazadas por el parque Rizal, el cual estaba situado en el centro de Manila. Ese era nuestro último día en Filipinas, Jake y yo decidimos dar un paseo sólo nosotros dos, ya que los demás días los pasamos con nuestros padres y con mis familiares filipinos.

— Son adorables... No sabía que tenías primos tan chiquitos.

— Sinceramente yo tampoco, mi mamá casi no hablaba de su familia porque se peleó con mis abuelos y con mi tía cuando se fue con mi papá, no querían que se casara con un mexicano... Volvieron a tener contacto cuando mi abuelo falleció el año pasado.—balanceé nuestras manos.— Me hubiera gustado conocerlo, la abuela dijo que era muy gracioso y divertido, le encantaba hacer bromas... Mi mamá se arrepintió mucho de no haberlo llamado en todos estos años.

— Me lo imagino...—Jake murmuró.— Pero ahora van a estar más en contacto, ¿verdad?

— Sí... Bueno, al menos yo sí, quiero estar más cerca de mi parte filipina, casi no conozco nada de la cultura de aquí, sólo sé decir una palabra en tagalo y eso es porque lo vi en internet, sino no sabría nada.—soltó mi mano y pasó su brazo por mis hombros.

— ¿Entonces vamos a venir seguido?—preguntó mirando hacia el frente.

— ¿Vamos? Eso me suena a manada.—bromeé y ambos reímos.

— Es un lugar muy bonito, me gusta.

— A mí también... Me gustaría vivir aquí en un futuro.—dije mirando los monumentos que habían en el parque.— La abuela me dijo que cerca de aquí está la bahía de Manila, ¿te gustaría ir?

— Sí, vamos.—sonrió.

Nos acercamos a una pareja, preguntándoles hacia donde estaba la bahía, ellos amablemente nos guiaron hasta el lugar, al llegar nos despedimos de ellos y les agradecimos por su cortesía. Jake y yo caminamos por la orilla mirando los barcos que estaban atracados en el puerto.

— Te gusta pescar, ¿verdad?—pregunté volteando a verlo.

— Sí... No lo he hecho en años, desde la última vez que estuve en Brisbane.—respondió mirando las embarcaciones.— Cuando vayamos a Australia te enseñaré a pescar y también pescaré un pez enorme para ti.—sonreí entrelazando nuestros brazos.

— Vayamos el año que viene, ¿qué te parece?

— Me parece bien, amor.

Seguimos caminando por un rato más, gozando de nuestro tiempo en pareja. Habíamos disfrutado mucho estar con nuestros padres, por supuesto, pero también habíamos extrañado estar a solas, literalmente nuestra habitación estaba entre la de mis padres y la de mis suegros, así que tampoco pudimos hacer mucho antes de irnos a dormir esos días.

— Mira, amor, ya está atardeciendo.—Jake habló deteniéndose y miramos como el sol comenzaba a desaparecer por el horizonte, rápidamente fuimos iluminados por un resplandor anaranjado y rojizo. El atardecer se reflejó en el mar, dejándonos ver un panorama espléndido.— Es tan hermoso.—lo escuché decir.

— Sí... Lo es.—susurré mirándolo embelesada, ya había visto un atardecer en el mar con anterioridad, pero esa vez no lo disfruté tanto como lo estaba haciendo en ese momento, tal vez era porque estaba junto al amor de mi vida... Sentí un suave jalón en la tela de mi pantalón y volteé frunciendo el ceño.

Mi corazón dio un vuelco al ver a Jake arrodillado a mi lado, en su mano sostenía un anillo de compromiso y estaba notablemente nervioso. Tragué saliva sintiendo que mis ojos se cristalizaban, mis manos comenzaron a temblar de la emoción, ¿acaso era un sueño? 

Fate | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora